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La portada y algunas páginas de este fascinante trabajo de Javier Pascual y Eustaquio Uzqueda.

Coleccionismo

La historia de Rioja a través de 15 etiquetas

Amaya Cervera | Lunes 26 de Junio del 2023

Editado por el Instituto de Estudios Riojanos, El vino de Rioja en sus etiquetas es una obra deliciosa para cualquier aficionado. Un auténtico viaje en el tiempo y la mejor prueba de que las etiquetas de vino, además de intentar captar la atención del consumidor y explicar lo que hay dentro de la botella, son un fiel reflejo de su época

El millar de etiquetas reproducidas en sus páginas representa un tercio de la colección atesorada por Eustaquio Uzqueda. Este delineante, diseñador, dibujante, pintor e ilustrador riojano con varios libros en su haber ha estado estrechamente ligado al vino desde que empezó a trabajar en la empresa de maquinaria para alimentación Marrodán. De ahí pasó al mundo de la impresión y a la estuchería de lujo, mientras desarrollaba en paralelo su faceta artística que a menudo incluía la realización de pinturas para ser reproducidas en etiquetas, como las que hizo para Palacios Remondo, Montecillo, Ramírez de la Piscina, Franco-Españolas o Bodegas Riojanas.

El análisis y los textos corren a cargo del periodista y editor Javier Pascual, el que fuera responsable de comunicación del Consejo Regulador DOCa. Rioja entre 1992 y 2017, fundador de la revista La Prensa del Rioja y autor de varios libros sobre los vinos y el patrimonio de la región. “Cuando ves todo el material junto, descubres que hay una historia impresionante sobre cómo se ha ido creando la imagen de marca de Rioja. Los fenómenos de cada época están muy bien reflejados en las etiquetas”, señala. 

Lo que sigue es una selección de 15 etiquetas que ayudan a explicar tendencias o que recuperan curiosidades e historias olvidadas. Una pequeñísima parte de la excelente visión de conjunto que aporta el libro. Estéticamente destacan los trabajos de finales del XIX y principios del siglo XX que han aguantado muy bien el paso del tiempo y que deberían inspirar (en muchos casos ya lo están haciendo) a los productores actuales. Aquí os dejamos información más detallada sobre la obra y cómo adquirirla

El cabernet de Riscal

Es una de las bodegas con mayor continuidad en el diseño de las etiquetas. Por eso llama tanto la atención la mención de la cabernet en la cosecha 1873. La variedad llega a Rioja en 1860 de la mano de Guillermo Hurtado de Amézaga, Marqués de Riscal, que residía en Burdeos e hizo valer sus contactos para enviar 9.000 plantas de vides francesas de distintas variedades. Eran aún los tiempos del Médoc Alavés, una iniciativa de la Diputación de Álava con productores locales para mejorar la calidad de los vinos mediante la aplicación de las prácticas bordelesas. El proyecto incluyó la contratación del enólogo francés Cadiche Pineau quien, al fallar la financiación pública, acabaría integrándose en Riscal. La cabernet fue la variedad que más prosperó en los viñedos de esta bodega hasta dar lugar, en épocas posteriores, a los famosos Reserva Médoc o XR (por Xtra Réserve), responsables de tintos más cubiertos, estructurados y, en ocasiones, sorprendentemente vivos como el mítico 1945 que fue la estrella de la cata histórica organizada el año pasado por la bodega.


Clarete, vino finos y sistema Médoc

Según Javier Pascual, el término que más se repite en las etiquetas de Rioja hasta bien entrado el siglo XX es clarete. No se refiere a los vinos tradicionales de mezcla de uvas blancas y tintas, sino al término inglés claret que hacía alusión a los vinos tintos de Burdeos. Se encuentra tanto en inglés como en su adaptación española, en ocasiones incluso dentro de una misma bodega que distinguía entre el mercado nacional y la exportación.

Los vinos finos que nacen en Rioja en el XIX beben del modelo bordelés y aluden a su método de elaboración, método Médoc, en sus etiquetas. Ésta es, según Pascual, la segunda mención más frecuente en ese mismo periodo. Otro término que realzaba la calidad eran fino o vino fino. El concepto de “vino de mesa”, por otro lado, también era cualitativo.

Algunos ejemplos en este sentido se encuentran en las etiquetas de Bodegas Real Divisa de Ábalos (hay que fijarse también en la importancia del municipio en la etiqueta, otra constante de ese período) que utiliza la marca A.F de Navarrete en alusión a Antonio Fernández de Navarrete, marqués de Legarda, ingeniero de caminos (diseñó el Puente del Pilar en Zaragoza), uno de los propietarios de viña más importante de Rioja a principios del siglo XX e impulsor de la DO Rioja.



Es muy curiosa esta etiqueta de Cvne de la cosecha 1922 con el término clarete. Es específica para su importador en La Habana e incluye la siguiente leyenda en castellano e inglés: “Toda botella que carezca de la marca de esta Compañía, tanto en la etiqueta, cápsula y tapón, como en el precinto de alambrado, debe rechazarse como ilegítima. Pidan siempre el corcho al destapar la botella para justificante de la legitimidad del vino”. 


Garantizar autenticidad, calidad y sanidad

Protegerse del fraude era una obsesión para muchos productores importantes de la época que utilizaban la redecilla (el precinto de alambrado) para que el consumidor tuviera la seguridad de que la botella no había sido manipulada antes de llegar a sus manos. “Los primeros quince a veinte años del siglo XX están muy marcados por la autenticidad del producto”, explica Javier Pascual. 
En un nivel más básico esto afectaba también a la salubridad del producto. Ya lo dice la canción popular: “Los almacenes de Haro / los vamos a quemar, / que muere mucha gente / del vino artificial”. Es una clara alusión a la práctica de finales del XIX de adulterar el vino con alcohol, agua y colorantes nocivos para la salud. De ahí que etiquetas de la época como la de Bodegas J. Diez de Corral, de Haro, buscara tranquilizar al consumidor con la siguiente leyenda: “Garantizo la pureza absoluta del vino y su procedencia exclusiva de Rioja”.



Lo más extremo que recoge el libro en este sentido es una etiqueta que reproduce la analítica del vino, según “certificado del laboratorio microbiológico” y no tiene problema en superponer los textos de la marca sobre los del análisis.


Spanish Burgundy

Los vinos de finales del XIX y principios del siglo XX también imitan los estilos de las áreas más emblemáticas de Francia, fundamentalmente Burdeos, pero también Borgoña. Es habitual en toda esta época encontrar en la etiqueta referencias como “cepa Sauternes”, “cepa Médoc”, “cepa Borgoña”, “cepa Chablis” … 

El Diamante de Bodegas Franco-Españolas que ha subsistido hasta nuestro días como un popular blanco semidulce, se comercializó de hecho como “estilo Sauternes” tal y como se ve en la etiqueta inferior.



Muy llamativa también la mención de “Spanish Burgundy” en esta etiqueta de 1953 de Gómez Cruzado pensada para la exportación y que incluye el nombre del importador: Paramount Liquor, Co., con sede en Missouri. El despliegue de medallas obtenidas en distintas exposiciones y concursos era de rigor en la época: los puntos Parker del siglo XIX y buena parte del XX.


Reivindicación política: ¡Viva Cuba española!

Los fans de López de Heredia estarán seguramente familiarizados con la etiqueta del globo aerostático del que cuelgan cinco toneles con el nombre de los cinco continentes en los que el fundador Rafel López de Heredia quería vender sus vinos, pero la que aparece a continuación nos ha parecido una joya de coleccionista. Es el mejor ejemplo de hasta qué punto el vino conecta con su momento histórico. Se trata de una edición especial (lleva marcado el 21 de abril de 1898, fecha de inicio de la guerra hispano-estadounidense) con el lema “¡Viva España!¡Viva Cuba Española! que se realiza como “obsequio de esta casa a la Heroica e Invencible Marina de Guerra Española”. No hay que olvidar que Cuba era un mercado muy importante para las bodegas españolas.


Murrieta, estilo propio

Luciano de Murrieta fue, junto con Guillermo y Camilo Hurtado de Amézaga, el gran pionero de los vinos de Rioja. Ayudante de campo del general Espartero, se familiarizó con los vinos de Burdeos durante su exilio en Londres y a su vuelta a España empezó a elaborar vino en la bodega de Espartero en Logroño para, en 1877, adquirir la finca de Ygay en las afueras de la ciudad y aplicar el concepto château en Rioja. 


La concibe como una explotación agrícola en la que cultiva vid, cereal, olivo o lúpulo para elaborar cerveza. En las primeras etiquetas la razón social que aparecía era Bodegas y Almazaras del Marqués de Murrieta y se utilizaban etiquetas idénticas para el vino y el aceite. Las dos marcas más importantes son Chateau Ygay (que luego se tiene que cambiar a Castillo Ygay) y Marqués de Murrieta, que se elabora en distintas versiones (cosecha, reserva, etc.). En lugar de hacer alusiones al método Médoc o el Claret, desde el principio utiliza la leyenda “Vinos de Rioja”, lo que, en cierto modo, refleja su confianza en los elementos propios de la región sin necesidad de apoyarse en términos franceses. 



Négociants patrios

El libro recupera la figura de la Compañía Española de Alimentación Trevijano e Hijos, un ejemplo de empresa de otro sector (en este caso la industria conservera) que acaba teniendo sus propias marcas de vino y se abastece para ello de uvas y vinos de las proximidades de Logroño. Según detalla Santi de Santos en su blog Historias del comercio y la industria riojana, Trevijano e Hijos trabajaban las verduras, frutas, carnes y pesca (tuvieron fábrica de pescado en Getaria), ganaron numerosos premios, exportaban y llegaron a suministraban a alguna corte europea. En el vino tampoco se quedaron cortos y así los describe como “bodega histórica de Rioja”. La etiqueta inferior reproduce la monumental fábrica de conservas que poseían en Logroño. En lo demás, se cumplen los códigos de la época con la leyenda “vinos finos estilo Médoc”. La que hemos seleccionado introduce otro término muy común entonces: el de “vino corriente”, que no era en ningún modo peyorativo (se sigue considerando un vino fino), sino que diferenciaba un producto de menor precio pensado para un consumo inmediato y más frecuente.



¿Cuánta información cabe en una etiqueta? 

En la actualidad hay productores que son capaces de aglutinar de una manera bastante estética gran cantidad de datos que pueden ser de interés para aficionados avezados. En el pasado también se hacía, como muestran los dos ejemplos siguientes. El primero es una etiqueta de “clarete fino” de Bilbaínas de la cosecha 1935 con un faldón en el que detallan todos sus viñedos en propiedad en Haro (Paceta, Zaco, Vicuana, La Pelea, Herrón, La Presa y Cores) contabilizados, no por hectáreas, sino por cepas. Añade que posee también viñas en Rioja Alavesa, en Elciego y Leza, y que “ninguna otra entidad posee plantaciones tan importantes ni bodegas que en capacidad y condiciones de buena conservación le igualen lo que hace de esta compañía la primera casa riojana en el ramo de vinos finos”. 

Así la etiqueta se convierte también en herramienta publicitaria y de comunicación. Bilbaínas no se estaba echando un farol. Fundada en 1901 con importantes aportaciones de capital vasco, fue probablemente la bodega con mayor poderío económico del Barrio de la Estación de Haro en la primera mitad del siglo XX. Eso se nota aún hoy en sus instalaciones y en el hecho de que se mantenga como primer propietario de viñedo de Haro. En aquella época elaboraba en muchas otras zonas vinícolas, vendía ya sus conocidos espumosos Lumen y Royal Carlton, era proveedora de la Casa Real y tenía oficina en Londres.


Otro ejemplo de cómo utilizar una etiqueta con fines comerciales es la de Paternina que reproducimos más abajo. Se corresponde con un modelo habitual en la época, presente también en bodegas como Cvne, La Rioja Alta, Carlos Serres, Ramón Bilbao y Tondonia. Básicamente, reproduce su gama de vinos. En este caso incluye: Tintos finos de tercer año (Banda Azul), cuarto año (Banda Roja) y quinto año (Alambrado), además de riojas Cepa Médoc y Cepa Borgoña de “elaboración especial” y “cosecha escogida”. Los blancos que se reseñan son Cepa Chablis de tercer y cuarto año (la etiqueta en cuestión es un Cepa Chablis de 1920), además de riojas Cepa Sauternes y Cepa Rhin. La bodega de Paternina en Ollauri (hoy bodegas del Conde de los Andes, propiedad del grupo Muriel), tiene la colección más importante de blancos viejos de Rioja. Estas etiquetas, sin duda, pueden ayudar a desentrañar los distintos estilos que reposan en sus viejos calados.


Así empezaron algunos productores consagrados 

Para terminar, hemos rescatado algunas de las primeras etiquetas utilizadas por dos productores muy conocidos de San Vicente de la Sonsierra: Sierra Cantabria y Abel Mendoza.  

La primera, que ya utiliza el apellido de la familia (Eguren), reproduce una imagen de la bodega que está en las antípodas de sus instalaciones actuales. Pero lo que llama la atención es el texto en el pie: “Esta casa posee hermosos viñedos en las faldas de Sierra Cantabria, de los cuales se consiguen estos exquisitos vinos, elaborados y criados en sus propiedades”. La confianza en el potencial de sus viñas está en el ADN de la familia. También es interesante ver en la parte inferior que utilizan de forma simultánea el indicativo de envejecimiento antiguo (5º Año) y el oficial establecido por la denominación en su etapa moderna (Gran Reserva). Hoy sería imposible comercializar un Gran Reserva con esta estética. 


La etiqueta de Abel Mendoza revela a la vez su carácter pionero de recuperador de variedades blancas minoritarias en la región y su carácter un tanto indómito de ir a contracorriente. Reproducimos textualmente: “Vino elaborado con uva de la variedad malvasía fermentado en barrica nueva de roble francés Allier y atendido como el “Capricho de mi Bodega”. Con su firma al final, ¿no sería éste el auténtico modelo de vino de autor?


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2 Comentario(s)
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ricardo perez escribióSábado 08 de Julio del 2023 (04:07:31)Enhorabuena por este resumen.!!! El trabajo en si es apasionante pero la síntesis es a mi gusto magnifica. Gracias Amaya. SWL con Yolanda es estupenda
Julio cayuela tormo escribióSábado 29 de Julio del 2023 (01:07:02)Felicitaciones por éste libro con las etiquetas de los vinos que son història de lo mejor de Rioja. Especial reseña para mi amigo Javier Pascual, revista La Prensa del Rioja, por ésta didáctica obra, bien escrita e impresa. Un fuerte abrazo, recordando tiempos pasados.
 
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