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Informe de vendimia 2021 (II): Sur de España La sequía todavía sigue afectando a una parte importante del sur de España y Canarias Foto principal y la del asoleo de Fran López, de Bodegas Luis Pérez, y el resto cedidas por los productores

Cosechas

Informe de vendimia 2021 (II): Sur de España

Amaya Cervera y Yolanda Ortiz de Arri | Miércoles 24 de Noviembre del 2021

Continuando con nuestro informe de la vendimia 2021, publicamos las impresiones de los productores que trabajan en la mitad sur del país. Nuevamente, les hemos preguntado qué factores han marcado la añada, cuáles han sido los elementos más positivos y negativos y qué perfil están desarrollando los vinos.

Gredos

Según nos contaba Daniel Jiménez-Landi (Comando G), 2021 rompe la dinámica de la última década de añadas pares de mayor potencial e impares más cálidas. La cosecha estuvo muy marcada por el temporal de nieve Filomena, que fue como un baño de fertilidad para la viña. Le siguió una primavera lluviosa y una helada generalizada en abril que sirvió para moderar de forma natural la enorme generosidad que traía el año. El verano se caracterizó por temperaturas moderadas salvo los cinco días de la única ola de calor de este año que coincidió con incendios en Cebreros y Navalacruz.

“A 1 de septiembre, 2021 se presentaba como una gran añada que recordaba a 2016, pero la lluvia fraccionada que sumó 300 litros a lo largo del mes (entre tres y cuatro veces más de lo habitual), nos hizo trabajar mucho en campo para luchar contra la botrytis”, señala Jiménez-Landi. Al final, se encontraron con una vendimia retrasada con “maduraciones sápidas” como les gusta definir a ellos el punto que buscan en la uva, los grados alcohólicos más bajos de su histórico en la zona (todo entre 12,5-13,5%) y pHs también muy bajos. El perfil, para Jiménez-Landi es parecido a 2018, que fue también una cosecha tardía. 

Lo mejor: La maduración lenta en un año benigno pese a la helada de abril. 

Lo peor: La lluvia en vendimia, que ha obligado a seleccionar y a que se perdiera bastante uva. 

La frase de Daniel Jiménez-Landi: “Un año para los amantes de los vinos finos”

Castilla-La Mancha 

Tras dos años generosos, 2021 ha estado marcado por producciones más bajas debido sobre todo a los accidentes meteorológicos, en especial el granizo y las tormentas de septiembre. Las sensaciones son diferentes en función de los productores y su ubicación dentro de esta extensa comunidad autónoma.

En Toledo, Margarita Madrigal de Mas Qué Vinos, define 2021 como la añada del hielo (la ola de calor no tuvo mucha incidencia en su caso). Tras Filomena, muy virulenta en su zona y que les hizo perder algunas plantas, llegó la helada del 29 de abril y el pedrisco del 1 de septiembre. Todo esto se tradujo en vinos muy concentrados, con más acidez y alcohol, por la menor carga de la planta, muy aromáticos, con buena sanidad y particularmente limpios, destacando por su calidad los tintos.

La ola de calor de agosto, con temperaturas superiores en muchas zonas a los 45ºC, sí que llego a Tomelloso (Ciudad Real). Elías Montero de Bodegas Verum nos contaba que pudo recoger la albillo antes de que empezara el calor extremo, pero que las variedades de ciclo temprano como sauvignon blanc y algunos tempranillos se vieron bastante afectadas y tuvieron que lidiar además con las lluvias de principios de septiembre. En su caso, funcionaron mucho mejor las variedades de maduración tardía (tinto velasco, graciano, garnacha). “Ha sido un año raro y peculiar”, nos decía. “Para mí, es más bien cálido; no se parece a ningún otro, quizás a 2013 pero con mucha menos producción. Hay cosas muy buenas y otras más flojas de lo normal”.

En Manchuela, Juan Antonio Ponce (Bodegas Ponce) describe 2021 como una añada “movidita y con muchos momentos diferentes” pero en la que, gracias al Covid, pudieron dedicar mucho más tiempo a la viña. Vendimiaron la mayor parte de la uva blanca para Reto antes de la ola de calor y el resto se benefició de las primeras lluvias que ayudaron a moderar el grado. Una tormenta sin precedentes en Iniesta (su padre nunca había visto nada igual) les obligó a recoger rápidamente todas las parcelas afectadas. Muchas plantas se quedaron sin hojas pero, afortunadamente, estaban ya en su punto de maduración. En las parcelas donde no granizó, la planta siguió su ciclo y consiguieron vinos equilibrados en acidez y grado. Para Ponce es una gran añada, sobre todo para el blanco y sus tintos parcelarios

Lo mejor: El equilibrio de los viñedos viejos, las variedades de ciclo largo.

Lo peor: La climatología: Filomena, la ola de calor de agosto, el granizo y las tormentas de septiembre.

La frase de Juan Antonio Ponce: “Nos viene bien tener las parcelas diseminadas porque todos los años te pilla algo”

Levante

En Valencia, la añada ha estado bastante marcada por las precipitaciones, que fueron abundantes durante el invierno (Filomena también llegó a algunas zonas), y la primavera y además hicieron acto de presencia en vendimia. Según Javi Revert, que trabaja en el entorno de La Font de la Figuera, en el interior de la provincia, a la presión habitual de oídio se ha unido este año el mildiu, aunque de forma mucho menos virulenta que en 2020. Agosto fue muy seco y más cálido de lo habitual, pero las precipitaciones de septiembre, aunque dificultaron la vendimia, ejercieron un efecto refrescante sobre una cosecha sana y de producciones normales en línea con 2020. “Cada vez me gustan más los años con lluvias en agosto y septiembre porque conseguimos vinos más frescos, apretados y verticales”, señalaba Revert. Para él, 2021 es buena añada, pero hubiera preferido que las lluvias se adelantaran un poco. “El perfil es más continental que mediterráneo”, concluye.


En Alicante, Violeta Gutiérrez de la Vega, de Curii y Gutiérrez de la Vega, estaba contenta porque el ciclo ha sido más largo, no llovió en vendimia y han vendimiado todos los vinos con un grado menos. “La uva estaba madura a 13%, algo que no es habitual en la zona”. Los mayores problemas han venido del mildiu, que se cebó especialmente con una parcela más sensible a la humedad y que afectó también a los moscateles de la Marina, obligando a realizar una mayor selección y reduciendo notablemente la producción. Otro problema creciente son los jabalíes, que amenazan sobre todo a parcelas más aisladas en zonas de sierra. Este año, por ejemplo, no elaborarán Dr. Jekyill.

De moscatel ha pasado lo mismo y ha tenido que seleccionar parcelas porque ha tocado más el mildiu.

En Jumilla, Elena Pacheco de Viña Elena y Bruma del Estrecho ha visto cómo se repetía el patrón de añada cálida de 2020, pero aún con menos lluvia en verano y temperaturas nocturnas tórridas que generaron deshidratación y desequilibrios, y rendimiento en torno al 13% inferiores. Por suerte, las lluvias de septiembre permitieron que las uvas se rehicieran y el resultado ha sido mucho mejor de lo esperado, tanto en los viñedos propios del extremo meridional de la DO (la zona más cálida) como en los situados a mayor altitud en el norte con los que elaboran vinos parcelarios. “En las zonas altas, trabajamos con viñedos viejos que se autorregulan y saben llegar al final del ciclo; hemos conseguido buen equilibrio”.

Respecto al estilo de los vinos, señala: “Están muy ricos, con algo menos de concentración que en 2020 cuando, a pesar de hacer extracciones cortas, había mucha intensidad. En 2021 hay buena acidez y buenos pHs”. Pacheco, no obstante, llama la atención sobre las dificultades de encontrar personas para vendimiar a mano en el momento necesario. No hay que olvidar que la mayor parte del viñedo jumillano es de secano y está plantado en vaso. 

Lo mejor: Las lluvias de septiembre que al final permitieron refrescar. 

Lo peor: El mildiu y las elevadas temperaturas de agosto.

La frase de Elena Pacheco: “Los viñedos viejos se autorregulan y hemos conseguido un equilibrio de fruta en condiciones”

Extremadura

Para Pedro Mercado de Pago de Los Balancines, el gran reto del año fue librarse de la ola de calor que se prolongó durante dos semanas en la zona. Sin embargo, salvo este fenómeno concreto, fue un año fresco, con una primavera lluviosa y suave y un verano razonablemente fresco para los estándares de la región. En general la producción ha sido más corta, pero el nivel de calidad ha sido bueno para quienes vendimiaron las uvas antes de la ola de calor. En caso contrario, los vinos estarán marcados por la sobremaduración y la pérdida de acidez. En su caso, consiguieron un buen nivel de madurez y equilibrio antes de que el termómetro subiera de manera incontrolada.

Lo mejor: El perfil de añada fresca durante la mayor parte del ciclo.

Lo peor: La ola de calor de fin de vendimia.

La frase de Pedro Mercado: “Quienes se adelantaron a la ola de calor, tienen una añada muy buena”

Andalucía

La vendimia en Montilla-Moriles fue más corta que en 2020, fundamentalmente por la sequía que continúa afectando a la producción. Además de la sanidad, Bernardo Lucena de Bodegas Alvear, destaca la ola de calor con temperaturas abrasadoras que provocaron la deshidratación de las uvas no protegidas por la vegetación llegando incluso a pasificar racimos en la cepa. Así, la cantidad de uva destinada a crianza biológica es menor y ese 20% de uva sana pero sobremadura Lucena lo destinará para olorosos.

Respecto a los dulces, se hizo una selección de las uvas propias y de proveedores y se ha asoleado un par de días menos de los cinco a siete habituales por la deshidratación sufrida por la uva en la viña.

Las parcelas más altas de la Sierra de Montilla, con viña podada al estilo tradicional que cubre bien el racimo de la insolación y vendimiadas antes del golpe de calor, han tenido un comportamiento mejor por lo que Lucena prevé buena calidad, especialmente en la gama Tres Miradas de vinos blancos de albariza.

El sanluqueño Ramiro Ibáñez, que asesora en la elaboración de Tres Miradas además de gestionar Cota 45, su propio proyecto en Sanlúcar, indica que la ola de calor también dañó mucho racimos en el Marco de Jerez, donde había uva quemada por un lado y verde por otra, por lo que 2021 no será recordada como una gran añada en la zona. “Destacarán los vinos de grandes viñas de otras que no lo son”, indica Ibáñez. “Lo que sí es una evidencia es que este escenario de paradas, que antes ocurrían cada muchos años, parece repetirse con mayor asiduidad con el cambio climático”.


En un contexto de sequía prolongada —tres años ya en el Marco— la palomino venía con más vegetación y cosecha pero, según explica Willy Pérez de Bodegas Luis Pérez en Jerez, la pedro ximénez se resintió mucho en producción por la falta de lluvia y las tintas se vendimiaron más pronto que nunca. Los blancos y los primeros pases de Macharnudo libraron el calor del puente de agosto pero no así Carrascal, donde la planta se paró y perdió acidez. Con 10 grados menos que en Jerez, las parcelas más atlánticas no acusaron tanto el calor aunque sí se nota falta de grado.

“La cosecha no será tan buena como la increíble 2019 y la muy buena 2020. Tendremos que trabajar llenando más las botas para tener menos flor, y dar algo más de crianza con lías”, resume Pérez. “Aunque ya veremos la evolución en invierno, confiamos en la finura de los vinos y en tener una fantástica oxidativa, propia de estos años”.

La ola de calor también se cebó con la serranía de Ronda, donde según Federico Schatz las mermas por pasificación en la zona ascienden hasta un 50% pero la sensación final no es negativa en un ciclo con algo más de lluvia que los previos. “Ha sido un año de mucho trabajo en la viña, pero haciendo los deberes bien, tendremos vinos interesantes, tanto en los básicos como en los más especiales, con acidez alta, taninos pulidos, alcohol moderado y equilibrio”, indica Schatz, que trabaja en biodinámica en su finca a 700 metros de altitud. La cosecha también ha sido buena en cantidad, indica el viticultor malagueño, especialmente en el caso de las variedades más tempranas como la pinot noir, la chardonnay y la moscatel negro. 

A 150km al este de Ronda, en la Axarquía malagueña, Clara Verheij está extremadamente feliz con la cosecha, que comenzó el 26 de julio, antes que nunca. Sin olas de calor excesivas ni enfermedades, tanto la moscatel como la romé, la pedro ximénez y el resto de variedades que cultiva llegaron en perfecto estado sanitario a la bodega y en cantidades generosas


“El año 2021 pasará a nuestra historia como Excelente, y no sólo por la calidad de los vinos”, explica la propietaria de Bodegas Bentomiz. “2020 fue un año de gran inseguridad que nos dejó el almacén lleno de vinos embotellados y sin vender. Con tantas existencias no pude elaborar mucho vino y solo hice algunas referencias. Este año haremos de todo y en bastante cantidad porque los vinos están muy expresivos y frescos y la venta se ha recuperado bien”. 

Lo mejor: La buena vendimia en Málaga y las posibilidades para los vinos oxidativos en Jerez y Montilla-Moriles. 

Lo peor: Las paradas vegetativas y la olas de calor extremas parecen repetirse más a menudo con el cambio climático. 

La frase de Willy Pérez: “La cosecha no será tan buena como la increíble 2019 y la muy buena 2020”

Islas Baleares

Para Bàrbara Mesquida (Mesquida Mora, Mallorca), 2021 ha dejado muy buenas impresiones después de un 2020 bastante traumático a partes iguales por el Covid y un mildiu fulminante que redujo la producción en un 50%. 
En cantidad, 2021 se ha parecido más a 2019 y la presión de enfermedades ha sido notablemente menor, de modo que la viña se ha gestionado adecuadamente con azufre y preparados como el 501 (Mesquida Mora fue de las primeras bodegas en obtener la certificación biodinámica en España).

Aunque la canícula de agosto adelantó la vendimia, Bàrbara está contenta con el buen estado sanitario de la uva recogida y la práctica ausencia de lluvias que tuvieron en Porreres, donde se encuentran sus viñas, frente a otros municipios de la isla. Está muy contenta con la calidad: hay buena acidez y pHs más bajos que en años anteriores.
 
Lo mejor: Se recuperan producciones medias después de la debacle de 2020 por el mildiu.
 
Lo peor: La ola de calor que adelantó la maduración y las lluvias en vendimia.
 
La frase de Bàrbara Mesquida: “2021 ha sido la cosecha de recobrar la esperanza”
 

Islas Canarias

La sequía sigue afectando al sur de Tenerife y Santiago del Teide, en el extremo noroccidental de la isla, donde Envínate tiene su bodega. A pesar de que allí la viña continúa estresada por la falta de agua, Roberto Santana está contento con la sanidad de las uvas y el rendimiento, que aunque muy por debajo de lo normal, es un 20% superior a 2020. En cuanto a los vinos, los define como “frutales, con potencial y carga tánica”.


El golpe de calor de agosto sí que afectó a zonas costeras como Santa Úrsula (Tacoronte) y La Orotava, donde se tuvo que adelantar la vendimia, pero Santana está contento tanto con la cantidad como con la cantidad, especialmente en La Orotava, El Realejo y la parte alta de Santa Úrsula, donde espera “vinos complejos con largo recorrido”. Por contra Taganana, frente a la costa nororiental de Tenerife, no levanta cabeza. Allí el calor y los animales hicieron de nuevo mella en la viña, ya afectada por la ausencia de lluvias de 2019 y 2020. Según Santana, en esta zona tan espectacular como difícil será un año escaso y “nada excepcional”. 

La escasez de uva también ha afectado a Carmelo Santana (Bien de Altura) en Gran Canaria, que vio su cosecha reducida en un 60% por culpa del mildiu en floración a pesar de haber trabajado en el campo más que nunca. Al margen de la poca cantidad en una isla con apenas 100 hectáreas de viña, agradece que la vendimia se haya desarrollado con tranquilidad y está contento con la limpieza, acidez y estructura de los vinos, especialmente los de listán negro, una variedad generalmente considerada con poco potencial de guarda pero que Santana cree que puede dar alguna sorpresa en ese sentido.

La falta de lluvias es también el problema más acuciante en Lanzarote, donde este año apenas han caído 50 l/m² y la vid lleva dos años sin parada vegetativa. “La viña venía estresada y con varas de poda demasiado débiles lo que produjo una escasez de producción y dificultades de maduración”, explica Carmelo Santana, ya fuera de Puro Rofe pero todavía colaborando con el viticultor Vicente Torres. Afectada también por el mildiu, fue una cosecha temprana con vinos aromáticamente más directos y con un poco más de volumen en boca. “El que esperó para vendimiar tendrá vinos terpénicos y  amargos, por el cambio de madurez en la uva”, señala Santana. 

A diferencia de otras islas, La Palma recuperó durante el invierno y la primavera los niveles de pluviometría habituales (en torno a los 360-390 mm) aliviando algo la persistente sequía que afecta a la isla desde hace años. El verano empezó bien, nos cuenta Victoria Torres, pero la ola de calor y los fuertes vientos provocaron pérdidas del 85% en la cota entre 300 y 600 metros, que es donde la productora palmera cultiva su malvasía en la vertiente oeste de la isla. Obligada a hacer mucha selección en campo y con la decisión tomada de controlar menos la temperatura de los mostos, usar menos energía y retirar la despalilladora, Victoria vendimió el resto de las parcelas del sur.


Cuando se produjo la erupción, Victoria y su equipo habían vendimiado un 60% del volumen total, incluida una viña que ahora yace sepultada bajo la ceniza. “Hubo ceniza en racimo y hay parcelas que no pude vendimiar porque quedaron dentro de la zona de exclusión y a las que todavía no he podido llegar”, explica Victoria, que también tiene parcelas en el norte, a una altitud hasta los 2500 m, donde la ola de calor provocó menos daños. “El volcán afecta al ánimo y a la logística. Trayectos que antes se hacían en media hora se convierten en hora y cuarto y eso cambia muchas cosas, pero pudimos terminar el 21 de octubre”.
En cuanto a los vinos, Victoria está sorprendida por la buena maduración de piel y semillas y el ph más elevado de lo habitual pero sin restar frescor. “Con un entramado muy delicado, los describiría como vinos más ligeros y con capas más finas. Blancos minerales y tintos originales y muy expresivos en nariz, con notas que me recuerdan a geranios. También me encanta la longitud que tienen”.

Respecto a la situación en la isla ahora, Victoria cree que hay que esperar a que el volcán se apague para entrar a ver qué es recuperable y qué no y con qué ayudas se contarán. En la zona sepultada bajo el picón, el viñedo lo trabajaban pequeñas bodegas particulares que hacían vino de año para consumo propio. Afectada por la sequía en los últimos años, se necesitaba riego para subsistir. En cualquier caso, lo primero son las personas. “La gente está desenterrando viviendas así que desenterrar viña no toca en mucho tiempo; hay muchas necesidades acuciantes que vienen delante de la recuperación de viñedo.”

Lo mejor: La ausencia de daños personales tras la erupción del volcán en La Palma.

Lo peor: La ausencia de lluvia y el complicado reto de recuperar viña en un archipiélago donde el clima subtropical quita rango de plantación.

La frase de Victoria Torres: “Cuando el volcán detenga su actividad y la necesidades fundamentales de las personas estén resueltas, habría que invertir en repensar la zona afectada”

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