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1. Bobal. 2. Canto rodado. 3. Arena. 4. Tinajas en Las Calzadas. 5. Bodegas Illana. 6. Cepa vieja de bobal. 7. Entrada de vendimia en Vega Moragona. 8. Ermita en Pozoamargo. Fotos: A.C.

Regiones

Ribera del Júcar, la bobal de suelos pedregosos

Amaya Cervera | Martes 17 de Enero del 2023

El restaurante de la gasolinera de Pozoamargo en Cuenca (Castilla-La Mancha) es uno de los centros de vida social de la DO Ribera del Júcar y el lugar perfecto para encontrarse con los personajes locales del vino. El pueblo también ofrece una buena atalaya para otear el territorio desde el cerro donde se alza la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza. Las viñas se extienden por un altiplano con una altitud media de 750 metros, apenas interrumpido por algunas lomas y el cañón excavado por el Júcar al oeste.

Si se trazara una línea imaginaria desde Sisante, pasando por Casas de Benítez y Casas de Guijarro hasta Casas de Haro, Ribera del Júcar tendría forma de abanico. A espaldas de la ermita, con un terreno ligeramente más accidentado, afloran suelos calcáreos. Hacia Sisante se encuentran paleodunas, tierras muy arenosas que en el pasado estuvieron cubiertas por pinares, pero lo que realmente es el canto rodado.

Encajonada entre La Mancha y Manchuela, Ribera del Júcar se crea en 2003 para distinguirse de sus vecinos manchegos y dar mayor visibilidad a la naturaleza tinta de su viñedo. Este año se cumple el 20 aniversario de una DO que, como dice su presidente y propietario de Bodegas y Viñedos Illana Javier Prosper, nació casi sin recursos y cuenta con muy pocos medios.

Entre la identidad y el lastre granelista

La región es capaz de producir entre 35 y 39 millones de litros, pero solo unos 800.000 se acaban comercializando con el sello de la DO. En el fondo, sigue siendo una zona granelista con siete firmas embotelladoras y gran peso de las cooperativas. “Desde hace 70-80 años, Ribera del Júcar ha vendido activamente a otras zonas”, explica Juancho Villanueva, técnico del Consejo Regulador. 

Otra razón de que no veamos muchos vinos con el sello de la DO es que se embotella mucho como VT Tierra de Castilla o vino varietal. Sobre el papel cabe también la posibilidad de etiquetar como DO La Mancha, aunque en la práctica no se utiliza. 

Por clima (se beneficia del aire solano de Levante que asciende por el río y de los saltos térmicos durante la fase de maduración) y variedades (dominio de uva tinta y presencia significativa de bobal) está más cerca de Manchuela que de La Mancha, Sin embargo, llega a admitir rendimientos de 10.140 kg/ha para viñedos en vaso de uvas blancas o tintas, prácticamente lo mismo que La Mancha (10.000 kg), pero lejos del planteamiento más cualitativo de Manchuela: 6.450 kg para variedades tintas en vaso.

De las casi 6.800 hectáreas acogidas en DO, prácticamente 6.000 son tintas. La más abundante es la tempranillo con algo más de 2.650 hectáreas, seguida de la bobal con poco más de 2.260. Entre las variedades internacionales destaca la syrah con 640 hectáreas cultivadas.

En el pasado, la bobal estuvo más orientada a graneles y propuestas básicas, mientras que los vinos con más aspiraciones se apoyaron en la tempranillo y las variedades internacionales. Ahora las tornas están cambiando. La gran adaptación de la bobal, su alta resistencia a la sequía (la hoja se distingue por su envés velloso), buena acidez y bajo pH hacen de ella una casta de futuro acorde con la demanda actual de tintos más frescos y con personalidad.  


Giro de tuerca

Aunque hemos probado ya cosas muy interesantes, algunas fuera de DO como el proyecto de Aurelio García y Micaela Rubio del que escribimos en detalle hace unos meses, el peso cuantitativo de estos vinos es aún pequeño. Solo hay que pensar que en 2017 apenas se comercializaban 15.732 litros de bobal con el sello de la DO. En 2021 la cifra ha crecido a 144.870 litros, pero aún está lejos de convertirse en el producto central de la región.

Uno de los primeros en darle la vuelta a la tortilla ha sido Daniel Sevilla en Pozoamargo. En lugar de buscar mejores oportunidades fuera como hacen muchos jóvenes del lugar, este enólogo formado en Logroño que fue compañero de clase de María Santolaya (Roda) o Juan Valdelana (Bodegas Valdelana) se lío la manta a la cabeza para, con ayuda de su familia, montar bodega propia en 2017, incluido un pequeño restaurante cuya terraza se llena en verano. Gracias a que aquí dan salida a más del 30% de la producción, han podido sobrellevar la pandemia. Pero trabajan sin descanso: el padre en la parrilla, la madre, que también es la autora de las pinturas que figuran en las etiquetas, en la cocina; Daniel y su novia Raquel, con experiencia previa en  Bodegas La Gitana, como camareros.


Las Calzadas, que es como se llama el proyecto en referencia al paso de la vía romana Espartaria que comunicaba Alcalá de Henares con Cartagena, tiene adscritas unas ocho hectáreas, casi todas viñas viejas en vaso de bobal, aunque cultivan más, incluidas plantaciones en espaldera. José Julián, el padre, fue bodeguero en Casa Gualda (la cooperativa Nuestra Señora de la Cabeza) durante 20 años y sigue llevando gran parte de sus uvas, aunque éstas las recoge con su propia máquina vendimiadora

Es prácticamente el único ejemplo de bodega particular de tamaño pequeño (hacen unas 25.000 botellas) dentro de la DO. De hecho, su modelo es el de las bodegas familiares de principios del siglo XX que desaparecieron con la llegada de las cooperativas y cuyo estilo arquitectónico ha intentado reproducir. Y lo mismo la esencia de los vinos de entonces: con las levaduras que vienen del campo y una presencia importante de tinajas en la fermentación (también utilizan algo de acero inoxidable y cubas de plástico) y en la crianza

El Tinácula de bobal, del que hacen unas 12.000 botellas, es una tarjeta de presentación perfecta de lo que es un tinto auténtico y sin maquillaje en la zona, con su fruta negra en sazón, la energía que aporta la variedad y un fondo terroso levemente rústico que aporta identidad. También elaboran un blend de bobal y tempranillo (Tinácula X), un blanco de la variedad local pardilla con estancia corta en tinaja y el parcelario El Santillo, un field blend balsámico y con buena dimensión aromática.


En Illana, la bodega privada de referencia en la zona (produce unos 700.000 litros al año), también hay un giro importante hacia la bobal. Aquí, el vino es la pata central de una finca agrícola de 400 hectáreas situada también en Pozoamargo y que ha pertenecido a la misma familia desde 1626. El viñedo (94 hectáreas en espaldera) convive con cereales, almendros y productos hortícolas, todos con certificación ecológica desde 2020. Domina la tempranillo y hay buena representación de variedades internacionales (cabernet, sauvignon y franc, petit verdot, sauvignon blanc). De bobal cultivan unas 18 hectáreas y han plantado también algo de tintorera.  

Javier Prosper se encarga más de la finca y su mujer Carolina Hernández, que se declara entusiasta de la bobal, está al frente de la elaboración. “Es sorprendente la acidez que puede conseguir en este clima”, señala, a la vez que valora la adaptación a climas secos y extremos. De su personalidad destaca el carácter aromático de cereza y un característico toque mineral que recuerda al grafito. Han probado a criar la bobal en tinaja y barrica de castaño en la nueva gama Terrera de Illana y en las mejores añadas siguen elaborando el Casa de Illana Bobal de Parcela que lanzaron por primera vez en la cosecha 2014. Además, la variedad está empezando a cobrar más protagonismo en sus tintos de ensamblaje Selección y Tres de Cinco.


Un equilibrio frágil

La mayor extensión de bobal y el mayor porcentaje de cepas viejas, sin embargo, está en manos de los socios de las cooperativas, de modo que los productos que puedan salir de aquí dependen de su calidad de selección y de vinificación por separado y casi todas tienen ya al menos un bobal en el mercado. 

La gran joya de Ribera del Júcar y un poderoso atractivo para productores externos son los suelos pedregosos, en muchos casos con guijarros comparables a los de Châteauneuf-du-Pape, que además de retener el calor del sol durante la noche permiten conservar la humedad y evitan la evaporación. En general son suelos profundos, con abundante arcilla que retiene muy bien el agua y arena y piedra en la superficie. Bajo la arcilla, la roca madre es una tosca caliza que puede llegar a aflorar en algunos puntos más altos dando menos vigor a la planta, lo que da juego para buscar distintas expresiones.

Son precisamente estos suelos los que han llamado la atención de una firma de peso en Ribera del Duero como es Valtravieso, que ha incluido un bobal de Ribera del Júcar en su nuevo proyecto Viñedos Olvidados. En ello ha influido el conocimiento de la región de su actual director técnico Ricardo Velasco. Es interesante también que el vino se venda sin complejos por encima de los 30 euros. 

Por desgracia, también sirve para poner sobre la mesa el riesgo de pérdida de viñedos tradicionales en la zona. En lo que ataña a la zona, las razones del arranque no solo tienen que ver con la baja productividad, sino también con la mayor exigencia de mano de obra en el cultivo de parcelas en vaso y, cada vez más, el coste y las dificultades muy serias para encontrar personal que vendimie a mano. A ello se une la estructura productiva de la zona más orientada al gran volumen que a elaboraciones cuidadas que se puedan vender a precios acordes con el valor de los viñedos de los que proceden. Los primeros pasos están en marcha, pero hacen falta muchos más para preservar la herencia vitícola local.

Cinco bobales para acercarse a la Ribera del Júcar

Las Eras 2020, Cooperativa de San Ginés
13,5% vol.
6 €

Fresco, con notas de hierbas aromáticas (lavanda), se nota la barrica (tiene seis meses de crianza) pero deja que la variedad se exprese. Sabroso en boca. Lo que uno esperaría cuando llega a un sitio y pregunta por el vino de ahí.


Tinácula 2020, Bodegas Las Calzadas
14% vol.
Sello ecológico
9,90 €

Con cierto punch de fruta en nariz, recuerdos de mora y cereza y muchas hierbas de fondo. Sabroso, jugoso, fresco y con un toque de rusticidad. Una gran referencia para descubrir la zona y con la autenticidad de su envejecimiento en tinaja.


Vega Moragona Bobal Viñas de Casas de Haro 2019
La Magdalena, Sociedad Cooperativa
15% vol.
12 €

La cooperativa de Casas de Haro es el mayor embotellador de la DO con unas 300.000 botellas. Elabora también Bobal 60’s con viñas viejas pero la madera está algo más presente. Nos quedamos con esta expresión de fruta negra y notas especiadas (pimienta negra) con tanino pulido, fresco y un toque mineral muy interesante (grafito) en final de boca. Y nos gusta que incluyan el nombre del pueblo en la etiqueta.


Casa de Illana Bobal de Parcela 2019
13,5% vol.
23,50 €

Este vino no está aún en el mercado y lleva ya dos años en botella después de haberse criado poco más de un año en barrica. Es una expresión más refinada de la bobal, con notas de pimienta negra, un toque de pólvora y fruta madura. En boca es sabroso, con buena textura, muy equilibrado y con madera bien integrada. Se han elaborado 2.500 botellas.


Mil Cantos Bobal 2019
Valtravieso
15% vol.
34 €

2019 es la primera añada de bobal con la que se estrena Valtravieso. El vino está criado en barricas de 500 litros tras un encubado de 10 días casi sin tocar. Con frescura y brío en nariz, ahí está la buena acidez de la variedad, aunque el paladar es muy concentrado por lo que se beneficiará de un cierto reposo en botella. De hecho, hay un pequeño porcentaje de airén (5%) que se ha aumentado al 15% en la 2021 para buscar mayor agilidad en boca. Cuidadísima presentación.


Algunos datos sobre la bobal

La bobal es una variedad puramente española que no ha salido de nuestras fronteras. Sin embargo, desde 1990 ha reducido prácticamente a la mitad su superficie de cultivo en nuestro país. En sus dos grandes feudos, Castilla-La Mancha y Valencia, ha pasado de casi 60.000 hectáreas a 32.000 y de casi 45.000 a 23.000 respectivamente. 

Además de Ribera del Júcar, donde representa en torno al 33% de la superficie acogida a DO, está presente en la vecina Manchuela (32%) y, muy especialmente, en Utiel-Requena (Valencia, 67%).

El año pasado estas tres denominaciones de origen se unieron para celebrar una cata conjunta en la feria Fenavin en Ciudad Real y ofrecer una necesaria visión global de la variedad y sus terruños. Esperamos que sigan otras iniciativas similares. 

Podéis encontrar más información sobre la variedad en este artículo de 2017.

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