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BODEGAS

La figura del viticultor o mayeto que cultiva sus viñas y elabora sus propios vinos es una rareza en el Marco de Jerez, donde la mayoría de bodegas compran uva o vino base a otros proveedores, pero los hermanos Blanco son un buen ejemplo de agricultores dedicados al viñedo.

Paco y Pepe Blanco trabajan algo más de 28 hectáreas en el Marco de Jerez, en los pagos de Callejuela, El Hornillo, Macharnudo y Añina, donde tienen las viñas más viejas. Macharnudo y Añina (Jerez) son pagos de interior mientras que El Hornillo o La Callejuela (Sanlúcar) son pagos de río, por su cercanía al Guadalquivir. Son tierras que conocen como la palma de su mano porque, como dice Pepe y corrobora Paco, “nosotros somos distintos a todo lo que hay porque venimos de la viña”.

Su padre, Francisco Blanco Blanquito, fue un hombre previsor que trabajó 20 años como jornalero antes de ir comprando viñas entre Sanlúcar, Jerez y El Puerto. A base de esfuerzo, Blanquito se convirtió en mayeto, como llaman en Sanlúcar a los viñadores.

Los hermanos comenzaron a trabajar con su padre cuando eran jóvenes, primero en la bodega que Blanquito compró en el Barrio Alto de Sanlúcar y después en El Hornillo, donde en 1997 construyeron la bodega actual, que cuenta con lagar y embotelladora y está rodeada de viñas de tierra albariza.

La mayoría de sus fincas están plantadas con palomino, la uva reina del Marco, de la que producen unos 200.000 litros. La mitad del vino lo embotellan en El Hornillo, pero siguen vendiendo mosto a otras bodegas como Piñero, que lo destina a la solera de la manzanilla Maruja. “Lo que nos gustaría es no tener que vender y utilizar ese mosto para hacer nuestros propios vinos blancos, vinos de entrada de gama que roten”, confiesan los hermanos Blanco, que ya elaboran uno de ese estilo —el sabroso y refrescante Blanco de Hornillos (5.000 botellas, 8,50 €). “La manzanilla tiene mucho trabajo porque en cada saca hay que mover mucho vino. Y también hay que tener en cuenta el tiempo que está inmovilizada”.

Hasta el año 2005, la manzanilla que vendían era a granel, como se había hecho siempre en su casa. Ahora embotellan una joven (30.000 botellas, 8 €), una madura con unos seis años bajo velo de flor (12.000 botellas, 10,50 €) y una en rama del pago Macharnudo (1.500 botellas, 21,50 €); todas ellas pertenecen a la marca Callejuela, bajo la que elaboran también toda la gama de vinos tradicional de la región como el salino y vivo Amontillado Callejuela (1.500 botellas, 18 €) con unos 12 años de edad media, el Oloroso (1.000 botellas, 17 €) con unos 10 años de edad y un perfil clásico y elegante, y el Cream (1.000 botellas, 12 €) y el Pedro Ximénez (1.000 botellas, 16 €), que de momento, como casi todos los PX del Marco, proviene de Montilla.

Para que el 100% de sus vinos sean de uvas propias, los hermanos Blanco plantaron cepas de pedro ximénez en 2015 y su idea es hacer nuevas elaboraciones que incluyan manzanillas y vinos de vendimias tardías y asoleos. Otra variedad que están reintroduciendo es la tintilla, con la que quieren hacer los vinos dulces con arrope tradicionales de la zona.

La entrada de Ramiro Ibáñez como consultor en Callejuela les ayudó a arriesgar con elaboraciones novedosas que quizás los hermanos no hubieran emprendido por su cuenta. De esa colaboración surgió la manzanilla de añada 2012 Callejuela 1/11. Son 11 botas que se dejaron en crianza estática y de las que se embotella cada año un bota con la idea de ver la evolución de la flor y del vino a lo largo del tiempo. En 2018 salió al mercado la 4/11, que se vende, como las sacas anteriores, a unos 20 € la media botella, un precio bastante más elevado que la mayoría de manzanillas pero que no disuade a muchos aficionados, para quienes la serie se ha convertido en objeto de colección. A raíz de ese éxito, los hermanos Blanco decididieron dejar en crianza estática varias botas de 2014 de cada uno de los pagos que salieron a la venta en 2018 por unos 25 € los 50cl. De la añada 2015 también han guardado tres botas por pago para ir observando su evolución.

En el otoño de 2015, el mismo año que salió al mercado la 1/11, presentaron su gama de vinos viejos, concentrados e intensos y de sacas limitadas, con una imagen renovada y en botella transparente de 50cl: la manzanilla pasada Blanquito, con unos ocho años bajo velo de flor, es una selección de las seis mejores botas de la solera iniciada por su padre (700 botellas, 19 €), el afilado y profundo amontillado La Casilla, con unos 20-25 años de edad media (500 botellas, 39 €) y el intenso y equilibrado oloroso El Cerro (600 botellas, 39 €) con la misma edad media.

También elaboran tres vinos blancos sin fortificar de tres pagos diferentes (3.000 botellas en total, 13 € cada uno), cuyas altitudes aparecen reflejadas en las etiquetas: Hacienda de Doña Francisca del pago Callejuela (62m), La Choza de Macharnudo (74m) y Las Mercedes, del pago Añina (83m). Todos ellos se han criado durante siete meses en botas con velo de flor con la idea de mostrar el carácter que imparte el terruño frente a la influencia de la bodega o el método de elaboración. “Queremos que se empiece a hablar de la procedencia, de la viña”, explican los hermanos Blanco.

La bodega solo admite visitas con cita previa pero todos los vinos de Callejuela se pueden comprar en el despacho que tienen en la calle Calzada de la Infanta, junto a la playa de Sanlúcar.

VINOS CATADOS DE ESTA BODEGA

Callejuela Manzanilla Madura Manzanilla

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