Bodega Tisalaya Lanzarote | Spanish Wine Lover

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BODEGAS

Tras 15 años cultivando uva, el viticultor lanzaroteño Miguel Morales decidió seguir el consejo de su padre Pablo, agricultor a tiempo parcial, y dejar de vender a granel para embotellar su propio vino. Se sumó así a la incipiente hornada de pequeños viticultores de Lanzarote que han decidido elaborar su propio vino en lugar de vender las uvas a las principales bodegas de la isla.

Le llamó Tisalaya, como la viña familiar en la que nace, y Miguel, que anteriormente era funcionario, se lanzó a esta nueva aventura de bodeguero artesano. En la parte de la elaboración y la gestión del viñedo le asesora el enólogo canario Carlos Lozano, que también ejerce como director técnico en Llanovid, la cooperativa de La Palma.

Frente al predominio de la malvasía volcánica, los Morales decidieron apostar por la variedad blanca diego (también conocida en otras islas como vijariego), que cultivan en hoyos cavados en el rofe, el sistema tradicional de la isla canaria, en una pequeña parcela con viñas de más de 90 años y suelos franco limosos y arcillosos. Son 1,45 hectáreas en Tisayala, una zona a 250 metros de altitud entre Masdache y Tinajo, en el centro de la isla. Además de un viña con diego arrendada en la zona de Juan Bello, tiene una viña en zanja en Tinajo donde cultiva algo de listán negro y malvasía.

Su primera añada fue 2017 y elaboraron 1.500 botellas que se vendieron en restaurantes de Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Madrid. Lamentablemente, Pablo falleció en mayo de 2018, sin llegar a ver el embotellado que tanto había deseado, y que finalmente se hizo en mayo de 2018. Elaborado con la variedad diego, Tisalaya macera durante 12 horas con pieles. El mosto se separa en yema, media yema y prensa y fermenta con levaduras propias sin hacer maloláctica. La crianza con sus lías dura nueves meses en acero inoxidable. En la viña de momento no se trabaja en ecológico pero según Miguel, practican una viticultura “lo más sostenible posible”.

Se podría decir que Tisalaya es un vino de garaje, ya que la bodega, ubicada en la localidad de Tinajo, es un pequeño espacio junto a la vivienda de Miguel donde vinifica, etiqueta y embotella de forma manual. Allí tiene un lagar a la antigua usanza y pequeños depósitos de acero inoxidable en los que además de Tisalaya, Miguel experimenta con pequeñas elaboraciones.

Desde la cosecha 2018 todos sus vinos están en DO, lo que le permite poner el nombre de la variedad en la etiqueta, un buen reclamo para los aficionados deseosos de explorar nuevos sabores.

Tras Tisalaya, se han añadido dos referencias más bajo la marca La Vegueta. Un blanco (unos 22 €) que combina diego y malvasía, con una breve maceración con pieles y crianza con lías en acero inoxidable, y un tinto de listán negro (alrededor de 16 €). Las producciones en ambos casos no van mucho más allá de las 1.000 botellas.