Pasión por el vino español

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Descubrí Els Garrofers gracias a la gente de Alta Alella, una de las ocho bodegas de la pequeña DO Alella, que toma el nombre de un pueblo del Maresme, la zona costera al norte de Barcelona. A menos de 20 kilómetros de la ciudad, es perfecto para ir y volver en el día. Está tan cerca que en una mañana despejada se pueden ver a lo lejos las torres de la Sagrada Familia.

El restaurante lleva el nombre del enorme algarrobo (garrofer en catalán) que domina el patio frente a la ventana del restaurante. Sus vainas se muelen para hacer harina, que se destina al pan casero (inusualmente delicioso). El árbol y su harina son un reflejo de la filosofía Slow Food Km.0 del restaurante, que se esfuerza por abastecerse tanto de productos como de vinos de cercanía en la medida de lo posible. Los propietarios describen el lugar y su cocina (el menú y la carta de vinos están sólo en catalán) como "un espacio tranquilo, con un servicio propio y una cocina honesta en la que cada uno de nuestros platos se elabora con todo detalle".

A poca distancia del centro de la ciudad, Els Garrofers tiene una enorme terraza rodeada de pinos que protegen del sol en los días cálidos y un comedor espacioso y luminoso para cuando hace frío. El menú a la carta es conciso y está lleno de platos que despiertan interés, lo que dificulta la elección. Las opciones vegetarianas/veganas/libres de gluten están marcadas con símbolos.

La carta empieza con una selección de aperitivos para picar que cambian regularmente, como es de esperar con la filosofía Slow Food, estacional y local del restaurante, pero tiene propuestas como las croquetas de champiñones (1,70 € cada una) o los raviolis con verduras y ceps (13 €). Los entrantes incluyen una coca crujiente con escalivada de berenjenas y pimientos y sardinas ahumadas, o sopa de calabacín con tartar de gambas (ambas de 13,50 €).

Como es de esperar de un lugar con vistas del resplandeciente Mediterráneo, hay una oferta variada de pescados: por ejemplo, bacalao con alcachofas (18,50 €), vieiras sobre un puré de coliflor con patatas (17,50 €), erizos e hinojo, pulpo con chimichurri de algas y alioli cargado de ajo (19,50 €). Me encanta su cordero de cocción lenta durante 12 horas (18,50 €) que se sirve acompañado de patatas a la parmesana y champiñones ostra y siempre hay carne de vacuno curada en oferta. El menú dulce (5,50€ a 6€) incluye un semifrío de toffee, pan con aceite de oliva y chocolate negro (una vuelta de tuerca al clásico pà amb tomáquet catalán) y un arroz con leche de coco. También hay un menú de mediodía que cambia a diario y que actualmente cuesta 22€ - un precio muy competitivo, especialmente por la calidad de la cocina.

Hay una carta de vinos muy interesante, muchos de ellos de productores ecológicos y/o biodinámicos. La oferta por copas es limitada pero llamativa, con algunas joyas poco habituales (Autoctón de la DO Alella (blanco de Garnacha tinta envejecido en roble), Principia Matemática (Xarel.lo envejecido en roble) del Penedès, AA Parvus (Chardonnay) de Alta Alella, los siempre fiables Pétalos de Bierzo o Psi 2013 de Dominio de Pingus, el tercer vino de Peter Sisseck), con precios que oscilan entre los 2.5 y los 10 euros por copa.

Los precios por botella son igual de razonables: a 11 € y 13 € respectivamente, la Pansa Blanca de Alta Alella y l’Oratori de Martí Fabra ofrecen una excelente relación calidad-precio en la parte más económica de la carta, mientras que Flor de Pingus 2013 sube hasta 125 €. Particularmente atractiva es la forma en que dividen los vinos según su carácter y estructura: algunos blancos se describen como jóvenes, frescos y aromáticos, mientras que los tintos se clasifican como "de cuerpo medio y con crianza: pequeños regalos para disfrutar trago a trago". Un inconveniente para los clientes que solo hablen castellano o inglés es que la carta está sólo en catalán, pero el personal es siempre servicial y sonriente y dispuesto a traducir si el comensal tiene dificultades.

Els Garrofers es un lugar estupendo, un poco apartado de los itinerarios habituales y muy cercano al centro de Barcelona. Incluso hay un autobús a Alella que sale de Plaza Catalunya. Cuando te canses de las multitudes de la ciudad y de los restaurantes con precios desorbitados de La Barceloneta, acércate a la costa y disfruta de la experiencia de comer aquí. S.S.