El proyecto de Vega Sicilia en Toro sigue una receta que gusta particularmente a la familia Álvarez: un único vino elaborado en una bodega de tamaño medio con capacidad para alcanzar las 300.000 botellas. El modelo había funcionado a la perfección en Alión, la segunda bodega del grupo en Ribera del Duero, y se replicó en Toro.
Pintia es un monovarietal de tinta de Toro, que no es sino la particular adaptación de la tempranillo en esta región ligada también al curso del Duero, pero de climatología más cálida, maduraciones algo más rápidas y,en general, mayor potencia y grado alcohólico que Ribera del Duero.
La puesta en marcha de Pintia coincide con el despegue de la región en su era moderna en plena moda de tintos potentes y de maduraciones elevadas. Tras varias vinificaciones experimentales iniciadas en 1996 probando distintos orígenes, maderas y tiempos de envejecimiento, se adquirió una cantidad considerable de terreno con una parte importante de viñedo viejo en pie franco, la forma habitual de plantación hasta los años 70 en esta zona que quedó libre del ataque de la filoxera.
En la actualidad, Pintia se abastece de unas 100 hectáreas de viñedo propio, una parte de las cuales son de plantación directa. La bodega y la mayor parte del viñedo se encuentran en el entorno de San Román de Hornija (Valladolid). Las cepas se asientan en las terrazas altas del Duero sobre suelos de depósitos aluviales. Se distinguen dos grandes áreas: Garabitas, una zona de suelos profundos y moderadamente pedregosos en superficie pero abundante grava en profundidad; y Los Hoyos, con gran cantidad de canto rodado en superficie y maduraciones más precoces. El vino, que salió por primera vez al mercado en la cosecha 2001, es una combinación de ambas zonas.
En estilo, el objetivo ha sido siempre refinar la potencia natural de la zona y dotar al vino de la mayor elegancia posible. La moderna y espaciosa bodega del grupo en Toro está dotada de cámaras frigoríficas y gran número de tinos de roble para vinificar por parcelas. Las maceraciones prefermentativas en frío son habituales para conservar la frescura y la carga aromática, así como la maloláctica en barrica. En la crianza, el roble francés (en torno al 70%) manda sobre el americano.
