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1. Exteriores. 2. El stand de 11 Viñedos. 3. Participantes en la cata de Artisan Wine Attraction. 4. Pasillos concurridos 5 y 6. Off the Record. 7. Marc Lecha, creador de Liquid Vins. 8. Ponencia sobre envases alternativos. Fotos: A.C. and Y.O.A.

Experiencias

BWW 2024: recipientes, colas y más vino que nunca

Amaya Cervera y Yolanda Ortiz de Arri | Lunes 12 de Febrero del 2024

En solo cuatro ediciones, la BWW se ha quedado pequeña. Este año se ha presumido mucho de cifras (952 bodegas de 73 DOs, 21.000 visitantes, un 20% internacionales), con un 15% de crecimiento tanto en superficie como número de expositores. Una bodega de Rioja, habitual de las primeras ediciones, no pudo contratar su stand por falta de previsión y no fue la única: en mayo de 2023 ya estaban todos agotados. Pero también ha habido problemas de aforo: hubo visitantes obligados a soportar esperas para acceder a la feria con el consiguiente enojo en las colas y quejas por parte de las bodegas, que vieron cómo algunos clientes se quedaban fuera. Algunas personas que salieron brevemente del recinto descubrían que no podían volver a acceder de inmediato.

Para la próxima edición, que se celebrará del 3 al 5 de febrero de 2025, se ha anunciado un aumento de la superficie sin abandonar la céntrica ubicación del recinto de Montjuic.


Lo que más convence y sigue atrayendo a expositores de todos los tamaños es la facilidad para encontrar un lugar en el que sentirse cómodos dentro de la feria y la afluencia de importadores y compradores profesionales, que viajan a Barcelona invitados por BWW e ICEX. Para los visitantes, el gran aliciente es acceder al que es, sin duda, el mayor escaparate del vino español. En pocos minutos se puede visitar el lujoso stand de una gran marca, pasearse por distintas regiones españolas o aterrizar en la zona, mucho más modesta e informal, pero siempre muy concurrida de los pequeños productores, la mayoría de ellos (70 en esta edición) agrupados bajo el paraguas de Artisan Wine Attraction. Y con altas probabilidades de encontrar vinos interesantes en todos los espacios.

Otra vía para productores pequeños o de producción moderada es agruparse para compartir espacios más amplios y reducir los costes de participación en la feria. A los Rioja’n’Roll y Parajes y Majuelos se ha sumado este año 11 Viñedos con nombres muy interesantes de Rioja (Diego Magaña, Olivier Rivière), Alicante (Pepe Mendoza), Mallorca (Can Verdura), Txakoli (Itsasmendi) o Ribeira Sacra (Algueira), entre otros. Un viaje por España en unos pocos metros cuadrados.

Muchas ferias en una

El programa de actividades de este año ha sido especialmente rico, lo que siempre dificulta la elección entre perderse a catar por los stands o dedicar parte del tiempo a asistir a catas y ponencias. El alcohol en el vino, el consumo moderado, la sostenibilidad y la internacionalización fueron otros temas estrella de esta edición. Entre lo mucho que se nos quedó en el tintero destacamos la cata de los “10 magníficos” de Ribera del Duero impartida por Ramón Francàs, la de fondillones o las varias que giraron en torno al cava. 

El altavoz que ofrece BWW fue aprovechado por ICEX para dar a conocer los nuevos premios Foods and Wines From Spain que estarán organizados por Mundus Vini. Destacarán los mejores vinos españoles por categorías y se concretarán además en una lista Top 100 que se promocionará en mercados clave para el vino español. Asimismo, se entregaron los premios de La Guía de Vinos 20024 de La Vanguardia y se presentó el primer informe sobre el vino catalán realizado por Tim Atkin MW a través del formador y crítico residente en Barcelona Fintan Kerr.


La feria homenajeó a personajes clave que nos dejaron en los últimos meses: Carlos Esteva (Can Ràfols dels Caus), Xavier Gramona (Gramona), Antoni Mata (Recaredo), Javier Zaccagnini (Sei Solo) y Paco Rodero (Pago de los Capellanes). Además, Can Ràfols dels Caus revivió el domingo anterior a la feria la cata “12 autores y sus vinos”, uno de los eventos más especiales del off de Intervín (la antecesora de la BWW) que Esteva organizó hasta 2014. El domingo es también el día institucionalizado por Corpinnat para la celebración de su cata de vinos base. Y el miércoles el de Mujeres de Vino, que celebró su sexta edición en el Palacio de Pedralbes.

Los eventos fuera de la feria han crecido al separarse los dos socios fundadores de Off the Record. El productor Fredi Torres, que trabaja en Suiza y distintas zonas españolas, sigue al frente del salón originario en su localización habitual de Casa Rius, mientras que Marc Lecha puso en marcha este año Liquid Vins en la galería Valid World Hall, muy cerca del parque de la Ciudadela. Al final, hubo más vinos para catar, productores para descubrir y recorridos que realizar por Barcelona. 

¿Es la madera el demonio?

Esta es la pregunta que el productor aragonés y MW Fernando Mora planteó en una cata sobre la vinificación más allá de la madera. Viene a cuento porque el tema central de esta edición en torno al cual giraron un buen número de catas y ponencias fueron los recipientes de vinificación y crianza. Aunque sea cuestionable derivar la atención al proceso frente al territorio (en ediciones anteriores el foco estuvo en los suelos o las variedades), asistimos a tres sesiones sobre el particular. 

Además, bajo el título “Recipientes singulares, recuperar para innovar”, el espacio de cata libre “Wine tasting journey” iba en la misma línea, con más de 70 referencias escogidas a través de un comité de expertos entre las que había vinos más especiales de casas conocidas como José Pariente Cuvée Especial o La Vicalanda Blanco de Bodegas Bilbaínas a producciones modestas como Pedranogueira de Anónimas Viticultoras o El Rosado de Padilla de Casa Balaguer.


Es evidente que el exceso de madera que caracterizó toda una época y cuyo ejemplo paradigmático fue el uso de un 200% de roble nuevo, ha hecho girar el péndulo en la dirección opuesta. Pero también ha traído soluciones y novedades. “Hoy tenemos más diversidad de herramientas que nunca para mostrar nuestro territorio de la manera que queramos”, señaló Fernando Mora MW.

Los vinos que se cataron en su charla y los productores que le acompañaron dieron buena prueba de ello. Asentados todos ellos en áreas mediterráneas, han realizado su particular viaje buscando cómo expresar sus terruños de la manera más pura y directa: en Priorat y Montsant con ánforas y damajuanas de vidrio en el caso de Sara Pérez y exclusivamente con cemento por parte de Dominik A. Hubert de Terroir al Limit y Terroir Sense Fronteres. El productor valenciano Javi Revert presentó dos muestras de 2023 de su blanco de mezcla de variedades locales: una en barrica, otra en hormigón. “Al principio buscaba más el estilo, quería hacer un borgoña, pero el hormigón me permite simplificar y trabajar de una manera más cruda para encontrar la identidad de la parcela”, explicó.

Para Sara Pérez, el roble es una zona de confort frente a alternativas que generan inquietud y debate. “Estos vinos nos hacen plantearnos qué bebemos, nuestros miedos, dónde nos queremos situar”, señaló. Ella empezó a alejarse de la madera cuando se dio cuenta de que las diferencias que encontraba en fermentación se perdían en la crianza. La añada 2009 de Clos Martinet que llevó a la cata y que mostró un carácter mediterráneo muy puro envejeció en hormigón simplemente porque no quería perder la fruta que tenía el vino y no se decidió nunca a ponerlo en madera, ni nueva ni vieja. Hoy el paisaje de esta bodega está lleno de ánforas y damajuanas de cristal. 


En el caso de Dominik A. Huber, su desapego de la madera tiene más que ver con su pasión por la gastronomía; se da cuenta de que la madera no encaja en los vinos y busca reflejar la autenticidad del viñedo. Probó con ánfora, pero le pareció que oxigenaba mucho los vinos. “Me gusta más la parte reductiva del cemento, es mejor para envejecer porque aporta más vida y electricidad”, señaló. Entre 2016 y 2021 se deshizo de todos sus foudres y desde entonces trabaja todos sus vinos en hormigón. Las garnachas que llevó a la cata, Les Manyes 2021 de Priorat, y en especial Guix Vermell 2021 de Montsant, se mostraron plenas de expresividad.

Mireia Torres, directora de innovación de Familia Torres y miembro de la quinta generación, condujo otra cata con vinos de distintas DOs del grupo que puso también el acento en los recipientes. Además de su albariño fermentado y criado en huevos de granito, fue muy interesante catar el mismo ensamblaje de 75% de gonfaus, una de sus variedades tintas recuperadas, y 25% de garnacha de su finca Purgatori de Costers del Segre en hormigón y madera. Otro ejemplo a favor del argumento de que las variedades y vinos mediterráneos se liberan de interferencias, ganan en expresividad y ofrecen una textura más fluida en ausencia del roble. Interesante también la muestra de tinto fino 2022 en ánfora de cocciopesto (material que imita la antigua fórmula romana de mezclar ladrillos molidos con fragmentos de piedra, arena, aglutinante y agua) de Pago del Cielo, que respetaba mucho la fruta. Y los dos ejemplos de forcada, la variedad blanca recuperada que ya está aprobada en DO Penedès, sobre todo por el potencial que ofrece su acidez, tanto si se vinifica en versión tranquila como espumosa, a juzgar por la muestra con nueve meses de crianza en rima que probamos. Un regalo en un Penedès sitiado por la sequía. 


La mesa con productores de envases aportó más complejidad a la ecuación. Estuvieron representados el barro por el artesano catalán Carles Llarch, el granito con Santiago Roma, de Ánforum Barrica de Piedra y el hormigón con Adrià Sas, director general de Sonoma by SAS. Los dos primeros defendieron la vuelta a los orígenes y la conexión del vino con la tierra (barro) y las fermentaciones originarias en lagares de piedra. Y todos abogaron por el contacto directo del vino con los distintos materiales sin que medien revestimientos. 

Off the Record

La proliferación de actividades paralelas a la feria de Montjuic obliga al visitante a una gestión más organizada del tiempo pero sin duda es un gran escaparate para muchos pequeños productores que por sí solos no tendrían el poder de convocatoria de un evento tan potente como BWW.   

Días antes de su celebración, Off the Record ya había vendido todas sus entradas consolidando su posición como principal salón alternativo. Además de algún productor extranjero como Niepoort o Stéphane Derenoncourt, que trajo una excelente mini-vertical de su vino bordelés Domaine de l’A, en las 50 mesas del salón descubrimos vinos sutiles y profundos como Sílice Trousseau, primera añada y apenas 240 botellas del nuevo tinto de Fredi Torres y sus socios gallegos que nace en las abruptas laderas del río Sil. 


Sin salir de Galicia, Chicho Moldes (Fulcro) nos contó que en 2023 va a alcanzar las 80.000 botellas. Toda la gama es excelente empezando por A Pedreira, que usa para envinar barricas y la madera supone entre un 60 y 70%, pero está muy bien integrada (en 2022 manda la jugosidad y acidez en boca). Muy bonito el duelo entre los parcelarios A Cesteira 2021 (tensión, cítrico, largo) y As Dunas 2020 (profundo, maduro, complejo) y maravillosa la jugosidad de su tinto Aliaxe de espadeiro, que nos parece un imprescindible de Rías Baixas.

También del norte, pero en la comarca cántabra de Liébana, nos gustó la frescura y bebilidad de Juntos, un clarete de mencía y palomino de viñas de casi 40 años en Tama y más de 60 en Pumareña. Es una colaboración de la productora de orujo Isabel García (Orulisa), propietaria de las parcelas, con el viticultor y enólogo Goyo García Viadero, que elabora vinos en Ribera del Duero y Cantabria. 

Del mediterráneo nos cautivó la pureza y jugosidad de los vinos de Tatjana Peceric (Terroir al Limit y Terroir Sense Fronteres) en su proyecto personal Coreografía. Elabora un clarete de cofermentación de uva tinta y blanca con uvas de Poboleda en Priorat y un tinto en Montsant con uvas de Cornudella. Todo el trabajo es en hormigón y se venden en el entorno de los 36 €. Y fue un placer reencontrarse con la sumiller Isabelle Brunet, muy conocida por su larga trayectoria en Monvinic, con un pequeño proyecto de vinos efímeros, un blanco y un tinto, en el Garraf (Penedès) con los que experimenta criando en damajuana. 


Del Garraf también es el material vegetal que Celler Pardas injertó en su finca Can Comas en el Penedès y del que elabora Blau Cru, una malvasía de Sitges con seductoras notas de ortiga y sapidez por unos 17 €. Con su bajo pH (3,08 en 2021) es sin duda una variedad a tener en cuenta en el preocupante contexto de cambio climático en esta zona. 

Más al sur, otra variedad bien adaptada para afrontar nuevas realidades como el acortamiento del ciclo o el estrés hídrico es la bobal. Nos gustó la amabilidad sin pretensiones y la frescura de La Pinada, proveniente de una viña plantada a 750 m en Requena en 1958 y cuidada por Agrícola La Portera, un proyecto en el que está involucrado el enólogo y productor aragonés Jorge Navascués junto con sus socios Javier del Blanco y Francisco Santiso.

La frase de Liquid Vins: “En Sanlúcar tenemos la flor por castigo”

Un buen ejemplo del tipo de productores que asisten a los eventos paralelos a la BWW es Agrícola Calcárea, uno de nuestros descubrimientos en Liquid Vins. Simpático y con desparpajo natural (suya es la frase de arriba en rojo), Juan Jurado trabajó en Australia, Chile, Italia y España antes de lanzar su propio proyecto en Sanlúcar en 2022. Hace vinos con palomino, pero también experimenta con variedades como moscatel y tintilla y otras minoritarias así como con distintos recipientes y técnicas. Son apenas 4.000 botellas y media docena de vinos sinceros e imperfectos con nombres como Porfía, Sin Bulla o Arrinconao. Será interesante seguirles la pista.

En la mesa junto a Raúl Moreno, sobre quien publicaremos un artículo en unas semanas, estaba Aitor Irazu de Makatzak Wild Wines, probablemente uno de los proyectos más valientes de toda la cornisa cantábrica. Cultiva en ecológico y biodinámico tres hectáreas de viña en Aia, en la costa guipuzcoana, y tras su afilado y vertical Sorkin, uno de nuestros txakolis favoritos, ha lanzado recientemente Harri ta Zur, una selección parcelaria de su mejor hondarrabi zuri que culmina su colección de vinos en los que manda la frescura y la tensión.


Curro Bareño y Jesús Olivares (Fedellos de Couto) sirvieron en Liquid sus vinos del valle del Bibei en Ourense. Nos gustó Os Bidueros 2019 (unos 22 €), el tinto de viña vieja de Seadur que tiene la particularidad de tener un 50% de sumoll en el ensamblaje, lo que le da una estructura más tensa y mucha largura. Y su Lomba dos Ares (catamos la añada 2021, 18 €) debe de ser uno de los tintos de mejor relación calidad-precio que hemos probado estos días. Tiene de todo; centro de boca, jugosidad, acidez. Galicia en la copa.

La parellada 2019 de Mas de la Pansa que produce la viticultora Imma Soler es imprescindible: compleja, con la madera justa, profunda y de muy buen desarrollo en botella. Las uvas proceden de un viñedo arcillo-calcáreo con piedra aluvial en el que mezcla la parte alta de ladera y la de valle. Al estar ubicado en Vila-rodona, fuera de los límites de la DO Conca de Barberà, se elabora bajo el sello DO Catalunya.


También probamos lo nuevo de Manuel Cantalapiedra que, al igual que todos sus vinos, están fuera de la DO Rueda. Esta vez se separa de la firma familiar con un sello propio para “hacer lo que quiero sin condiciones y pensando en lo mejor para el vino”. La producción de Amansalobos 2021 es de apenas 300 botellas que elabora con una viña de suelo muy calcáreo de Alcazarén; es un blanco cremoso y profundo, pero a la vez con tremenda acidez y mucho potencial de desarrollo en botella.

Dominique Roujou estaba en Liquid con Teimosia (perseverancia, en gallego), una colaboración entre el enólogo de origen francés, Martín Crusat (Adega do Vimbio) y el veterano viticultor Quín Álvarez para poner el foco en el potencial de O Rosal para tintos de calidad, una zona donde la uva madura antes que en el Salnés, al norte. Elabora dos tintos: Teimosia y, en años puntuales, una selección de sus mejores lotes que se embotellan como A Espiña -el 2017 que probamos es muy fresco y equilibrado. En ambos, que se venden fuera de DO a 18 y 28 € respectivamente, mezcla caíño longo con menores proporciones de caíño tinto, castañal, brancellao, sousón y touriga nacional.


Los organizadores de Liquid, Marta Puparelli y Marc Lecha, también son elaboradores. Empezaron en 2013 haciendo colaboraciones con productores con los que tienen afinidad y en esta línea presentaron Rencuentros Xurxo 2017 y Rencontres Eloi 2021. El primero, amplio y con esa nota de ría tan característica de algunos albariños del Salnés, y el segundo, fluido y con fruta roja crujiente infusionada. Además están recuperado viñas cerca de su casa del Montseny, donde cuentan ya con 1,5 hectáreas con las que hacen un rosado de merlot fresco y expresivo bajo la marca L’Era de Buixalleu.

Laia Esmel, de Casajou, presentó sus espumosos en Liquid pero hizo doblete en la cata informal que el recién creado colectivo Vida Penedès, que busca “hacer realidad un Penedès digno donde se valore el trabajo de los viticultores”, organizó tras el primer día de feria. Ante el pesimismo reinante sobre el poco interés de las nuevas generaciones por el vino, nos alegró ver a tanta gente joven disfrutando con los Vida en la terraza del restaurante Monocrom de Barcelona. Fue uno de los múltiples eventos dentro de BWW Likes the City!, el programa de experiencias para el público en distintos restaurantes, hoteles y museos de Barcelona. Muchos otros como Jessica Madigan, de Cisteller, Agustí Torelló de AT Roca o Roc y Leo Gramona, de L’Enclos de Peralba, también compaginaron stands en la feria con los eventos paralelos.


Un paseo por la feria, de extremo a extremo

Como ejemplo de la variedad de la oferta presentada en esta última edición de BWW, detallamos parte de nuestro recorrido de tres días de un extremo a otro del pabellón arrancando en uno de los stands de grandes marcas, el de Pago de los Capellanes, donde probamos su última novedad en Ribera del Duero. Un Sueño en las Alturas 2020 es la primera añada de un tinto que se surte de los viñedos en altitud que desde hace unos años la familia Rodero Vila ha estado comprando en municipios burgaleses de la margen izquierda del Duero como Fuentenebro, Pardilla y Honrrubia de la Cuesta con un perfil de suelos muy diferente (tonos rojizos con alta presencia de mica, feldespato o cuarzo). La elaboración se aleja también del resto de tintos de la casa con crianza de un año en foudre y dos en botella. Encontramos jara, regaliz rojo, fruta roja y negra y, sobre todo, una textura envolvente y una frescura más de suelo que de clima (el vino tiene 15% vol.). con un final levemente terroso que le da carácter.


De nuestro paso por los stands de agrupaciones de productores destacamos en 11 Viñedos el nuevo parcelario de Diego Magaña en Bierzo. Se llama Valdehorta y procede la zona de El Casacallo en la pedanía de Otero de los Vados, aunque no entra en la clasificación de parajes de la zona. Son solo 620 botellas en esa primera añada 2022 de un tinto jugoso, con fruta muy nítida y con un punto eléctrico en el que no se utilizó nada de raspón en fermentación.

En Bodegas Familiares nos detuvimos a catar con Javier Arizcuren. Cada vez nos gusta más su Monte Gatún (catamos la añada 2021), un entrada de gama de lujo que envuelve la tempranillo de Rioja Oriental con 25% de garnacha y 10% de mazuelo; ejemplo de tinto fresco, sabroso y que apetece beber siempre. También somos fans del Solomazuelo Ánfora que mantiene la expresividad y una buena acidez incluso en una añada tan cálida como 2022. Entre sus parcelarios, El Foro 2021, que será viñedo singular en la cosecha 2023, y Barranco del Prado 2021, que ya tiene esta categoría y nos encandiló con su toque silvestre y exuberante.



Con el eco de las protestas de los agricultores a las puertas de la feria, unos cuantos productores artesanos exhibían una pegatina con el lema “No farmers. No wine”. Entre ellos, muchos del Penedès pero también viticultores como Roberto Oliván, de Tentenublo. Su nuevo parcelario, el profundo y elegante Escondite del Ardacho San José, nace de una finca recién comprada en Lanciego con árboles frutales intercalados entre las cepas de tempranillo, viura y malvasía “que muestra cómo era la viticultura de antaño”, explicaba Oliván con cierta nostalgia. 

A su lado, en el stand colectivo de Parajes y Majuelos, Rebeca Montero de Zárate, uno de los productores más consolidados de Rías Baixas, nos explicaba lo contentos que estaban con la buena organización interna de la BWW mientras catamos la añada 2019 de su blanco de entrada comprobando, una vez más, la excelente evolución en botella de la variedad albariño.

Escala en la zona de DOs y los Artisan Wine Attraction

En los stands de DO seguimos explorando otras visiones de Ribera del Duero con Noelia Callejo, segunda generación de Bodegas Félix Callejo. Destacamos el field blend de tinto fino (85%), garnacha (10%) y albillo (5%) Parajes de Callejo (40.000 botellas, unos 20 €) envejecido en una mezcla de hormigón, foudre y barricas de 500 litros, gustoso y fresco sin perder ese poderío que se espera de Ribera; y el Finca Valdelroble 2021, una expresión muy diferente y con mucha tensión que procede de un viñedo en el páramo sobre suelos calizos muy poco profundos que combina tinto fino y un 25% de merlot y se cría en barricas de 500 litros.

También hicimos escala en Jumilla, donde pudimos probar Matas Altas, los vinos de municipio de Cerrón elaborados en versión blanca y tinta a partir de viñedos viejos y con filosofía de field blend que integra otras variedades además de la monastrell para construir un perfil floral, sedoso y persistente en el caso del tinto, y con mucha más acidez y frescura de lo esperado en la zona en el blanco. En su top blanco de airén El Cerrico han evolucionado hacia un estilo más puro y directo prescindiendo de la fermentación en ánfora y del trabajo con pieles y apostando por crianzas más largas y por sacar el vino dos años después de la fecha de cosecha. 


De Can Matons en Alta Alella nos gustó el contraste de dos de sus vinos de pueblo, Santa María de Martorelles y Sant Fosc de Campcentelles. Ambos utilizan cemento y madera y se puede llegar de un sitio a otro andando, pero el primero es más fino y salino mientras que el segundo es más rotundo y largo.

En Montsant visitamos el stand de Bell Cros, una propiedad de 24 hectáreas de garnacha y cariñena en ecológico de más de 40 años. Fundada por el inversor sueco Peter Skoglund en 2017 y con asesoría de Joan Asens, nos gustó el carácter mediterráneo de la cariñena El Tracte y las ediciones experimentales de su serie One Off, en especial el clarete #5.

Una bodega de la que oiremos hablar más en un futuro cercano es Saíñas, en Ribeira Sacra. Tras la muerte del fundador, Javier Fernández, en 2020, son ahora su hija y yerno, Saleta y Jorge, quienes la gestionan. Cinco hectáreas de viñas heroicas de entre 20 y 90 años junto al río Cabe en suelos de granito, variedades locales y el asesoramiento de Luis Seabra, a quien conocieron siendo alumnos en el Ingavi, dan como resultado unos vinos frescos y serios que sin duda irán a más y mejor.


El encanto de la calle G es que te encuentras a “famosos” como Fernando Mora MW sirviendo vinos justo al lado de productores mucho más desconocidos pero que quizás algún día lleguen a ser de culto. No sabemos si José Joaquín Ballesteros de Vinos Llámalo X será uno de ellos, pero este joven productor que decidió dejar de mandar la uva familiar a la cooperativa para recuperar la esencia local, hace unos buenos airenes con pieles fermentadas en tinajas hechas en su pueblo, Villarobledo. Junto a dos de sus vecinos de feria (foto inferior), Vinos Entre Lindes y Fernández de la Ossa, han creado una Asociación de la Tinaja en el pueblo para recuperar el orgullo de esa tradición tan manchega.


Agrupado con los Artisans, José Antonio García Viticultor presentó su amplia y bien construida gama de vinos provenientes de 17 hectáreas en propiedad y ecológico en Valtuille y Corullón en el Bierzo. Desde su entrada de gama, antes llamado Unculín y ahora Godello y Doña Blanca (15 €), pasando por su expresivo y mineral Godello Viñas Viejas hasta la textura caliza de Corullón Palomino, todos sus blancos merecen atención. Entre sus tintos, con fermentaciones lentas y raspón en diferentes proporciones, destaca la finura de Julia (un coupage de mencía, merenzao, garnacha tintorera y uvas blancas en suelos de pizarra gris) y la estructura y profundidad de Corullón Viñas Viejas.

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1 Comentario(s)
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Andrew escribióMiercoles 14 de Febrero del 2024 (08:02:06)Muy buena crónica sobre BWW. Yo caté todos los vinos de Domaine de l'A y sus vinos griegos, hablando con el señor un buen rato. Era solo al leer vuestro artículo ahora que me di cuenta que él era el mismísimo Stepháne Derenoncourt!
 
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