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El calor y el fuego abrasan viñedos en comarcas de Cataluña y Madrid El cartel de bienvenida a Cadalso de los Vidrios, en la provincia de Madrid, testigo mudo del fuego que calcinó 3.300 hectáreas en Toledo y en la Comunidad de Madrid. Foto: Fernando García, Comando G

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El calor y el fuego abrasan viñedos en comarcas de Cataluña y Madrid

Yolanda Ortiz de Arri | Viernes 05 de Julio del 2019

Mientras en las zonas de producción de txakoli disfrutan de un comienzo de verano soleado y con temperaturas más agradables de las habituales que auguran, de momento, un buen año, en zonas del interior del país y de Cataluña algunas viñas se han abrasado, literalmente, con el calor y el fuego.

PRIORAT

Ester Nin y Carles Ortiz, viticultores en Porrera (Priorat), fueron de los primeros en publicar las desoladoras imágenes de los daños en sus viñedos provocados por la ola de calor del último fin de semana de junio, cuando se alcanzaron temperaturas de hasta 42ºC. “Algunas cepas han muerto, kilos de uva quemados a pesar de no haber puesto azufre desde hace 10 días, ni de haber quitado hojas que dan sombra a las uvas”, explicaban en la página de Facebook de Celler Nin Ortiz. “No sabemos que consecuencias traerá esto porque los mayores no recuerdan haber visto algo así nunca. El cambio climático está a la vista y es para todos”.


Más hacia el norte, en La Morera de Montsant, Aitor Trabado de Celler Pasanau entiende cómo se sienten sus vecinos de Porrera. “En nuestro viñedo Los Torrents, un cañón orientado al oeste que se encuentra entre Poboleda (340m) y La Morera (700m), hemos perdido la mitad de la cariñena, unos 1.000kg de uva, tanto de viña vieja como joven. Por suerte, solo se ha secado la fruta, no la planta”, explica Aitor, aliviado porque la garnacha no ha sufrido daños. “De Los Torrents sale la cariñena que utilizamos para el vino del mismo nombre, que es un coupage con garnacha. Será Vi de Paratge desde la añada 2017 pero veremos cómo queda la 2019.”

La bodega y otros viñedos están en La Morera, a los pies de la sierra de Montsant, donde se alcanzaron 40ºC el fin de semana. “Los racimos aquí están bien, pero hay puntas que se han secado porque el tamaño de las bayas es todavía muy pequeño”, explica Aitor, que indica que en esta zona la uva madura un par de semanas o tres más tarde que en otras zonas más al sur del Priorat. “El Vell Coster, nuestro viñedo de cariñena en Poboleda, de momento ha aguantado, pero veremos cómo evoluciona porque la previsión es que hará de nuevo mucho calor este fin de semana. Esta semana se han superado los 31ºC todos los días y por la noche la mínima no baja de 25ºC”, alerta Aitor. “Si esta ola de calor hubiera llegado a finales de julio, cuando el fruto está más grande, las plantas habrían aguantado mejor”.


José Mas, enólogo de Costers del Priorat con fincas en Bellmunt, Torroja y El Molar, explica que han tenido pérdidas limitadas (un 5% de la cariñena) porque como el año venía seco no esperguraron de forma intensa. “Esto nos ha salvado pero los racimos que se salían de la sombra están tocados en los hombros. Veremos qué pasa en agosto, cuando la uva empieza a enverar”, indica Mas. “También habrá que seleccionar bastante en mesa para quitar lo seco y evitar que los vinos queden duros o con sensaciones de piñón de pino”.

Desde el Consejo Regulador de la DOQ Priorat estiman que se ha perdido el 20-25% de la cosecha, aunque hay fincas en las que el 90% de la uva está dañada. El calor extremo se ha ensañado con variedades tintas como la cariñena (especialmente las plantas más jóvenes) y la syrah. Entre las blancas, las más afectadas son la pedro ximenez y la cartoixà. Por fortuna, la garnacha, que representa un 41% del total del viñedo en la región, ha resistido bien las temperaturas extremas y los cálidos vientos desérticos en un año en el que en Priorat ha llovido un 50% menos de lo habitual (90 litros frente a los 170 habituales al final de la primavera)

MONTSANT

En esta zona que rodea el Priorat, las 20 hectáreas en ecológico de Josep Grau Viticultor no han sufrido daños. “En vista del invierno y la primavera tan secas que hemos tenido, decidimos deshojar más tarde por si venía calor”, explica Modesto Arroyo, enólogo en la bodega de Marçà.

Diez kilómetros más al interior, en El Masroig, José Carlos Ríos está todavía estudiando los daños en las 500 hectáreas de viña que gestiona, pero avanza: “La cariñena, que es una variedad de ciclo largo, estaba con la piel más tierna que otras y por eso es la que se ha llevado la peor parte”, explica el director técnico del Celler Masroig, la bodega más grande de la DO Montsant. “Nosotros no habíamos tratado, pero da igual; el calor  extremo ha afectado de forma indiscriminada a los que habían dado una mano de azufre para proteger a las plantas del oidio como a los que no”, añade. “Aquí llegamos a estar a 45,5ºC. Yo soy de Sevilla y estoy acostumbrado al calor pero la sensación, con tan solo un 7% de humedad, era como estar en un horno”. Ríos cree que el incendio que se produjo unos días antes a unos 25km del Montsant quizás redujo la humedad agravando los daños.

Ahora se abre una época nueva porque nadie sabe qué ocurrirá, aunque el técnico de Celler Masroig pide que se evite el alarmismo. “Los más mayores de esta zona no recuerdan estas temperaturas extremas a finales de junio por eso toca adaptarse a esta situación y cambiar la mentalidad. Los payeses aquí son muy profesionales y trabajan muy bien pero habrá que adaptarse a la situación, deshojar menos y proteger los racimos”.

TERRA ALTA

Más al sur de la provincia de Tarragona, el propietario de Edetària, Joan Llaberia, informa de daños localizados en la región, especialmente en los valles por donde circula menos aire y en la cariñena, cuyos racimos cuelgan más que los de otras variedades y están menos protegidos del sol. “En esta ocasión, el problema no ha sido la falta de agua. El daño ha sido indistinto tanto en las viñas con riego como en las de secano. El sol ha calentado tanto que ha quemado la hoja de forma muy directa”.



Llaberia está todavía evaluando los daños en sus 60 hectáreas cultivadas en ecológico, pero avanza que en la garnacha blanca se han quemado las hojas aunque la buena masa vegetal ha protegido los racimos. Por contra, en la cariñena las hojas están en buen estado pero las uvas sí que han sufrido daños.

EMPORDÀ

En el extremo norte de Cataluña, el calor del fin de semana pasado también abrasó una parte de las cepas de cariñena de Salva Battle, propietario de Cosmic Vinyaters. Como en otras zonas más al sur, las viñas en hondones, con menos aireación, son las que más han sufrido, así como las orientadas al sol de la tarde.  “En algunos lugares hemos perdido entre el 15 y el 20% pero en sitios puntuales el daño alcanza el 50%”, asegura Salva. Como en el caso de Edetària,  las uvas de cariñena han sufrido más mientras que  en la garnacha el daño está en la hoja.



Y el calor sigue acechando. El fin de semana estuvieron a 41,5ºC y el día que hablamos con Salva (4 de julio) estaban a 37ºC y subiendo. A pesar de todo, el eternamente positivo Salva no se desanima. “Aunque la planta se ha deshidratado, la tierra todavía tiene humedad. Le habría venido muy bien un protector solar”.  No bromea. Tras esta experiencia, ha descubierto gracias a otros amigos viticultores, que tal remedio existe y es apto para viñedos ecológicos aunque él, de momento, no lo va a utilizar. “Hay que aceptar lo que hay sin forzar; veremos cómo evolucionan las plantas en estos dos meses hasta la vendimia”.

MADRID

El incendio, que comenzó el día 28 de junio en una zona de cultivo con arbolado en la localidad de Almorox (Toledo) y que ha calcinado 3.300 hectáreas en esta provincia y en la Comunidad de Madrid, está ya apagado pero sus consecuencias se dejarán notar en la región durante mucho tiempo.
Además del susto para los habitantes de los municipios madrileños de Cadalso de los Vidrios y Cenicientos —algunos tuvieron que ser evacuados, aunque afortunadamente no hubo víctimas—, los daños al paisaje y al entorno han sido considerables.

“Se han quemado robles, castaños, fresnos, encinas, almendros, olivos y todo el monte bajo”, explica Fernando García, de Comando G. El fuego también les ha provocado daños directos en alguna de sus viñas en la sierra. “Hemos perdido una hectárea, completamente abrasada, que estábamos recuperando en el monte y entre un 10 y un 15% en la zona de la Peña de Cenicientos. Se han quemado las cepas que pegan a las lindes y otras se han asurado por el calor”, explica Fernando, cuya bodega está en Cadalso de los Vidrios. “La cooperativa del pueblo es quien más viñas ha perdido”.

¿Cómo afectará el incendio, el más grave ocurrido en la Comunidad de Madrid en los últimos 20 años, a los vinos de la cosecha 2019? “Es posible que se produzca una pérdida de calidad en la uva, tanto por el golpe térmico como por el fuego”, añade el co-propietario de Comando G. “También hay riesgo de que los vinos huelan a ceniza, quemado y barbacoa, como pasó en Chile y Estados Unidos”.


Por su parte, Andreas Kubach (Península Vinicultores) desconoce todavía el alcance real de los daños aunque sí que es consciente de que han perdido algunos viñedos pequeños metidos en la sierra y que algunas lindes de sus fincas también se han quemado. “Nos comprometimos con esta zona porque por aquí hay mucha viña vieja en riesgo de desaparición”, indica el Master of Wine. “Y aunque la viña es una planta muy resistente, si se quema en una zona de monte de difícil acceso, no es económico replantarla de forma aislada”. 

Otro problema añadido es el descuido de las zonas de monte. “No hay gestión forestal, ni aquí ni en muchas otras partes de España. Esto, añadido a la ola de calor supone un peligro tremendo”, añade Kubach.

Conscientes de la situación dramática de su monte y con los rescoldos del fuego todavía latentes, los productores de Cadalso —la cooperativa, 4 Monos, Miguel Santiago, Finca Mariscalas y Luis Saavedra, en Cenicientos—, han decidido unirse y van a presentar ante las instituciones un proyecto de repoblación con especies autóctonas, limpieza de monte y replante de viñas en zonas históricas afectadas, con una plantación tradicional en vaso en secano con muros de piedra seca. “Si sale adelante, queremos hacerlo extenso a todos los viticultores que quieran plantar de esta manera”, añade Fernando García.

De momento, como dice Andreas Kubach, “la mayor ayuda es que la gente consuma los vinos de las zonas afectadas”.


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