Bodegas Abeica Rioja | Spanish Wine Lover

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BODEGAS

Botero de profesión, Julián Fernández compró viñas en Ábalos para uso propio y así puso los cimientos de lo que hoy en día es Bodegas Abeica, un proyecto gestionado ahora por la cuarta y quinta generación de la familia.

Los Fernández son Pachi y Ricardo, en las labores del campo, Isabel, en la elaboración y la gestión administrativa; y Raúl, en la venta y distribución. De tradición cosechera, la incorporación de los jóvenes Ricardo (Richi) y su primo David está dando nuevos aires y vitalidad a esta bodega de la Sonsierra.

Ricardo Fernández, el único viticultor en la lista 100 Jóvenes Talentos de la Gastronomía (de menos de 30 años) del Basque Culinary Center en 2022, está llevando a la botella las mejores viñas de las 40 hectáreas que cultiva su familia en Ábalos y San Vicente de la Sonsierra.

Miembro del grupo de productores Martes of Wine con amigos como Miguel Merino o José Gil entre otros, Ricardo se incorporó a Abeica en 2019, un año después de hacer practicas con la familia Eguren en Sierra Cantabria y desde entonces ha lanzado varios vinos varietales y parcelarios de pequeña producción que se suman a Chulato (70.000, botellas, 6€), un vivaz y frutal tinto de maceración carbónica que ha sido tradicionalmente el buque insignia familiar, y al crianza, reserva y gran reserva (unas 15.000 botellas en total de los tres) de la marca Longrande.

Desde 2016 también elaboran el blanco Abaris (2000 botellas, 23 €) con viura de la Parcela Santa Ana orientada al norte y a 600 metros de altura. Fermenta y se cría en barricas de 500 litros durante unos 10 meses y destaca por su buena acidez, frescura y potencial de guarda. Su rosado de lágrima (5.000 botellas, 6€), jovial, fresco y con notas cítricas y de fresa, se hace con garnacha de Ábalos y se vinifica en depósitos de acero inoxidable.

Desde la incorporación de la nueva generación se han lanzado al mercado un par de vinos varietales y parcelarios y se ha cambiado la elaboración de su Colección de Viñedos (16.000 botellas, 12,50 €), que era una especie de hermano mayor del Chulato, elaborado con racimos enteros. Ahora, este vino se despalilla e incorpora tempranillo, garnacha y viura de tres viñas de más de 70 años. Las tres variedades fermentan juntas y después la mitad del vino se cría seis meses en hormigón y la otra mitad en barricas de 500 litros durante el mismo periodo de tiempo.

Abeica Mazuelo de Larrumbe (1.000 botellas, 35 €) nació en 2019 y procede de la viña de ese nombre, plantada hace algo más de 40 años a 560 metros en Ábalos. Es uno de los pocos monovarietales de Mazuelo en esta zona fría y se cría en barrica usada durante nueve meses. Con su fina acidez, perfilada textura y estructura es un vino singular con buen potencial de guarda.

La primera añada de Abeica Garnacha (2.000 botellas, 29 €) fue 2020 y nace de un viñedo en Ábalos a 600 metros de altitud en suelos de margas, arena y arcilla. La frescura de los vinos de la casa se mantiene, combinada con vivas notas de fruta roja y negra. Abeica Carronillo (2.000 botellas, 40 €) nace de un viñedo de algo más de 50 años cultivado en la zona alta del pueblo (630 metros de altitud) sobre suelos arcillo-calcáreos poco profundos. Expresivo, sabroso y con buena acidez y persistencia, es un excelente tinto de terruño riojano.

El parcelario de más reciente incorporación a la gama es Abeica El Bardallo (1.400 botellas, 45 €), que mezcla 50% tempraniilo, 5% garnacha tinta, 40% viura y 5% garnacha blanca y torrontes y fermenta y se cría durante 11 meses en barricas de roble francés envinadas de 500 litros. Procede de una viña plantada en 1958 en suelo arcillo-calcáreo y arena en superficie ubicada entre San Vicente de la Sonsierra y Labastida a 540 m de altitud y orientación este-oeste.

Bodegas Abeica está abierta al enoturismo con visitas a la bodega y a los antiguos lagares de piedra a pie de viña y catas que incluyen sus vinos parcelarios. También cuenta con un wine bar donde se pueden probar todos los vinos de la gama y comprar directamente de bodega.