Bodega Dominio de Pingus Ribera del Duero | Spanish Wine Lover

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Hay muchos motivos que han hecho de Pingus uno de los vinos españoles más famosos: fue el primer vino de garaje que se elaboró en nuestro país, se convirtió de la noche a la mañana en el vino más caro de España (hoy se cotiza en el entorno de los 900 € la botella), tenía el exotismo de que su autor fuera un danés afincado en la Ribera del Duero…

Peter Sisseck llegó a la denominación castellanoleonesa en los ochenta para hacerse cargo de la dirección enológica de Hacienda Monasterio y a medida que fue conociendo la región empezó a buscar un viñedo para lanzar su propio proyecto. La viña de Barroso en La Horra (Burgos), zona de especial calidad e importante acumulación de viñedo viejo, era en realidad una lengua de grava sobre una base de arcilla con incrustaciones de caliza que determinaban un terruño de excelente drenaje. A ésta se unió la parcela de Parrondo y otras colindantes con similares características hasta alcanzar las 4,5 hectáreas de las que salen hoy las aproximadamente 5.000 botellas que se elaboran anualmente de Pingus.

Los contactos de Sisseck en Burdeos ayudaron a que, de la mano de su négociant en la zona e irreverente creador de los vinos de garaje Jean-Claude Thunevin, la primera y escasa (12 barricas en total) cosecha 1995 llegara al paladar de Parker, quien le dio 95 puntos, la calificación más alta recibida hasta la fecha por un vino español. Si a esto unimos el naufragio del barco en el que viajaban las primeras botellas de Pingus con destino a Estados Unidos, queda claro el porqué de su altísimo precio desde el mismo momento de su salida al mercado.

Hoy, evidentemente, Dominio de Pingus es mucho más. Aquel garaje de Quintanilla de Onésimo ha crecido para dar lugar a una bodega modesta en tamaño pero perfectamente equipada y obsesionada por el control de los vinos a través de su propio laboratorio. El 200% de madera nueva que llevaba Pingus ha dado paso a un porcentaje cada vez mayor de barrica usada. El vino ha evolucionado con los tiempos, se ha hecho más preciso y sutil, y ha perdido parte de la espectacularidad de antaño.

El segundo vino, Flor de Pingus (110 €, unas 50.000 botellas), que inicialmente procedía de viñedos de Finca Villacreces, en Quintanilla de Onésimo (Valladolid), se sirve desde la cosecha 2004 de uvas de La Horra. Nacido como una etiqueta de estilo más directo para el mercado norteamericano, se acerca más ahora al modelo de su hermano mayor, aunque la fruta es siempre más inmediata y habitualmente más fresca.

Existe un tercer vino llamado Psi (30 €) y pensado en realidad como un ambicioso proyecto que se basa en el trabajo con viticultores locales y pequeñas parcelas de viñas viejas. La elaboración recupera prácticas ancestrales como la fermentación en cemento y el envejecimiento en grandes recipientes, con menor peso de la barrica. Con un 10% del ensamblaje, la garnacha juega un papel cada vez más relevante en este vino.

Sin embargo, la etiqueta más desconocida de Pingus es Amelia. El vino procede de una vieja parcela de La Horra (Burgos) plantada en 1890 con apenas 500 cepas. Peter Sisseck considera que albergan "el clon más perfecto de Tempranillo" que él utiliza habitualmente para reponer plantas en los viñedos de los que se surte para Pingus. Las uvas de esta parcela se destinaban originariamente a Flor de Pingus, pero desde 2003 se embotellan por separado: apenas una barrica que sólo llega al mercado norteamericano.

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