
Una de las aventuras más osadas en la historia reciente del vino español por su comunicación atrevida y desenfadada, Vintae es un grupo vinícola con origen en Rioja que se ha expandido a Navarra (Aroa), Toro (Matsu), Ribera del Duero (Bardos), Aragón y Cataluña para su serie de garnachas, y Galicia y País Vasco para la colección de vinos atlánticos Atlantis.
En esta trayectoria no exenta de polémica, sus artífices han roto con los códigos tradicionales del sector, muy especialmente en lo que se refiere al diseño de etiquetas y a la comunicación por todas las vías posibles de que el vino es divertido. También han popularizado ciertos estilos y hasta han creado el bar Wine Fandango en Logroño para escenificar una forma diferente de disfrutar del vino.
Aunque la mayor parte de estas iniciativas hay que atribuirlas a un equipo joven y dinámico conducido por Ricardo “Richi” Arambarri, la creación del negocio vinícola es de su padre. José Miguel Arambarri Terrero nació en Badarán en 1942 en un momento en el que en el campo no había futuro. De hecho, aunque el pueblo se ha hecho un nombre en los últimos años por la personalidad de sus garnachas, entonces estaba muy lejos de los grandes centros de calidad de los vinos de Rioja. Arambarri hizo carrera en el sector de la construcción y la promoción inmobiliaria para seguir luego emprendiendo en otros sectores.
En 1999 se adentra en el vino con una idea atípica. En un momento en el que la plantación de variedades blancas estaba prohibida en Rioja, se propone recuperar la moscatel de grano menudo en el entorno de Calahorra y unos años después impulsa la creación de la IGP Valles del Sadacia. Hoy, bajo este paraguas, se elaboran los Libalis (vinos aromáticos y de precios asequibles entre 6 y 8 € en versión blanca, rosada y frizzante) y el dulce Melante (7,5 € la botella de 50 cl.).
En 2003 se crea el proyecto de tintos de Rioja Hacienda López de Haro. Sin embargo, hasta 2006 no edificaron instalaciones propias. El lugar elegido no fue la localidad familiar sino un pueblo con mucho más pedigrí: San Vicente de la Sonsierra. En 2004 habían comprado sus primeras viñas en Navarra y por esa época empieza a moverse el proyecto de Toro y se inicia la exploración del valle del Queiles, zona a caballo entre Navarra y Zaragoza para el “Proyecto Garnachas” al que luego se añadirían ejemplos de Campo de Borja, Priorat y la propia Rioja.
2008 es una fecha clave en la historia de la compañía. José Miguel Arambarri sufre un ictus y sus hijos se han de poner al frente del negocio. “De un problema familiar, surge una oportunidad”, reflexiona Richi, quien apenas contaba con 23 años entonces, tenía toda la rebeldía de la juventud y encontraba el mundo del vino un tanto aburrido. Él y su hermano José Miguel se encontraron con una empresa que producía 400.000 botellas y había realizado fuertes inversiones; y con la crisis de finales de los 2000 a la vuelta de la esquina.
Lejos de amedrentarse, se lanzan a una renovación total. Uno de los hitos de esta etapa es el rediseño (polémico por la iconografía que recuerda a una histórica bodega centenaria) de la gama López de Haro para encarnar el clasicismo riojano -la propia bodega se bautiza como Bodega Classica. Destaca también la trilogía de sus vinos de Toro bajo la marca Matsu que compara tres estadios del vino con tres edades de la vida del hombre en los tintos El Joven, El Recio y El Viejo. Los potentes retratos marcaron un punto de inflexión en el diseño de las etiquetas de vino. Vintae también popularizó el vino natural con el lanzamiento del tinto Le Naturel atreviéndose a poner fecha de caducidad en la etiqueta. Este proyecto lo desarrollaron en Navarra tras hacerse en 2013 con la mayoría de la propiedad de Bodegas Aroa. Entre las iniciativas que no cuajaron, la colección de blancos Spanish Guerrilla, a partir de riesling, sauvignon blanc, chardonnay o gewürztraminer que no reflejaban claramente el carácter varietal de estas uvas.
Para sus etiquetas Vintae se ha apoyado siempre en Moruba, el estudio de diseño de Logroño fundado por Javier Euba y quien fuera diseñador en plantilla de Vintae, Dani Morales.
En lo que atañe a los vinos, la dirección técnica está en manos de Raúl Acha, que forma parte del proyecto desde los inicios y hace un muy buen tándem con Richi Arambarri. Originario de Cárdenas, otro municipio del valle del Najerilla famoso hoy por sus garnachas, es socio de Vintae y responsable, entre otras cosas, de la gran apuesta que ha realizado el grupo por esta variedad. No es casualidad que uno de los vinos top del grupo sea El Garnacho Viejo de la Familia Acha (70 € en España). Otra figura importante en el departamento técnico es el investigador, enólogo y experto riojano en variedades Pedro Balda, que está al frente del departamento de I+D de la casa. Su actividad actual está muy centrada en plantaciones en altitud y en la elaboración de espumosos (Vintae está a punto de lanzar su nueva gama de burbujas bajo la DOCa), vinos sin sulfuroso y trabajo con distintos recipientes de vinificación.
Viñedos el Pacto puede definirse como un proyecto de madurez más cercano al terruño. Bajo este paraguas se trabajan viñedos viejos tradicionales en dos áreas muy concretas de Rioja: la Sonsierra y el Alto Najerilla, cada una de ellas reflejada en un vino de zona y un viñedo singular. En la Sonsierra, El Pacto (70.000 botellas, 12 €) es un tinto de excelente relación calidad-precio dominado por la tempranillo fruto de la mezcla de casi 30 parcelas esparcidas por las faldas de la sierra de Cantabria. El elegante y firme parcelario Riojanda (700 botellas, 45 €) se limita a una parcela de 0.21 hectáreas plantada en 1920 entre Laguardia con Navaridas.
En el Alto Najerilla se elabora un blanco (9.000 botellas, 16 €) a partir de varias parcelas orientadas al norte y plantadas en suelos arcillo-ferrosos entre Cárdenas y Nájera, mientras que Valdechuecas (unas 3.000 botellas, 45 €) es una jugosa y expresiva garnacha de Cárdenas con categoría de viñedo singular. Se elabora a partir de una parcela plantada en terrazas en 1912 y 1918; el vino fermenta en depósitos de cemento y se cría en foudre.
El grupo posee unas 250 hectáreas de viñedo, la mayor parte en Rioja y Navarra, pero también en Aragón. En el resto de regiones, compran a viticultores locales. Es el caso de Ribera del Duero, donde se han centrado en zonas de altitud de Soria y en el páramo de Moradillo (Burgos) para conseguir vinos de corte más fresco. Aquí, por ejemplo, elaboran ya unas 300.000 botellas en una bodega alquilada.
Matsu en Toro es la firma de mayor volumen con alrededor de 1,2 millones de botellas, seguida de Hacienda López de haro (Bodega Classica) con un millón. En Navarra Bodegas Aroa produce alrededor de 250.000 botellas, mientras que el Proyecto Garnachas se sitúa alrededor de las 200.000 y Atlantis en unas 60.000.
El 50% de la producción se destina a exportación, donde despunta Toro (70%) frente a Ribera del Duero (50%) y Rioja, que con un 30% centra la mayor parte de sus ventas en España.
Los vinos pueden adquirirse en la tienda online de la bodega