
Situada en Sardón de Duero, en la frontera con la Ribera del Duero (de hecho, una parte entra dentro de los límites de la denominación), Santa María de Retuerta es una de las fincas históricas de la zona, con su bella abadía que deja bien claro una tradición vitícola que llegó a desaparecer por completo. Sin embargo, a partir de 1996 y con el impulso financiero del grupo farmacéutico Novartis, se pone en marcha un muy ambicioso proyecto que ha cubierto de vid 210 de las 700 hectáreas con que cuenta la finca.
El enólogo francés Pascal Debeck, que supervisó la plantación y la elaboración de las primeras añadas continúa como asesor, pero el día a día hace ya tiempo que está en manos de Ángel Anocíbar, quien ha demostrado una gran habilidad para devolver a la finca su antiguo esplendor vitícola.
En el viñedo, distribuido en laderas que bajan hacia el Duero y milimétricamente parcelado, manda la tempranillo, pero también se cultivan las variedades francesas cabernet sauvignon, merlot, syrah y petit verdot. La bodega, que utiliza ovis conducidos por grúas para trabajar por gravedad, está pensada para poder vinificar los distintos pagos por separado. En la crianza la apuesta es total por el roble francés.
La etiqueta central de la bodega, de la que se elaboran poco menos de medio millón de botellas es el Selección Especial (unos 16 € en España y 16 meses de crianza), con base de tempranillo en torno al 75%, cabernet sauvignon y un ligero porcentaje de syrah y/o merlot. Es uno de los tintos de referencia del Duero, comparable y a menudo superior a muchos riberas de su categoría. La bodega hace tiempo que dejó de luchar por estar dentro de la Ribera del Duero y hoy prefiere apoyarse en su muy consolidada marca y explotar su ubicación en lo que se ha venido en llamar “la milla de oro” donde se concentran firmas de primera línea como Vega Sicilia, Pingus y la propia Abadía Retuerta.
De Selección Especial pasamos a la gama de tintos de pago, casi todos en el orden de los 60 € y las 5.000 botellas de producción. Los más conocidos son el tempranillo Pago Negralada y el cabernet Pago Valdebellón, pero es muy destacable también el syrah Pago Garduña y la rareza del Petit Verdot, del que se elaboran poco más de 1.000 botellas y se cotiza por encima de los 100 € la botella. El hecho de estar fuera de DO y comercializar sus vinos como VT Castilla y León les permite no tener que plegarse a la normativa sobre variedades y elaborar esta gama de uvas foráneas. De la misma manera, hace unos pocos años lanzaron el blanco fermentado en barrica Le Domaine (unos 23 €, 13.000 botellas) con base de sauvignon blanc (60%) junto a verdejo, creando un estilo de aire bordelés y completamente novedoso frente a las elaboraciones de sus vecinos expertos en vinos blancos de Rueda.
Tras una completa restauración, la abadía, que cuenta con una iglesia románica del siglo XII, se ha reconvertido en un el lujoso hotel de 5 estrellas Le Domaine, un relais & châteaux que alberga un restaurante con una estrella Michelin. El hotel es el centro de una amplia oferta enoturística que va paulatinamente en aumento.
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