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Vendimia en 1. Garmón con Mariano García. 2. Frontonio. 3. Jorge Navascués en Cariñena. 4. Recaredo. 5. Lluvia en Mas Doix. 6. Finca Calvestra (Mustiguillo). 7. Albamar. 8. Suertes del Marqués. Fotos cedidas por los productores.

Cosechas

Ocho historias de la vendimia 2018 en España

Amaya Cervera | Martes 20 de Noviembre del 2018

2018 ha sido la cara opuesta de 2017. Frente al récord de adelanto el año pasado en muchas zonas, se ha vuelto a fechas tradicionales de vendimia. Frente a la corta cosecha (consecuencia directa de las heladas) en 2017, la producción ha sido mucho más generosa. Las copiosas lluvias de invierno y primavera han favorecido la abundancia, así como la recuperación (en ocasiones sorprendente) de las cepas más afectadas por las heladas del año pasado. Pero también han obligado a trabajar mucho más en campo por el gran desarrollo vegetativo, la presión de enfermedades y la aparición de botrytis. Como consecuencia de todo ello, las maduraciones plenas se han hecho esperar para convertirse en el gran quebradero de cabeza de esta vendimia. 

Hemos hablado con productores de ocho regiones españolas para conocer sus tribulaciones en la cosecha 2018, el tipo de vinos que saldrán de ella y cuáles han sido los mayores retos a los que han tenido que enfrentarse. 

Mariano García cumple 50 añadas en el Duero

Pocos productores en España pueden presumir de haber elaborado 50 vendimias y estar además tan en forma para contarlo como Mariano García. La experiencia acumulada desde 1968 cuando elaboró su primer Vega Sicilia con ayuda del enólogo catalán Juan José de Castro no tiene precio. Quizás por eso siempre está deseando que llegue la vendimia: “Otros se ponen nerviosos, pero para mí es lo más bonito”, asegura. 

Este año Mariano García está contento por la calidad general de la añada. A diferencia de otras zonas, en el Duero el verano ha sido relativamente seco, aunque asegura que aquí también ha sido importante hacer una buena viticultura. “Este año hemos empezado de los primeros y acabado de los últimos. Ha hecho buen tiempo, pero hubiera sido mejor sin la ola de calor de agosto, que le pegó un golpe brutal a la viña. Las plantas que mejor se comportan en esta situación son las cepas viejas en zona de ladera”, explica. 

Los calores de septiembre incidieron de forma negativa ya que aceleraron la maduración. Desde su perspectiva exigente, cree que “faltaron esas noches de frío de finales de agosto y principios de septiembre para acompañar la madurez fenólica”.

Mirando hacia atrás para ver qué ha cambiado en medio siglo en el Duero, recuerda muy bien que en sus primeros años en Vega Sicilia se alcanzaban buenas maduraciones con graduaciones de 13% vol. e incluso inferiores: “Separábamos parcelas en función del grado y había vinos excelentes que no superaban los 13 grados de alcohol. Hoy, en cambio, un vino de esta graduación está inmaduro”. Mariano García añade: “Ahora todas nuestras nuevas plantaciones están por encima de los 850 metros, cuando hace no tanto eran zonas olvidadas porque la maduración resultaba más difícil”.

Mariano también rompe una lanza en favor de las añadas menores y los vinos con pequeñas “imperfecciones”. En nuestra última visita para conocer Garmón, la nueva bodega de la familia en Ribera del Duero, descorchó un Mauro 1997, una añada complicada, pero que “conserva su gracia y está más entera que otras cosechas con más fama”.

Las dos vendimias de Benjamín Romeo en Rioja 

Productor particularmente exigente, Benjamín Romeo de Contador contaba en la comida de presentación de sus nuevas añadas hace unos días en Madrid que “hoy en día y con los medios que tenemos, un enólogo con cierta experiencia no puede decir que una cosecha como 2018 sea difícil”. El elaborador de San Vicente de la Sonsierra reconocía que había tenido que trabajar mucho en viña, tanto por el exceso de vegetación a causa de la lluvia (“especialmente para quienes no trabajamos con herbicidas”) como en la poda en verde.

“La característica principal ha sido la producción”, según el elaborador riojano. “Hacía muchos años que no veía tanta”. 

La estrategia de Romeo es la doble vendimia. Realiza una primera pasada que vende a terceros como uva o vino terminado para que la planta se concentre en madurar los mejores racimos que recogerá unas dos semanas después. “De los 320.000 kilos que saco en 50 hectáreas, a mis vinos van menos de la mitad”, confiesa. En 2018 la criba fue particularmente severa: “Si normalmente quito en torno al 30 o 40% en la primera vendimia, este año la media ha sido de un 60% y en algunos viñedos he llegado al 70%. Pero es que si quiero conseguir una buena Cueva del Contador solo puedo dejar tres racimos por planta: los más bonitos y lo que no vayan a tener problemas para madurar”, explica. (La situación en 2018 fue la opuesta a 2017 cuando las heladas hicieron una criba natural en la producción y Benjamín se limitó a realizar una única vendimia).

Para el elaborador riojano, otra ventaja de quitar carga y de concluir bien las maduraciones es el retraso en la caída de la hoja que permite que las reservas de la planta desciendan hacia la raíz y se acumulen para los años venideros: “Los trabajos en la sombra son importantes de cara al año siguiente”, apunta.

En cuanto al estilo de los vinos, Romeo ve paralelismos con la cosecha 2001, una añada de gran calidad e importante carga tánica. “Al ser una vendimia tardía, los 2018 necesitarán más crianza porque el tanino va a ser más duro”. Él se ha preparado aumentando el porcentaje de barricas con tostados más altos que son “importantes para domar y dulcificar estos taninos y que luego salga la fruta”. 

Benjamín tiene claro que “un enólogo tiene que estar mucho en la viña e interpretar la cosecha pensando qué es mejor para el tipo de fruta del año”. 

El acierto de vendimiar antes en Aragón

Los dos elaboradores con los que hemos hablado (Fernando Mora en Campo de Borja y Valdejalón, y Jorge Navascués en Cariñena) coinciden en que 2018 ha sido un año de tomar decisiones complicadas y atreverse a vendimiar pronto.

La característica definitoria de la cosecha 2018 en la región ha sido una pluviometría totalmente atípica: “Hasta abril ya se había duplicado la lluvia de un año medio”, explicaba Fernando, mientras que Jorge hablaba de 600 mm frente a 340 mm en un año normal en Cariñena.

Mora describe un ciclo de mucha vegetación y competencia con el suelo frenado por la ola de calor de la primera semana de agosto (“Luego volvió a llover y aparecieron los riesgos fúngicos. Hemos tenido mucho mildiu larvado que hemos tratado con azufre”) y en el que las viñas viejas han marcado la diferencia. “Frente a viñedos más productivos de racimos compactos en los que las uvas no acababan de madurar, las viñas viejas con menos carga se han comportado como en un año normal. Para principios de septiembre las garnachas tenían ya buen sabor, madurez fenólica y buenas pieles, que para nosotros son mucho más importantes que las pepitas”.

Con grados potenciales de 12,8-13% en los blancos y 13,5-14,2% en los tintos y muy buena sanidad se arriesgaron a vendimiar temprano. “Ha sido un buen año para experimentar el lado contrario”, reconoce Fernando Mora. “Y me he convencido de que hay otra forma de hacer las cosas. Estamos muy contentos porque tenemos más diversidad que nunca en bodega y vinos que van a envejecer bien”.

Por su parte, Jorge Navascués nos contaba que “a nivel de maduración ha sido el año más difícil de mi vida; he pasado mucho más tiempo que nunca en viña comiendo uva y priorizando la cata en campo sobre las analíticas”. Como ejemplo, habla de garnachas que estaban maduras y equilibradas con una graduación de 12,5% -muy baja para esta variedad- y otras con 14,5% de alcohol potencial con notas de verdor. “La estrategia ha sido vendimiar antes, pero he tenido que convencer a la gente para hacerlo. Si me hubiera fiado de las analíticas, estaría perdido”, explica. 

Los vinos le recuerdan en estilo a una añada de cierta potencia como 2001 debido a la concentración que se ha generado por tirar mucha uva y en acidez a la fría cosecha 2008. Su diagnóstico: “Pese al calor de septiembre que paró la botrytis, para mí ha sido un año más frío que cálido”.

Recaredo y Mas Doix: las caras blanca y tinta de Cataluña

La lluvia puso a prueba las vendimias de estas dos bodegas que trabajan en las regiones de Penedès (Barcelona) y Priorat (Tarragona) respectivamente. 

El exceso de agua incidió de forma negativa en la cosecha 2018 en Penedès. Ton Mata de Recaredo hablaba de 780 mm de lluvia, una cantidad inaudita que no se había registrado desde hace 20 años. Gran parte del trabajo se centró en combatir el mildiu que se llevó, por ejemplo, el 40% de la cosecha de Turó d’en Mota, su celebrado cava de paraje. “El mildiu seca el fruto pero lo que no toca está bueno”, puntualiza Ton Mata, “de modo que lo retiramos todo antes de vendimiar”.

Como elemento positivo, destaca los rendimientos más elevados, en torno a 6.900 kilos por hectárea, después de unos años muy secos que habían dejado producciones muy cortas (en 2016 no se superaron los 4.000 kilos por hectárea).

“Agosto ha sido muy caluroso y nos ha costado mucho mantener la acidez. Hemos tenido una sensación tropical de calor y humedad hasta que las temperaturas han empezado a refrescar en septiembre. Luego ha llovido en vendimia. El grado no subía y la acidez se iba. Al final hay buenos vinos, pero no será una cosecha de guarda y no creo que 2018 pase a la historia como un grandísimo año”, concluye. 
En vinos tranquilos Mata reconoce que no han podido elaborar el blanco Can Credo de maceración con los hollejos porque “las pieles se deshacían”.

Por su parte, la experiencia de Mas Doix demuestra las diferencias que se pueden registrar entre distintas zonas de una región relativamente pequeña como es Priorat. Según Valentí Llagostera, este año en Poboleda -la parte septentrional más fresca donde se ubica la bodega- ha llovido el doble que en El Lloar, una zona más cálida y meridional. 

Tras un verano más cálido y húmedo de lo habitual, las lluvias han marcado tres estadios de vendimia en Mas Doix. En la primera quincena de septiembre se recogieron variedades blancas y las syrah y garnachas más tempranas con buen equilibrio y frescura. A mediados de mes llegaron simultáneamente las lluvias y el calor con lo que se aceleró la maduración y aumentó el riesgo de podredumbre sobre todo en los viñedos más productivos y zonas menos ventiladas. Aun así, siguieron cosechando uvas con buen equilibrio, sobre todo garnachas viejas y tardías, el syrah que quedaba y a principios de octubre las cariñenas viejas. Pese a nuevos episodios de lluvia consiguieron recoger las cariñenas más tardías antes de las fuertes precipitaciones del día 13. “Hemos tenido 200 mm en vendimia”, remarca Llagostera quien, no obstante, anuncia unos 2018 de buena calidad y perfil fresco.

Toni Sarrión: pasado por agua en Levante 

El agua fue la gran pesadilla de la cosecha 2018 en la finca Mustiguillo de Requena donde, con mucho esfuerzo, Toni Sarrión ha conseguido subir varios peldaños la consideración de calidad para la bobal. No solo llovió abundantemente en invierno y primavera, sino que el final del verano trajo numerosas tormentas y el granizo afectó a un 15% de las parcelas

“Hemos tenido un año muy lluvioso y la bobal funciona mal con exceso de agua”, reconoce Sarrión. “El problema con las tormentas de finales de agosto y principios de septiembre es que subía el pH y bajaba la acidez sin que las uvas cogieran grado”. 

La solución fue jugársela quitando toda la uva que no les gustaba para venderla a terceros, esperar al veranillo de San Miguel que trajo buenas temperaturas a finales de septiembre e introducir una segunda mesa de selección para quedarse solo con los racimos más pequeños. “Nunca habíamos vendido tanta uva a granel, pero al menos hemos conseguido subir nota del insuficiente al notable”, relata un Sarrión satisfecho con los vinos que se han quedado en bodega.

La cara más alegre de su complicada añada hay que buscarla en la finca de variedades blancas Calvestra. Situada también en Requena, pero a 900 metros de altitud, se libró de las tormentas, las uvas maduraron lentamente y los vinos se presentan consistentes y con muy buenas acideces. “Tengo dos vendimias”, concluye Toni. “Una de blancos y otra de tintos”. 

Bierzo: ¿se desdibujan las fronteras entre cosechas atlánticas y continentales? 

Esta región fronteriza con Galicia también ha sufrido un invierno y una primavera particularmente húmedos, aunque a diferencia de otras zonas, el verano ha sido muy seco, según explica Ricardo Pérez de Descendientes de J. Palacios

Nuevamente, la añada se percibe como la antítesis de 2017. “La brotación fue tardía y tuvo lugar un mes después con respecto a la cosecha anterior. El año venía abundante, pero se ha recortado a causa del mildiu, las heladas y el granizo quedándose en una producción estándar”, explica el elaborador riojano asentado en el Bierzo.

Para Ricardo “agronómicamente ha sido un año exuberante y el verdor se ha mantenido durante todo el ciclo en el paisaje, aunque la abundante vegetación nos ha tenido todo el año trabajando y hemos tenido que arar y desbrozar varias veces”. 

Teniendo en cuenta que la mencía es una variedad muy explosiva en el desarrollo de azúcares durante la fase final de maduración, la estrategia de Descendientes de J. Palacios es una vendimia muy escalonada que puede durar de uno a dos meses desde que arrancan con sus viñedos de Corullón situados en cotas más bajas para seguir con los de proveedores de las zonas más calientes del valle que van a Pétalos y seguir ascendiendo ladera arriba. En alguna ocasión, La Faraona, que suele ser de las últimas viñas, se ha llegado a vendimiar con nieve un 28 de octubre. “El comportamiento ha sido mejor en las viñas de laderas, más aireadas y con menos incidencia de enfermedades en un año en el que el mildiu ha atacado mucho a los viñedos del valle”, remarca Ricardo.

En cuanto al estilo de la añada, la considera de corte continental en línea con 2010 y 2011, pero más aromática y con elementos frescos. “La magia del Bierzo es poder hacer vinos frescos con acideces bajas, pero 2018 ha sido un año de mucho málico y una de las añadas con más acidez hasta la fecha”, añade. Otra cosa curiosa que nos cuenta es que frente a las sensaciones más amables, redondas y frutales en cata de uva, los vinos elaborados están mostrando bastante tanicidad.

Xurxo Alba lidiando con el mildiu en Galicia

Aunque no lleva demasiado tiempo al frente de los viñedos familiares, este innovador productor del Salnés reconoce haber sufrido “el peor ataque de mildiu desde que estoy al pie del cañón”. Y recordaba que “junio suele ser el peor mes en la zona porque se dan las condiciones óptimas para la formación del mildiu y el oídio: máximo desarrollo en viña, alta humedad y no mucho calor”.

La gran paradoja de 2018 ha sido que la viña en la que está probando un cultivo ecológico a base de cobre, azufre y extractos de plantas ha sido la que mejor se ha comportado, mientras que en las que trabaja en convencional ha tenido pérdidas de hasta un 50%, lo que le impedirá por ejemplo elaborar su albariño de parcela Alma de Mar en esta cosecha. 

En cierto modo, 2018 ha sido para Xurxo un año clásico en la zona: lluvioso y con inicio de vendimia en la segunda quincena de septiembre. En estilo, lo sitúa a caballo entre 2016 (“cálido y algo pesado, con sensación de dulzor en los vinos”) y 2017 (“bastante seco y de vendimia adelantada, pero con menos grado debido a la alta producción, lo que me recuerda más a los albariños de siempre”). Tras las altas temperaturas que se prolongaron desde después del envero hasta prácticamente la vendimia, el resultado son vinos con pHs ligeramente más elevados de lo habitual en mosto. Le parece que aún es muy pronto para hablar de los vinos (cuando hablamos algunos estaban aún sin terminar la fermentación, ya que no siembra levaduras), pero con lo visto hasta hora aventura “una añada buena sin más”.

Los tintos en cambio se han beneficiado de ese verano caluroso. Habrá más estructura y más grado; de hecho, ha conseguido llegar a los 11,5% vol. cuando en una añada normal le cuesta alcanzar los 11% vol. A fin de cuentas, ésta es la zona más lluviosa de Galicia.

Canarias: acidez nunca vista en Suertes del Marqués

Jonatan García se muestra tan sorprendido como exultante: “Nunca habíamos conseguido estos parámetros de acidez con la listán negro; incluso hemos tenido que aguantar la uva en planta”. 

Pero tras la buena noticia se oculta un perfil de cosecha algo irregular debido a la climatología un tanto atípica: “Tras la vendimia adelantada de 2017, el otoño fue cálido y seco, hasta el punto de que las cepas casi empezaron a despertar. Pero el 10 de diciembre llegó el frío”, explica el propietario de Suertes del Marqués quien reconoce haber experimentado el invierno y la primavera más fríos de los últimos 15 años. “La lluvia no ha sido excesiva, pero ha caído bien y de manera escalonada”, añade.

El contraste de temperaturas entre estaciones provocó una brotación muy desigual que se hizo particularmente evidente en las cepas de cordón trenzado donde se mezclan varas jóvenes y viejas. Esto llevó a hacer dos vendimias, una primera en la que se recogió aproximadamente el 70%, incluidos los vinos de parcela, y otra segunda destinada a vinos de entrada de gama. A diferencia de muchas zonas de la Península, la producción cayó un 20% respecto a 2017, pero sin salirse de los parámetros de un año estándar.

La calidad resultó desigual en función de la altitud: acidez relativamente elevada en las viñas cultivadas hasta los 400 metros; añada excepcional en la zona central entre 450 y 550 metros donde se concentra el 60% de la producción de la bodega con excelente acidez y maduraciones mucho más homogéneas; y dificultades en los viñedos más altos hasta 700 metros para madurar la listán blanco debido a las lluvias que llegaron a mediados de octubre.

La vendimia arrancó el 3 de septiembre con la baboso negro, la variedad más temprana, y concluyó el 25 de octubre. Los pHs son notablemente más bajos (3,17 frente a 3,35 en una añada estándar) y los vinos la antítesis de los amables e inmediatos 2017. “Para nosotros es una cosecha fresca y atlántica, y creo que puede ser ‘la añada’”, ase-gura Jonatan García, muy optimista con los vinos de largo recorrido que se están cocinando ahora mismo en bodega.


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