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1. Rafael Palacios. 2. Sorte Antiga. 3. Maquinaria adaptada al terreno. 5. Arena en Sorte O Soro. 5. Con el viticultor Teodoro Benéitez. 6. Louro en copa Riedel Grüner Veltliner. 7. Foudres. 8 Sorte Antiga, en el mercado a finales de año. Fotos: A.C.

Bodega destacada

Rafael Palacios: “Me he hecho viticultor en Valdeorras”

Amaya Cervera | Viernes 04 de Mayo del 2018

Rafael Palacios, “Rafa”, recordará 2017 como uno de sus años más difíciles tras las devastadoras heladas que afectaron a muchos de sus viñedos. Las consecuencias aún se pueden ver en el campo: podas agresivas, plantas que se han tenido que arrancar, injertos perdidos… Si en la cosecha 2016 se alcanzó una producción histórica de 300.000 botellas, en 2017 no se superarán las 130.000.

Valdeorras, la región orensana en la que Palacios estableció nuevos horizontes de calidad (y precio) para los blancos de godello, resulta cada vez más atractiva a actores de peso del vino español. “Siento la presión de los inversores”, confiesa Rafa mientras salimos de su bodega situada en A Rúa, en el valle del Sil, y enfilamos hacia el valle del Bibei, la zona más escarpada e indómita de la denominación donde se encuentra casi todo su viñedo. En su particular annus horribilis ha decidido dejar de producir su blanco de entrada de gama Bolo y depender menos de uvas de terceros.

Un especialista en blancos 

El panorama era muy diferente cuando Rafael Palacios llegó a Valdeorras a principios de los 2000 para colaborar con una bodega clásica ubicada en el valle del Sil como Valdesil. Para entonces, y después de haberse formado en Francia y Australia, ya se sabía “un técnico de blancos” que había puesto en práctica mucho de lo aprendido con el lanzamiento de Plácet (la primera cosecha fue 1997) dentro de la bodega familiar de Alfaro en Rioja Baja. 

La región gallega le enganchó como ninguna antes. “Yo me he hecho viticultor aquí”, confiesa. “De pronto, me di cuenta de todo lo que me ataba la tierra. Quizás por eso no tengo demasiado interés por trabajar en otras zonas”.

Por otro lado, nunca le ha tentado elaborar tintos, como si tuviera un pacto con su famosísimo hermano mayor para no entrar en territorio ajeno. Muy conocido por sus priorats y bierzos, Álvaro Palacios es el actual propietario de la bodega familiar de Rioja y no hace más blancos que el Plácet que heredó de Rafa. Y Rafael, por su parte, sigue injertando con godello sus viñas de tinto sin querer entrar en una categoría en la que sus vecinos del valle del Bibei, Telmo Rodríguez y Pablo Eguzkiza, están consiguiendo grandes logros. 

Altitud y calidad van de la mano

Palacios cultiva 33 hectáreas, de las que 21,5 son en propiedad y el resto arrendadas. También compra uvas a cinco viticultores asociados pero la filosofía es trabajar con uvas controladas muy directamente. Ahora que está en proceso de certificación ecológica para sus viñas y aspira al sello biodinámico para sus parcelas más señaladas, reconoce que el principal problema es conseguir que sus proveedores se certifiquen también. 

Muchas de sus nuevas plantaciones, que ya superan los 10-15 años, se destinan ahora a  Louro, un perfil de godello con un 8% de treixadura que él mismo califica de “más comercial”, pero que fermenta y cría muy concienzudamente en foudres de madera. Se elabora con parcelas situadas entre los 580 y 640 metros de altitud, la mayor parte del municipio de O Bolo, aunque también pueden entrar uvas de otros dos pueblos. En los suelos mandan las arenas con algo de arcilla. 

“A medida que se gana altitud desaparece la arcilla y encontramos una arena más pura”, explica Rafael Palacios mientras nos adentramos en el valle del Bibei. “Es una zona de granito puro”, recalca. Frente a los amplios espacios que dibuja el Sil, el paisaje aquí es mucho más abrupto y escarpado. De hecho, la otra orilla del río pertenece ya a la Ribeira Sacra

Pese a que la previsión es de sol y altas temperaturas, la mañana aparece sombría y nublada. “Es lo habitual aquí; a menudo se forman nieblas matutinas, pero es que el gran factor cualitativo de la zona son las noches frías”, explica Palacios. El mayor riesgo son las heladas, que pueden producirse hasta la primera semana de mayo.

Arena, granito y orientación norte

El 80% del viñedo de As Sortes, el vino central que se estrenó en la añada 2004, está en Santa Cruz, uno de los muchos núcleos de población que componen el municipio de O Bolo. Para Palacios, “As Sortes es la expresión del valle del Bibei. Muestra cómo la godello se puede transformar gracias a la particular geografía de este lugar que se resume en tres elementos clave: la altitud, los suelos de arena y granito, y la orientación norte”. El Bibei también es el salvoconducto de Rafael Palacios para “huir del perfil de vinos gordos y pesados”.

El nombre recoge la tradición de heredar la tierra mediante sorteo; una parcela aquí es una “sorte”. El tamaño llega a ser ridículo por la cantidad de veces que se ha repartido la propiedad y se pueden reconocer los distintos propietarios a simple vista por la forma de cultivar (sobre todo cuando se usan herbicidas) o por el contraste entre parcelas abandonadas y en producción. 

As Sortes es un encaje de bolillos de seis parcelas que se trabajan en su mayor parte con levaduras autóctonas en barricas de 500 litros, cada una de ellas con control de temperatura independiente.

En los viñedos de Rafael Palacios había gran actividad durante la última semana de abril para labrar tras las abundantes lluvias de los meses anteriores. El calendario de tareas en campo está perfectamente planificado. El momento más relajado del año, que va desde fin de vendimia hasta el momento en que se inicia la poda, se aprovecha para realizar nuevas plantaciones y restaurar o construir muros.

“Los bancales son espectaculares y los defiendo como parte del patrimonio de esta zona”, recalca Rafa, quien está convencido de que su mayor virtud es la retención de materia orgánica en una zona de mucha erosión y pronunciadas pendientes. “El problema -continúa- es el efecto de acumulación de calor que provoca la piedra y que hace que la viña no descanse. Por eso dejamos un espacio para que las cepas no estén pegadas a los muretes”. 

El nuevo Sorte Antiga y otros vinos de parcela

Rafael Palacios es un elaborador meticuloso y detallista. A su bodega inmaculada se suma el detalle con el que cuida la viña y su preocupación por el paisaje. Ha llegado a pedirle permiso a un paisano para poner una lona en su propiedad y ocultar una vista poco inspiradora. Muchos de sus viñedos están protegidos para evitar la entrada de los jabalíes y los más emblemáticos están delimitados por muretes con cancelas a la entrada al más puro estilo borgoñón. 

Su primer vino de parcela y la viña de sus ojos, Sorte O Soro, se estrenó en la cosecha 2011, aunque hay un ensayo previo de 2009 que nunca salió al mercado y que ahora está en un momento fantástico. La producción no supera las 3.000 botellas y el precio ha subido ya a los 120 €, lo que le sitúa fuera del alcance de muchos aficionados. El viñedo es más joven, una de las primeras replantaciones de godello realizadas por Paco Blanco (un viticultor al que Rafael compró varias propiedades) aprovechando viejos bancales familiares y que según el más joven de los Palacios reúne una fantástica serie de condiciones: un clon muy equilibrado, perfecta densidad de plantación y distribución de cepas, suelos de granito oxidado con arena muy fina que dan un carácter salino al vino y el hecho de estar expuesto a una brisa permanente.

Sorte Souto siempre ha sido la viña más complicada por la “acidez bestial” que le caracteriza. Se ha vinificado en seco en un par de ocasiones, pero su naturaleza parece ser la de un vendimia tardía que ha salido de forma intermitente y oficiosa. No se hace todas las añadas y es, probablemente, la etiqueta más esquiva del proyecto.

Sorte Antiga es la parcela más vieja plantada hacia 1920. Son apenas 0,23 hectáreas de cepas que crecen directamente de la roca (“un granito duro no degradado”). Hay tan poco suelo y las raíces son tan superficiales que no se puede labrar, de modo que se trabaja con azada una vez al año y se cubre el suelo de paja para “evitar la evaporación del agua e impedir que los rayos de sol penetren en el suelo y favorezcan el crecimiento de hierba”, nos cuenta Palacios. Rafa se ha inventado un sistema de conducción en forma de pirámide invertida que sirve tanto para sujetar los zarcillos y protegerlos del viento como para sombrear los racimos durante el verano.

“Antiga no ha sido nunca tan elegante como O Soro, pero una piel de viña de 100 años tiene un enorme potencial”, asegura Palacios, que ha buscado una elaboración tradicional para hacer aflorar esa expresión. Su versión de un vino naranja es tan sutil que nadie adivinaría que hay un trabajo con pieles de un mes. A la vista y en nariz, el concepto pasa desapercibido y solo se revela por una leve tanicidad en el paladar que tiene el contrapunto de una acidez vibrante y cítrica. 

Sorte Antiga 2016, que saldrá al mercado a finales de año, es un vino mágico y vertical, pero tan confidencial como el diminuto viñedo al que Rafa lleva años y años dedicando gran parte de sus desvelos. 

Con casi 15 años de trabajo a sus espaldas en el Bibei, Palacios lo tiene claro: “no soy un productor que haga cosas nuevas cada minuto”.

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