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Vignerons de la Sonsierra - José Gil

Travesía Calvo Sotelo, 7. 26338 San Vicente de la Sonsierra (La Rioja)

Vignerons de la Sonsierra - José Gil

Tercera generación de viticultores en San Vicente de la Sonsierra, José Gil tenía todas las papeletas para dedicarse al mundo del vino. Cuando terminó de estudiar enología en Logroño en 2010, comenzó a trabajar en Olmaza, la bodega familiar, pero en lugar de acomodarse, decidió seguir sus propios pasos.

Su abuelo Ángel siempre fue una fuente de inspiración en el manejo de la viña y en su forma de sentir el vino, pero José quería hacer algo más que buenos vinos de cosechero con parcelas de parajes tan especiales como La Cóncova o de alguno de los siete valles con orientaciones y suelos diferentes que hay en San Vicente de la Sonsierra. Por sí solo, este pueblo encaramado sobre el Ebro tiene casi el mismo número de hectáreas que la DOQ Priorat.

Poco a poco, José empezó a comprar algunas parcelas en San Vicente y a hacer sus pequeñas pruebas y elaboraciones de garaje mientras aprovechaba para visitar otras zonas vinícolas y abrir la mente. En 2012 compró y restauró La Cueva del Espino, un pequeño calado medieval en la ladera norte del castillo, a dos puertas del de Benjamín Romeo, y para 2016 lanzó al mercado sus primeras 2.000 botellas de La Cóncova.

Un cambio fundamental llegó en 2018, cuando conoció a su pareja, Vicky Fernández. Uruguaya afincada en Bilbao, Vicky venía del mundo de la hostelería pero enseguida le picó el gusanillo del vino y desde entonces comparten todas las tareas en Vignerons de la Sonsierra, que es como se llama su proyecto.

En 2021 dejaron de vender uva a Olmaza multiplicando su producción propia, quitaron el herbicida en las viñas y se decantaron por la viticultura ecológica, aunque sin certificación oficial.

Vicky y José cultivan 10 hectáreas en San Vicente y Labastida que embotellan bajo su propia marca. Además, tienen otras 2,5 ha en Briones cuyas uvas venden a Allende. Con su vecino Miguel Eguiluz (Cupani), y otros productores afines de la comarca como Ricardo Fernández (Abeica), Miguel Merino, Álvaro Loza y Carlos Sánchez, además del sumiller Iván Sánchez (Venta Moncalvillo), forman Martes of Wine, un grupo donde además de catar vinos del mundo a ciegas y viajar a zonas vitícolas, intercambian ideas y se apoyan unos a otros.

Los vinos

La pareja tiene en el mercado cinco vinos tintos, todos ellos elaborados con tempranillo y con pequeños porcentajes de viura, garnacha y otras variedades que hay en la viña, además de un blanco. Su filosofía es hacer vinos frescos, intentando transmitir el terruño y las características de los viñedos que trabajan.

La gama comienza con dos vinos de pueblo: José Gil Viñedos en San Vicente (16.000 botellas, 27,50 €) procede de varios parajes con diferentes altitudes y orientaciones. Fermentado con un 25% de raspón, el vino se cría 10 meses en hormigón y bocoyes de roble francés usados de 500 litros durante 11 meses. La vinificación es similar en José Gil Viñedos en Labastida (27,90 €, 5.000 botellas), aunque la crianza en este caso es solo en bocoyes de 500 litros. El vino procede de viñas viejas en este pueblo alavés con suelos más arenosos que en San Vicente y con un mayor porcentaje de garnacha (hasta 35% en la cosecha 2024), y tiene un perfil menos austero que San Vicente.

Los dos vinos de paraje son José Gil Paraje El Bardallo y José Gil Paraje La Canoca (3.300 botellas de cada uno, 42,90 €). El primero nace de tres parcelas en este paraje de suelos arcillo-calcáreos, cuyo nombre se comparte con otros productores como Abeica y 3 Viñerones. El Bardallo fermenta con un 15% de raspón en depósitos de cemento y se cría en bocoyes de 500 litros durante 11 meses. Con una vinificación similar, La Canoca proviene de tres parcelas en terrazas entre 645 y 700 metros de altitud con diferentes orientaciones y suelos con arcilla, limo y arena.

El elegante y complejo Camino de Ribas (2.500 botellas, 65 €) nace de una única viña situada en el paraje de La Cóncova y mezcla 80% Garnacha, 10% Tempranillo and 5% Garnacha Blanca. En este caso fermenta con 35% de raspón en cemento y se cría, como los vinos de paraje, en bocoyes de 500 litros durante 11 meses.

El Calado del Espino (1.350 botellas, 43 €), su nuevo blanco, nace de una viña vieja de viura en Labastida con suelos calcáreos y otra parte del Bardallo. El 70% del vino fermenta en barricas francesas de 500 litros y el resto en damajuanas de 54 litros. Largo y con un toque salino muy agradable, es un vino que crecerá y se afinará aún más en botella.

José Gil se declara un gran defensor del viñedo en vaso porque, en su opinión, “es el que mejor se adapta a esta zona. De hecho, San Vicente es uno de los pueblos con más viñedo tradicional”.