Pasión por el vino español

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Situado en la parte alta de El Sauzal, un encantador pueblo de la costa norte de Tenerife donde la tradición vinícola está muy arraigada, la vinoteca La Barrica cuenta no solo con un espacio amplio –muy valorado en estos tiempos de distanciamiento social-, sino también con vistas al Atlántico y a los viñedos de Tacoronte Acentejo, una de las cinco denominaciones de origen de la isla.

Al frente de este proyecto está Javier Hernández, un joven de la zona que tras dos años de estancia en Puerto Rico regresó a su tierra con la idea de abrir un negocio que apostase por los vinos de las islas. “Mi intención era abrir algo más pequeño y con algunas opciones para comer que pudiera atender yo solo, pero te das cuenta de que una cosa sin la otra no va a ningún lado, y sin la comida el tema del vino no es rentable. La gente fue demandando más y más y cuando me quise dar cuenta tenía este restaurante montado” dice Javier sonriente. La Barrica se inauguró en octubre de 2018.

Las estanterías llenas de botellas no dejan lugar a dudas. En La Barrica es evidente el amor por el buen vino. En posiciones privilegiadas se encuentran algunos de los nombres con más eco del panorama vinícola del archipiélago como Suertes del Marqués o Envínate, pero también hay espacio para proyectos más jóvenes, como La Araucaria y L’Ambora en Tenerife, Puro Rofe y Vinícola Taro en Lanzarote, o Bimbache en El Hierro.

“Tengo de todo, pero sobre todo apostamos por el vino canario. Son vinos de pequeñas producciones elaborados por viticultores que no tienen muchas botellas… Eso permite que vayan rotando y que haya más posibilidades de elegir vinos diferentes”, afirma Javier.

El equipo, compuesto por cuatro personas fijas entre las que se incluye él mismo, ofrece un servicio correcto, distendido y desenfadado, pero sin pecar de exceso de confianza. Precisamente por la alta rotación de botellas, no hay carta de vinos como tal, pero es un lujo escuchar sus recomendaciones y ver cómo ponen su conocimiento a disposición de los clientes.

La vinoteca cuenta con dos espacios claramente diferenciados, uno más informal, interior, que da acceso a un amplio comedor inundado de luz natural con vistas al Atlántico. Más allá de su especialización en vinos canarios, cuentan con referencias interesantes de distintos puntos de la Península –en mi visita, desde Camino de la Frontera de Daterra Viticultores, hasta el alicantino El Sequé–, e incluso vinos internacionales, aunque como afirma el propio Javier “nuestro fuerte no es el vino extranjero; creo que debemos ir más de lo local hacia fuera ofreciendo cosas complementarias que no se hagan en las islas o en Península”.

La carta es sencilla y la cocina funciona sigue dos líneas: una más tradicional, con recetas autóctonas, y otra más innovadora, que se ve en las opciones de fuera de carta y que varía en función de cuál de los dos cocineros esté en los fogones ese día. Mi experiencia inlcuyó el carpaccio de gambas, un delicioso arroz con marisco, una caballa cocinada a baja temperatura con espárragos y zanahoria y, de postre, un exquisito arroz con toques cítricos, quizás un guiño a los orígenes valencianos de uno de los chefs, Rubén. Los carnívoros seguramente se sentirán como en casa al ver los cortes de carne expuestos a la entrada –y que comensales de otras mesas estaban halagando durante nuestra visita-. La factura final es moderada y la relación calidad-precio excelente.

Además, según Javier, cada día son más las personas que acuden a La Barrica para comprar una botella de vino, quizás para regalar o celebrar una ocasión especial. “Vienen huyendo de los vinos de siempre que se encuentran fácilmente en los supermercados”, afirma. También organizan catas regularmente, a menudo asistencia de los propios elaboradores, que anuncian a través de redes sociales. M.R.G.