Bodega Fernández Eguiluz | Spanish Wine Lover

Pasión por el vino español

BODEGAS

Esta bodega ejemplifica el perfil de pequeño productor de la Sonsierra riojana que se inició con los tradicionales vinos de cosechero de la zona. Hasta 1989 cuando la familia construye su nueva bodega vendían vino a granel a reputadas firmas riojanas, pero en 1990 dan el salto al embotellado. Hoy el alma de la casa son Pilar, que se encarga de casi todo lo que tiene que ver con la bodega y comercialización (solo hay que pensar que venden directamente a clientes finales) y su hermano Carmelo, más centrado en el viñedo y otras tareas administrativas.

Cuentan con 14 hectáreas de viñedo propio y una hectárea y media arrendada, entre las que destacan algunas pequeñas parcelas de cepas muy viejas de formas tan espectaculares como pueden verse en las fotos adjuntas. Todas ellas están situadas en la zona media y alta de Ábalos (Rioja Alta) entre los 580 y 600 metros de altitud.

La gama de vinos que les ha puesto en el mapa es La Cantarada, producciones muy pequeñas y a menudo experimentales que elaboran junto al enólogo Carlos Sánchez, conocido por su pequeño proyecto de Las Bacantes en Gredos. La primera “Cantarada” se elaboró en 2014 y se hizo en el garaje de Carlos en Cuzcurrita. Su traslado allí fue tan complicado que se ha mantenido en la etiqueta la leyenda Cuvée Trasiega. Los blancos se apellidan “de Las Mozas” y los tintos “de los Mozos”. La cantarada es una medida de 16 litros y el apellido “de Las Mozas” hace referencia al impuesto líquido que cualquier mozo que quería cortejar a una chica de otro pueblo debía pagar a los chicos de ese pueblo.

Para esta gama se eligen parcelas viejas con suelos de gran personalidad (cascajo de río o piedra arenisca son algunos ejemplos). Los vinos van numerados acorde con el orden de experiencia que representan. Los básicos son un tinto de tempranillo (Los Mozos, unas 1.700 botellas, 16 €) y un blanco de viura amplio y elegante que empieza la fermentación en inoxidable y acaba en barrica (Las Mozas, menos de 1.000 botellas). Hay también un turruntés de perfil cítrico y afilado que se ha elaborado en 2016 y otra vez en 2018. Viene de una viña centenaria que se llama Romalache. Se hizo una experiencia de calagraño (una variedad productiva pero que aporta buena acidez) en damajuana para el restaurante Nerúa de Bilbao y quieren seguir explorando la variedad en el futuro. Otra experiencia nueva de 2018 viene de San Prudencio, un viña centenaria del abuelo con un alto porcentaje de blanco (hasta un 30%) que se vinifica en cofermentación con el tinto.

La línea tradicional de la bodega que se comercializa bajo la marca Peña La Rosa está compuesta por vinos sinceros, bien elaborados y de precios muy asequibles que están pidiendo a gritos poder transmitir estas cualidades a través de unas etiquetas más adecuadas para los tiempos que corren. El producto estrella, del que hacen 70.000 botellas, es el maceración carbónica, pero también elaboran un blanco joven de viura y malvasía (6.000 botellas) y dos tintos de crianza que mantienen la fermentación tradicional con racimos enteros: el Vendimia Seleccionada, que se cría dos años en roble americano, y Secreto del Abuelo (menos de 1.000 botellas), uvas más seleccionadas aún y con un año en roble francés. En muchos de ellos aparecen notas de pimentón muy características. La producción total no supera las 90.000 botellas.

La gama alta de Peña La Rosa, que verá la luz en un futuro próximo, incluirá dos vinos de despalillado a mano: un tempranillo de la 2016 añada elaborado con uvas de dos viñas viejas, y uno de 2017 que combinó una viña cultivada en altitud y otra emparrada.