
Descendientes de una familia que durante generaciones se ha dedicado a la agricultura y la viticultura en Lanciego, Juanjo Mendieta y Hortensia Zabala decidieron construir una bodega en 1982 en su pueblo pero nunca se atrevieron a comercializar sus propios vinos de maceración carbónica.
Eran tiempos en los que la mayor parte del vino se vendía a granel a la cooperativa o a los visitantes que se acercaban a la puerta de la bodega, y con eso se vivía. Fue su hijo Juantxu, cosecha del 73, quien se animó a elaborar vinos con las 13 hectáreas de viña familiar ubicadas en Lanciego, Viñaspre, Assa, Laguardia y Kripan. Tras estudiar enología y viticultura, Juantxu —o Mendi, como le llaman en el pueblo— comenzó en 2005 a etiquetar los vinos familiares bajo la marca Riolanc (de Rioja y Lanciego).
Empezó elaborando y vendiendo tintos de año y a granel pero con el paso del tiempo, la lectura y probando otros vinos, descubrió que el futuro estaba en la calidad y en hacer vinos con identidad. También ayudaron los viajes que hizo durante el curso de Viticultura y Enología que organiza Hazi en Laguardia, donde compartió aula con productores de la zona como Carlos Fernández de Tierra o Miguel Ángel Muro. “En un desplazamiento a Burdeos visitamos a un productor que vivía con dos hectáreas y me pregunté a mí mismo: Si este hombre puede, ¿por qué no voy a poder yo?”.
En 2016, casado ya con Carmen Osaba, californiana descendiente de padre alavés, Juantxu cambió el nombre de su bodega a Mendieta Osaba, modernizó las etiquetas con una imagen en relieve de su mujer y sus dos hijas, sustituyó las cápsulas por lacres de colores (excepto en el joven) y emprendió el camino para dotar de personalidad propia a sus viñas y vinos.
El fresco y frutal maceración carbónica Mendi (alrededor de 6 € en España) copa la mitad de su producción total de 80.000 botellas, pero la idea es ir reduciendo esta cifra para ganar en producción en su Osaba (12.000 botellas, 10 €), un tempranillo que mezcla uvas de diferentes parcelas de entre 30 y 60 años y se cría unos seis meses en barricas usadas.
Los otros tres vinos de la gama son parcelarios. Los Vascomendi, un blanco y un tinto, están clasificados como Viñedo Singular y proceden de la viña Vasconegro en Lanciego, a 570 metros de altitud y orientación sur (Juantxu no usa ese nombre porque otro productor lo tiene registrado). El blanco, floral e intenso, (600 botellas, unos 20 €) mezcla viura y malvasía de más de 50 años y se fermenta con sus lías en una barrica de 400 litros con bazuqueos ocasionales. El tinto es un 100% tempranillo con fruta madura y equilibrio (1.700 botellas, unos 20 €) que fermenta en depósitos de hormigón y se cría en barricas francesas y americanas de segundo uso.
La añada 2020 de El Camino (700 botellas, 19 €) es la primera en el mercado. Se trata de un monovarietal de mazuelo de una parcela de 1,5 hectáreas en Assa, con un guardaviñas y vistas a las ruinas del puente romano de Mantible. Juantxu recuerda ir en el tractor con su padre, fallecido en 2008, a plantar la viña cuando él tenía 12 años. Es una viña con dos zonas: en la parte alta, más pobre, domina el canto rodado y está plantada con esta variedad, minoritaria en Rioja Alavesa, además de viura. Para la añada 2021 la producción aumentará a 3.000 botellas.
Tanto en esta parcela como en el resto de sus viñas, un 60% de las cuales están en vaso y tienen más de 35 años, Juantxu no usa herbicida y trabaja parte en ecológico, aunque todavía sin certificar, pero intenta cuidar su viñedo minimizando los tratamientos.
Mendieta exporta alrededor de un 80% de sus vinos a mercados como Estados Unidos, Rusia, Noruega, Alemania, Bélgica y Portugal así que a partir de 2021 espera poder quitar todo el granel y etiquetar toda su producción.
La bodega, ubicada en la parte alta del pueblo, admite visitas previa reserva.
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