
Álvaro Palacios es, probablemente, el elaborador que mejor representa la revolución enológica que vivió España a partir de la década de los ochenta. Inconformista, enérgico, vehemente, enamorado de Borgoña y de las regiones vitícolas con un pasado monástico, su perfil mediático le ha convertido en toda una celebrity del vino español. Hoy gobierna un pequeño reino del vino del que salen algunas de las mejores etiquetas (y otras comercialmente muy exitosas) de Bierzo, Rioja y Priorat.
Nacido en el seno de una familia del vino en Alfaro (Rioja Baja), pronto chocó con su padre sobre la manera de hacer en Palacios Remondo. Le pareció mucho más atractivo unirse a un grupo de locos (René Barbier, José Luis Pérez, Carles Pastrana y Daphne Glorian) que acababan de descubrir un Priorat tan bello y abrupto como aislado y atrasado. Él, que era el más joven y fue bautizado como “el delfín”, participó de aquella famosa vinificación conjunta de los ochenta en la que cada miembro del grupo embotelló una parte bajo su propia marca. La de Álvaro, en un guiño al apodo que había recibido, era Clos Dofí.
Éste fue el embrión de un nuevo modelo de priorat que buscó la ayuda de variedades foráneas (cabernet y syrah sobre todo) para completar a las locales garnacha y cariñena, y que apostó por el envejecimiento en barricas nuevas de roble francés. El estilo causó furor en mercados como Estados Unidos y Suiza gracias a la fuerza prescriptora de Robert Parker. Se trataba de vinos tremendamente cubiertos, potentes, concentrados y con la mineralidad distintiva que aportaban los suelos pizarrosos de la región. Sobre esta base y con los altísimos precios que el mercado aceptó con total naturalidad desde los inicios, Palacios construyó una gama integrada por el tinto de entrada Les Terrasses (28 €, unas 100.000 botellas); su etiqueta originaria renombrada como Finca Dofí (76 €, unas 20.000 botellas), que procede de una finca de 10 hectáreas que incluye los parajes de Camp d’en Pique, La Baixada y Coll de Falset, con distintas orientaciones y en la actualidad viñas de 19 a 31 años; y el top L’Ermita (más de 1.000 €, poco más de 1.000 botellas). Su etiqueta más mítica procede del pequeño (1,4 ha.) y viejo viñedo (cepas de entre 84 y 104 años) que asciende en una escarpada pendiente de los 350 a los 430 metros y está coronado por una ermita. En la añada 2017 se ha convertido en la primera gran vinya classificada (el equivalente a un grand cru) de la denominación.
Pero las cosas han cambiado notablemente en los últimos años. El lanzamiento del fresco y frutal Camins del Priorat (17 €, sólo ocho meses de barrica, por encima de las 200.000 botellas) con la cosecha 2007 abrió el mercado de los priorats de precio asequible, nada más y nada menos que de la mano de quien elaboraba el vino más caro de la denominación. La popularización del Priorat estaba en marcha. Por las mismas fechas nace Gratallops (50 €, en torno a las 20.000 botellas), que se acoge a la nueva designación de “Vi de la Vila” dentro de lo que ha sido el primer intento serio en España por acotar el territorio y delimitar el carácter de los distintos municipios (villages) dentro de la DOQ Priorat. Elaborado únicamente con variedades locales (base de garnacha y en torno al 20% de cariñena) ofrece un estilo más aéreo y aromático que evoca con gran fuerza un paisaje mediterráneo de jara y romero.
La misma tendencia ha acabado impregnando otros vinos de la gama, en especial Finca Dofí que ya es prácticamente un monovarietal de garnacha. L’Ermita, aunque se había convertido en una garnacha casi pura, lleva algo más de cariñena en sus últimas añadas. En los vinos top también se incluyen uvas blancas (garnacha blanca y macabeo) que apenas representan el 1% de la mezcla. La última novedad, que se estrena con la cosecha 2015 en el entorno de los 200 € es Aubaguetes, otro vino de viña muy vieja orientada al norte y procedente del municipio de Bellmunt que antes de destinaba a Terrasses. El coupage viene a ser dos tercios garnacha y un tercio cariñena
Los actuales priorats de Álvaro Palacios son definitivamente menos estructurados y mucho más expresivos, aéreos y bebibles desde su puesta en el mercado.