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1. Hacienda Monasterio rodeada de viñedos. 2. Compost. 3. Últimos sangrados de la cosecha 2015. 4. Otoño. Fotos: Amaya Cervera y cedidas por la bodega.

Bodega destacada

Hacienda Monasterio consolida su posición en Ribera

Amaya Cervera | Lunes 02 de Noviembre del 2015

“La de 2015 ha sido una de las vendimias más tranquilas de los últimos tiempos”, dice el enólogo Carlos de la Fuente, mientras se disculpa por el estado de la bodega, inmersa en una ampliación de espacios de cata y oficinas. “A medio plazo también está previsto cambiar la nave de elaboración para duplicar el número de depósitos y poder trabajar en volúmenes más pequeños”, explica este profesional nacido a unos pocos kilómetros, en la pedanía de San Bernardo, y cuyo padre fue trabajador de Vega Sicilia.

Una vinificación aún más detallada por parcelas y variedades de uva les permitirá hilar más fino en sus vinos. Por otro lado, la compra de unas 20 hectáreas de viñedos limítrofes con la finca que se realizó hace unos pocos años no está pensada para ampliar la producción, sino para tener una mayor capacidad de selección. “Como no regamos la viña, la añadas varían mucho en número de botellas y hemos tenido grandes tensiones durante años al no poder suministrar la cantidad que cada cliente quería. Adquirir la finca colindante, de iguales características a Hacienda Monasterio, nos ha dado una gran estabilidad para poder seleccionar lo mejor del conjunto de la finca” asegura el propietario Carlos del Río.

Hacienda Monasterio goza de un envidiable posicionamiento de precio entre las firmas de la Ribera del Duero. Su vino central, que en la cosecha 2001 abandonó el indicativo de Crianza para comercializarse como genérico (sólo con el año de cosecha) se vende entre los 28 y 33 € en España y tiene una producción de unas 170.000 botellas anuales. Por encima están el Reserva, con producción de entre 16.000 y 21.000 botellas y en el entorno de los 50 €,  y el Reserva Especial (70-75 €), que no se elabora todos los años, y del que se hacen unas 3.000 botellas. Son vinos para ocasiones especiales, concebidos para desarrollarse en botella y, especialmente en el caso del Reserva y Reserva Especial, muy aptos para la guarda. La bodega ha sido capaz de capear la crisis manteniendo su estatus y sin sacar ninguna nueva etiqueta de precio inferior al mercado.

Suelos calcáreos en la Ribera vallisoletana

Hacienda Monasterio es un proyecto de vino de finca. Sólo trabaja con sus propios viñedos que rodean la bodega y que en la actualidad suman unas 95 hectáreas. Lo más distintivo es el color blanquecino del terreno debido al alto componente calcáreo que permite retener muy bien la humedad, aunque se han llegado a definir hasta 12 tipos de suelos distintos. Todo el viñedo se asienta en una ladera orientada al sur, el seguro perfecto para obtener buenas maduraciones en esta región de clima extremo y caprichoso con acusadas diferencias entre añadas y en la que incluso se pueden registrar heladas en septiembre antes del inicio de la vendimia.

La finca está situada en el municipio de Pesquera de Duero, en Valladolid, bastante cerca del monasterio de Valbuena y de Vega Sicilia, de la que llegó a formar parte en el siglo XIX.  Cuando varios inversores daneses la adquieren a finales de los ochenta, pertenecía a la extensa propiedad de Dehesa de los Canónigos. En apenas dos años la bodega pasó a manos de una sociedad sevillana y en 1994 fue adquirida por un grupo de socios procedentes en su mayoría de la firma jerezana Garvey con Carlos del Río, Manuel Piñero y Francisco Guerrero a la cabeza.

Hacienda Monasterio y Peter Sisseck, una sólida relación

El origen danés de los primeros propietarios les llevó a pedir asesoramiento a un compatriota experto en enología. Peter-Vinding-Diers envió al entonces joven enólogo Peter Sisseck que en 1995 se convertiría en el muy reputado creador de Pingus, el vino más caro de España.

La idea de Sisseck era pasar sólo unos meses en la zona antes de incorporarse a otra firma legendaria, la californiana Ridge Vineyards. “Al final me quedé y llevo ya 25 años”, rememora divertido. En los primeros tiempos trabajó únicamente como enólogo de Hacienda Monasterio y luego compatibilizó esta tarea con su propio proyecto de Pingus, apoyándose cada vez más en Carlos de la Fuente. El compromiso del danés con la bodega es firme. De hecho, hasta hace bien poco vivía en un apartamento edificado en la parte superior de sus instalaciones.

Sisseck diseñó los vinos de Hacienda Monasterio como un cruce de influencias entre Vega Sicilia y Pesquera: “Lo primero que hice al llegar a Ribera fue probar todo lo que pude. Evidentemente Vega Sicilia era el tinto más complejo, pero el estilo era muy clásico. Pesquera, por otro lado, no tenía tanta complejidad, pero resultaba fresco y moderno. Mi idea fue utilizar las variedades con las que trabajaba Vega Sicilia y realizar envejecimientos más cortos al estilo de Alejandro Fernández (el creador de Pesquera), pero en lugar de utilizar roble americano introdujimos barricas francesas”.

Junto a la tinto fino (como se conoce aquí a la tempranillo) mayoritaria en la zona, los tintos de Hacienda Monasterio incorporan merlot, cabernet sauvignon y malbec. Si la primera es, probablemente, la uva menos interesante en la zona aunque cumple su papel en el ensamblaje del Cosecha, la calidad y elegancia que alcanza la cabernet en la finca es realmente destacable, mientras que la malbec “nos da un ‘efecto graciano’ en cuanto que aporta color y acidez”, explica Carlos de la Fuente.

Viñedo ecológico y ahora también vino

Otro elemento diferencial de Hacienda Monasterio que no debería extrañar a quienes conocen de cerca a Sisseck es su compromiso ecológico. Si el danés, ferviente defensor de la biodinámica, anunció hace unos meses que su Pingus 2014 saldría al mercado con certificación Demeter, todo el viñedo de Hacienda Monasterio es orgánico y desde la cosecha 2014 también lo son los vinos atendiendo al trabajo que se realiza en vinificación y crianza.

Acorde con esta filosofía, la bodega se hace su propio compost (se puede ver en la foto superior) con residuos de uva y estiércol de una granja también ecológica. “Buscamos que haya actividad bacteriana en profundidad y, en general, vida en el suelo para descomponer la materia orgánica y que las viñas tengan un desarrollo vertical de la raíz”, dice Carlos de la Fuente. En vinificación se trabaja con las levaduras que vienen del campo y se apuesta por las fermentaciones espontáneas.

La finura en Ribera del Duero

Si hay algo que caracteriza a los vinos de Hacienda Monasterio son sus texturas aterciopeladas. Para mí fue una sorpresa catar distintas variedades de barrica de la cosecha 2014 (que puede ser una de las más grandes de los últimos tiempos, por cierto) y descubrir lo bien integrados que estaban ya los taninos. “Desde el principio –dice Peter– la idea ha sido trabajar en una línea de vinos finos a la europea”. 

En los últimos tiempos la finura se busca también con vinificaciones más rápidas que aporten más frescura y una mayor expresión de fruta. La gestión del alcohol es otro elemento decisivo en la Ribera. “En los años buenos (se refiere a cosechas de alta maduración) nos acercamos mucho al estilo de Toro. Tener viñedos que maduren en añadas marginales (más frías) te permite hacer vinos finos casi todos los años”, expone Sisseck. 

Tengo un recuerdo especialmente bueno de los 2009 de esta bodega (sería un “año bueno” en la terminología del enólogo danés) y sus 2011 actualmente en el mercado en versión Reserva y Reserva Especial (aunque este último está aún muy lejos de alcanzar su plenitud) también me parecen muy destacados por su voluptuosidad y presencia en boca. A los enólogos de la casa en cambio les hubiera gustado algo menos de alcohol y dicen haber aprendido muchas cosas que han aplicado en la añada 2015, la de los calores infernales en el mes de julio y una de las más tempranas de la década. En la fría y complicada 2013, en cambio, es cuando se pone de manifiesto la habilidad del productor para interpretar el año: “Son vinos aptos para una crianza prolongada”, opina Sisseck. El Cosecha que pude catar y que saldrá al mercado a mediados del año que viene apunta buenas maneras y marca muy buena acidez en el vino. Lleva algo más de cabernet de lo habitual.

Cualquiera que quiera conocer el estilo de la casa lo encontrará en el Hacienda Monasterio 2012 actualmente a la venta: finos aromas de fruta roja en confitura y balsámicos seguidos de una boca elegante y de fina textura, con acidez suficiente y un ligero toque salino en final que le da una particular distinción. 

Montecastro: una segunda bodega

La noticia de la fusión de Hacienda Monasterio y Montecastro saltó a la prensa económica en febrero de 2014. Situada también en la provincia de Valladolid pero más al sureste, en el municipio de Castrillo de Duero, Montecastro es una bodega bastante más joven que se estrenó en el mercado con la cosecha 2002. En la práctica, y con el 50% de las acciones, Hacienda Monasterio se ha convertido en el accionista mayoritario

El objetivo principal según Carlos del Río es “estar más presente en Ribera del Duero, donde pensamos que se pueden hacer vino maravillosos a distintos niveles. Nos gustó mucho el reto de viñas en altura".

Las condiciones en los viñedos de Castrillo de Duero son muy diferentes respecto a los viñedos ubicados en Pesquera. Si las viñas de Hacienda Monasterio van de los 730 hasta los 790 metros de altitud, en Montecastro alcanzan los 920, lo que implica maduraciones mucho más tardías de hasta una semana de diferencia. Los suelos son de limo rojo, con zonas calcáreas y pedregosas e incluso algo de canto rodado. El objetivo aquí, explica el enólogo Carlos de la Fuente, es “producir vinos de altura y de frescura a partir de los viñedos propios de la bodega”. De momento, y de acuerdo con la filosofía de trabajo de Hacienda Monasterio, todo el viñedo se está transformando a ecológico.

Desde un punto de vista estratégico, lo más importante para Carlos del Río es “no haber querido lanzar una segunda marca en Hacienda Monasterio, mientras que Montecastro nos permite elaborar buenos vinos a un nivel de precio algo inferior”. 

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1 Comentario(s)
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Ricard escribióMiercoles 04 de Noviembre del 2015 (06:11:09)Muy interesante este artículo, Amaya. A mi hace años que me fascina el Hacienda Monasterio - es un vino de suprema elegancia y finura, y al mismo tiempo esconde una intensidad y poderío que a medida que se va acabando la botella, van expresándose estas cualidades, y el último sorbo no tiene nada que ver con el primero. Empieza cerrado y sutil y acaba explosivo. En 2008 tomé el simplemente asombroso Reserva 2001, del que se produjeron 26.200 botellas, y en el restaurante sacaron la última botella que tenían, con una etiqueta dañada por la estantería de la bodega donde estaba almacenado. Foto aquí: https://www.flickr.com/photos/ricard67/2553405356/
 
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