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BODEGAS

Situado al borde de la frontera con Francia, Hondarribia no es un municipio que se asocie en absoluto al txakoli guipuzcoano como Getaria o Zarautz, pero documentos de su archivo municipal dejan constancia de la existencia de viñas en el lugar ya en 1186. Otros indicios claros son los racimos de uva que coronaban el escudo de la ciudad a principios del siglo XVII o el gran número de toponímicos que incluyen el término mahasti (viñedo en euskera). Algo antes, en 1581, 13 productores de txakoli respondieron a la llamada del Concejo para proceder a la cata e imposición del precio correspondiente del vino ese año. Sin embargo, las frecuentes contiendas en esta zona fronteriza debieron llevar al abandono progresivo del cultivo. Es lógico pensar, por otro lado, que hay un vínculo claro entre el nombre de la localidad y el de la variedad de uva más plantada en la denominación: la hondarrabi zuri.

La ampliación de la DO Getariako Txakolina en 2007 animó a la familia Rekalde a recuperar esta tradición perdida y volver a sus orígenes rurales tras haber estado más centrada en el sector de la construcción.

La bodega, rodeada de viñedos cultivados en espaldera, fue edificada por la propia familia. Está situada en el barrio de Jaitzubia, a los pies del monte Jaizkibel. Cuentan con 14 hectáreas y están acondicionando tres más para plantar. Las cepas se asientan sobre suelos arenosos y margas arcillosas en laderas que pueden llegar a alcanzar un 20% de inclinación. Las zonas de más pendiente se vendimian a mano y el resto a máquina. Domina la hondarrabi zuri (gros manseng), aunque también cultivan un par de hectáreas de hondarrabi beltza y menos de una hectárea de izkiriota haundi (gros manseng). Los rendimientos oscilan entre los 10.000 y 12.000 kilos. Desde el principio, la bodega cuenta con la asesoría de la enóloga Ana Martín, con una dilatada experiencia en el mundo del txakoli.

La producción se sitúa entre las 150.000 y 200.000 botellas, el 40% de las cuales se destinan a la exportación, con importante presencia en Estados Unidos y Noruega. El 75% del vino es txakoli de año con un punto de aguja (unos 8 € en España). Estos vinos se someten a fermentaciones lentas a baja temperatura (15-16ºC) en tanques isotermos con objeto de conservar el máximo de carbónico. Berezia (12 €) es el txakoli de crianza sobre lías, elaborado con la viña más vieja. De este vino se seleccionan unos 1.000 litros para prolongar el envejecimiento hasta tres años y convertirse en Hiruzta Parcela Nº 3 (29 €). En general, los vinos presentan una acidez muy bien integrada y amabilidad característica dentro de su perfil atlántico.

La bodega también elabora por el método del sangrado un rosado (9 €) de fresca acidez que combina hondarrabi zuri y beltza al 50% y dos espumosos de método tradicional que se comercializan como brut nature. El primero se elabora a partir del aclareo de la parcela del Berezi en una vendimia adelantada mientras que el segundo procede del aclareo de la hondarrabi beltza que se destina al rosado y al igual que éste incluye un 50% de hondarrabi zuri en el ensamblaje. Con notas más herbáceas que frutales y 18 meses de envejecimiento con lías, son vinos de evolución lenta en botella. Hay además un tinto de graduación moderada, ligero, fácil de beber y con carácter atlántico.

La bodega ofrece varios formatos de visitas para los aficionados y cuenta con un amplio restaurante gestionado por el restaurante Alameda.

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