Pasión por el vino español

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Realmente, no hay ningún complot en Madrid para disfrazar el nombre de tiendas de vino con el de otros negocios de barrio. El motivo por el que Daniel Cortes le puso este nombre a su proyecto de Boadilla del Monte no es porque el local hubiera albergado previamente una mercería (como sí fue el caso de la famosa tienda La Tintorería en su primera ubicación). Simplemente, cuando les contó a sus amigos de la infancia que iba a abrir una tienda, todos le preguntaban “¿De qué?, ¿de qué?”. Y él contestaba de guasa: “¿De qué va a ser? Una mercería”. Y al final la broma quedó colgada en el alegre luminoso de la entrada.

Daniel, zamorano de 41 años, tiene el recuerdo de su padre elaborando en casa vinos de prieto picudo y verdejo (uvas tintas y blancas mezcladas, como era tradicional en la zona) cultivados en el valle de Benavente. En cuanto pudo hizo el curso de sumiller de la Cámara de Comercio en Madrid y realizó pequeñas estancias en bodegas como Convento de San Francisco y Resalte en Ribera del Duero. Todavía hoy se escapa en vendimias a la bodega de su amigo Alfredo Maestro.

La tienda, que está funcionando desde marzo de 2014, se ha hecho con una clientela fiel a la que Daniel ha acompañado en su viaje por el mundo del vino. La oferta se ha ido haciendo cada vez más dinámica y con mayor rotación de etiquetas. En parte tiene que ver con el hecho de haberse especializado en pequeños productores nacionales e internacionales que a menudo manejan cupos muy limitados, y en que la clientela busca probar cosas nuevas. Daniel calcula que puede tener entre 400 y 500 referencias en stock, pero que a lo largo de un año puede llegar a vender casi 2.000 etiquetas diferentes.

En agosto de 2023 transformaron la tienda para crear una pequeña barra y abrir un terrazas. El paso tiene que ver con la evolución de los comercios de barrio. En la zona de Boadilla donde se encuentran estos establecimientos han ido desapareciendo progresivamente para dar paso a negocios de hostelería. “Tras la pandemia la gente compra mucho por internet o directamente en el supermercado. Las tiendas como la nuestra se han quedado para regalos”, señala Cortes.

Lo que ha conseguido con la terraza es que gente que no se atrevía a entrar en la tienda, ahora se sienta en la terraza, se toma un vino, conoce el negocio y se queda como cliente de tienda.

Además del trato familiar y el conocimiento en profundidad que tiene Daniel de los productores con los que trabaja, La Mercería es uno de los lugares de la periferia de la capital que ofrece un mejor programa de catas, con actividades programadas casi todos los viernes a precios más que razonables.

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