Pasión por el vino español

conoce

todo sobre el
vino español
Ver más artículos
  • Pep Rodríguez, de Soca-Rel: retrato de un vigneron mallorquín
  • Pep Rodríguez, de Soca-Rel: retrato de un vigneron mallorquín
  • Pep Rodríguez, de Soca-Rel: retrato de un vigneron mallorquín
  • Pep Rodríguez, de Soca-Rel: retrato de un vigneron mallorquín
  • Pep Rodríguez, de Soca-Rel: retrato de un vigneron mallorquín
Pep Rodríguez, sus vinos y sus viñas. Fotos: A.C.

Bodega destacada

Pep Rodríguez, de Soca-Rel: retrato de un vigneron mallorquín

Amaya Cervera | Martes 11 de Julio del 2023

Si fuera una variedad de uva, Pep Rodríguez sería el resultado de cruces diversos. Su árbol genealógico incluye un abuelo portugués y una abuela gitana; la madre, murciana; el padre de Ayamonte (Huelva, Andalucía). Él nació en Mallorca (Capdellà, 1971), pero para los estándares locales es un foraster (un forastero, alguien de fuera). A su mujer, que tiene el pedigrí de los de la tierra, se le ocurrió bautizar la bodega como Soca-Rel, una expresión local que se puede traducir como “de pura cepa”, y a él le encantó porque siempre le hizo gracia la manera en la que se “ultra protege” la cultura local de la isla. 

Aunque una gran mayoría de productores de Mallorca está volviendo la vista hacia las uvas de la tierra, las castas internacionales siguen ocupando un espacio más o menos amplio en sus gamas de vinos. Pero Pep, que nace sin lastres ni ataduras y saca sus primeros vinos al mercado en 2020, presume de que la suya es una bodega cien por cien de variedades locales. Con apenas 10.000 botellas que, como mucho, espera aumentar hasta las 18.000, nadie encarna mejor la figura del vigneron mallorquín. 

La sabiduría de los payeses

No ha llegado hasta aquí por el camino más cómodo ni el más directo. En su juventud, el vino estuvo empañado por el consumo excesivo del padre. “En casa tomaba un vino de mesa de Vins Ripoll y en los restaurantes bebía José L. Ferrer”. El destino ha hecho que los primeros sean hoy sus vecinos y que José L. Ferrer sea la empresa en la que lleva trabajando en el área de viticultura desde hace 26 años. 

Por eso la casilla de salida de su recorrido vital fue el amor por el campo. Lo primero que hizo fue recoger almendras y algarrobas; luego, con 17 años consiguió trabajo en una possessió, la típica explotación agrícola mallorquina. Era una finca de 200 hectáreas donde el cereal y otros cultivos convivían con la ganadería (ovejas, cerdos, burros…). Allí se empapó de la cultura de los payeses. “Lo absorbí como algo bíblico, como si fueran los 10 mandamientos”, confiesa. Pero la década de los 90 no fue la mejor para la gente del campo. “A mis compañeros de la construcción les fue bastante mejor; yo de allí pasé a otra finca que tenía un viñedo dos hectáreas de cabellis (manto negro); me llamaba la atención que hacían un vino al que no le poníamos absolutamente nada; era un desastre, pero nos lo bebíamos porque lo hacíamos nosotros”.

Su trabajo oficial desde finales de los noventa ha estado en las viñas de José L. Ferrer, la gran bodega de la isla, pero siempre mantuvo sus inquietudes en paralelo. “Llevo haciendo agricultura ecológica por mi cuenta desde 2000-2001. La gente que me enseñó no contemplaba la posibilidad de no trabajar con la luna, no meter ovejas en la viña o no dejar descansar una parcela. Parece que se quita importancia a quien lleva años trabajando así, pero todo lo que aprendí de esos payeses me ha venido muy bien”, asegura.

Otra consigna suya es “en el campo, olvídate del calendario” Y esto, según explica, hay que entenderlo, aceptarlo y aguantarlo. “Hemos querido convertir este trabajo en arte, que no es eso, o en una tarea de diez a cinco, como si fuera de oficina”, ironiza.

Por la vía de las variedades locales

El germen de Soca-Rel es una finca situada a caballo entre Binissalem y Consell que Pep alquiló en 2008 y que constituye el corazón de su proyecto. A partir de ahí empieza a alquilar terrenos abandonados a cambio de su mantenimiento y de un pago en vino. Por esas fechas encuentra también a un constructor que le financia y le presta un sótano en los bajos de un supermercado para elaborar a muy pequeña escala. Allí hizo los primeros experimentos que luego paseaba por pequeñas ferias de vinos de garaje. 

Un apoyo muy valioso en aquella época fue Antoni Martorell, investigador del IRFAP (Institut Recerca i Formació Agroalimentaria i Pesquera Illes Balears), quien le dio valiosos consejos para hacer vino (“el más importante fue: limpia, limpia y limpia”) y le ayudo a conseguir material vegetal de variedades recuperadas. 

En las 4,5 hectáreas que cultiva en la actualidad tiene plantadas manto negro, escursac, esperó de gall, fogoneu, mancés de tibús, fogoneu y la vinater blanc, la única que aún no está autorizada y que ni siquiera ha entrado en el proceso ante la dificultad de encontrar material libre de virus. Las uvas blancas no estaban en sus planes, pero experimentó un auténtico flechazo en una cata de variedades minoritarias de la Universidad de Baleares y ahora está contento con su comportamiento en la viña: “Da buena carga y es fácil de trabajar”.

También tiene un pequeño jardín de variedades, construido en su mayoría con material vegetal de Can Aixertell, donde la Universidad de Baleares creó un viñedo experimental. Aquí se pueden ver las castas blancas argamussa, quigat y valent blanc, y las tintas callet negrella, giró negre o vinater negre (bobal).

Las plantas más antiguas no tienen mucho más de ocho años; las más recientes son de este mismo año. Separa las variedades por líneos, pero las va alternando para favorecer la polinización. Prefiere el vaso frente a la espaldera, pero no renuncia a elementos que considera necesarios como el riego. “Casi todo el mundo lo está poniendo. El año pasado tuvimos 34º C ya en mayo. Esta primavera ha sido lluviosa e igual aguantamos más, pero en cualquier caso la filosofía es la de un riego deficitario”. 

La última novedad en la viña consiste en intercalar olivos y frutales para conseguir sombra y refrescar el microclima de la planta. Es algo que su amigo Francesc Grimalt de 4 Kilos lleva estudiando desde hace años (recomendamos escuchar esta fantástica charla que dio en un encuentro de Futuro Viñador). La profundidad de los suelos facilita este modelo de policultivo. Son terrenos procedentes de la erosión de la Serra de Tramuntana formados por una mezcla de canto rodado con arcilla inerte que no tiene nutrientes pero que sí proporciona humedad.


Solos, juntos o revueltos

Todos sus vinos son ecológicos. Certifica añada y variedad, pero no está acogido a ninguna indicación geográfica. Cuenta que sus distribuidores se han empeñado en decir que hace vinos naturales, pero él, aunque en ocasiones corre riesgos, no se siente identificado con esta etiqueta. 

Su gama básica está formada por tres tintos: uno de manto negro, otro de escursac y un tercero que mezcla las dos variedades al 50% y que en las últimas añadas está trabajando en co-fermentación. Cree que, de esta forma, cada casta transmite mejor su personalidad al vino. 

Despalilla, pero no estruja para poder trabajar con grano entero. Fermenta en tinas de plástico con levadura natural (suele hacer un pie de cuba) y utiliza unas planchas redondas para sumergir el sombrero. No hay maceración previa ni posterior a la fermentación. Realiza un primer trasiego para eliminar los fangos y un segundo más adelante. El vino se mantiene en depósitos de acero inoxidable hasta su embotellado en marzo o abril. De momento no filtra, porque no ha tenido buenas experiencias en este sentido. Tampoco usa madera porque no se la puede permitir, aunque el año pasado hizo una prueba con una barrica de poro pequeño que le consiguió Grimalt y cuenta que fue todo un éxito. 

El manto negro puede llevar del orden de un 5% de fogoneu. Es una variedad para la que el momento de vendimia es importante porque “la época de fruta dura poco y se cuece en seguida; eso es lo que en ocasiones la hace tan pesada”, apunta. La suya apenas tiene 12,5%, ofrece notas de fruta en licor sobre un fondo terroso y un paladar con sustancia y buena textura. El escursac es más energético, con un perfil que se va más a la fruta roja y a los herbales, vibrante en boca y con agradable textura redondeada.

Pero mi vino favorito fue la mezcla de los dos por su mayor intensidad aromática, con elementos de los anteriores pero mayor definición y profundidad que cualquiera por separado. El tanino curiosamente se sentía más firme, pero eso habla a favor de su capacidad de desarrollo en botella. Los tres vinos se venden en el entorno de los 19 €. Se distribuyen en Mallorca a través de S’Estanc Vell y Vinámica, y en Barcelona, de HumanVins.


Bajo la marca Politxó existe una línea experimental que puede cambiar de un año a otro. En 2022 elaboró un esperó de gall de 12% vol., una variedad tinta silvestre, vegetal (recuerda la ortiga, la tomatera) y tánica; y un vinater blanc de tan solo 11,5% vol. que anuncia a gritos el enorme potencial de esta uva. Tiene notas melosas y de flor blanca en nariz, con un paladar que empieza untuoso, ofrece luego notas de almendra cruda, y se va estirando y ganado verticalidad gracias a la enorme acidez de la variedad.

Una vez diseccionada cada uva, Pep Rodríguez empieza a tener información para pensar en cómo combinarlas. Si el ensamblaje de manto negro y escursac mejora notablemente a sus partes, el de esta última con esperó de gall consigue una mayor dimensión frutal y la sabrosura en boca que le falta a la esperó en solitario.

Otro de sus experimentos puertas adentro combina esperó de gall con vinater. Aunque sobre el papel parezca más arriesgado, se consiguen buenas dosis de frescor y, una vez más, se diluye la tanicidad de la primera.

Pese a haber empezado en 2020 con muy pocas botellas, Pep ya ha conseguido buenas puntuaciones de Jancis Robinson y que el boca-oído empiece a correr entre los iniciados. A sus 52 años, ni se le pasa por la cabeza dejar su trabajo en José L. Ferrer porque le permiten experimentar en el campo y está particularmente orgulloso de la conversión a ecológico de las 130 hectáreas propias y alquiladas que gestiona la bodega. “Mi obsesión es saber de viñedos y de vino; quizás es muy simple, pero a mí me parece algo fantástico”, nos dice.

ARTICULOS RELACIONADOS

Mallorca: Mediterráneo en estado puro
Quién es quién en el vino mallorquín
Ruta SWL: los vinos y la gastronomía de Mallorca
Un vergel de variedades en Mallorca
0 Comentario(s)
Comenta este artículo*
Recuérdame:
política de privacidad
*Todos los comentarios serán validados por un moderador antes de su publicación: