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Fotos de vedimia tomadas en: 1. Dominio do Bibei (Ribeira Sacra). 2. Valdeorras. 3. Aalto (Ribera del Duero). 4. Abadía Retuerta (Castilla y León). 5. Valle del Duero. 5. Rioja. 6. País Vasco. Fotos: A.C., Y.O.A. y cortesía bodegas y DOs.

Cosechas

Poco pero muy bueno: así es la cosecha 2019 en España (I)

Amaya Cervera | Martes 29 de Octubre del 2019

La escasez ha sido la tónica general en la mayor parte de las regiones vinícolas españolas. Las causas van desde la sequía, los problemas en floración o la propia regulación de la planta tras una cosecha muy abundante como 2018 a episodios puntuales de heladas y granizo. Lo que ha entrado en una mayoría de bodegas son racimos pequeños de granos sueltos y bayas de muy poco peso, lo que es sinónimo de concentración. 

En algunas zonas hay grados relativamente altos, pero -y ésta es otra característica bastante generalizada de la añada- los pHs son sorprendentemente bajos. A medida que hablamos con más productores, parece evidente que el factor determinante en elaboración este año será la gestión de esa concentración. También anuncian vinos que necesitarán más tiempo para desarrollar todo su potencial. Una llamada a la paciencia.

Entre los más entusiastas con la calidad está Jorge Navascués, enólogo de Contino en Rioja y asesor de bodegas en Navarra y Aragón, además de tener su propio proyecto en esta última región. Cree que es “la mejor añada de los últimos 10-12 años” y de las pocas en las que hay proporcionalidad entre la reducción de cosecha y el aumento de calidad. “La concentración es tan buena que me invita a pensar en una añada mítica”, asegura. “Pese a ser un año cálido y seco no falta de acidez. Veo los pH más bajos de los últimos años, lo que se traduce en vinos longevos y con gran potencial”.

Este año hemos dividido el informe de vendimia en dos partes. En esta primera detallamos las impresiones de 25 elaboradores de Galicia, cornisa Cantábrica, Castilla y León, Rioja, Navarra, Aragón y Gredos. 

Galicia

El enólogo y asesor Dominique Roujou, que trabaja en tres subzonas de Rías Baixas, en Ribeiro y Ribeira Sacra, habla de la excelente acidez como parámetro común de la cosecha 2019 en esta comunidad. Su resumen climático: “Comparada con 2018, llovió menos en invierno. En primavera hubo variaciones bruscas de temperatura que dieron lugar a ataques tempranos de mildiu sobe todo en Rías Baixas. El verano fue húmedo y templado, sin el calor que atacó a otras zonas. A partir de mediados de agosto el anticiclón de las Azores permitió que la uva madurara bien. Las lluvias de septiembre afectaron más a la costa que a las regiones de interior”. 

Según Roujou, en Rías Baixas hay poca cantidad, pero buena calidad y pese a que la acidez es más elevada de lo habitual, está bien integrada en el vino, lo que es positivo. Respecto a la cantidad Eulogio Pomares de Zárate apunta a la polémica entre los datos oficiales publicados por el Consejo y la realidad del Salnés donde se ha sufrido una reducción de entre el 30 al 40% con respecto a 2018. La causa, señala, es la propia fisiología de la planta que, tras dos cosechas abundantes y de rendimientos altos, bajó la fertilidad del número de racimos por yema. La ausencia de lluvias durante los 40 días de maduración redundó en racimos de menos peso y con poco volumen de mosto. “La calidad es perfecta”, señala Pomares. “Un año de buena acidez en equilibrio con el grado y perfecta sanidad”. Hará sus vinos parcelarios, pero Pomares puntualiza que a diferencia de los 2018 que estuvieron bebibles muy rápido, a los 2019 habrá que esperarles porque llevará más tiempo equilibrar la acidez.  

En Ribeiro, Roujou señala que la uva blanca se recogió muy sana y se vendimió de forma cómoda y escalonada por variedades; las tintas, algo más tardías, se vieron más afectadas por algunos episodios de lluvias. 

La excepción en cantidad en Galicia es Ribeira Sacra, con una producción récord en la historia de la DO (7,3 millones de kilos frente a 6,1 en 2018) debido “a las lluvias de última hora que engordaron los racimos, pero el estilo es muy fresco y con grados muy comedidos”, remarca Roujou. En esta zona, la cosecha 2019 es una bendición después de un cúmulo de años muy duros. En Dominio de Bibei perdieron el 75% de la cosecha por el granizo en 2015, en 2016 les atacó el mildiu, en el 2017 la helada afectó al 80% del viñedo y en el lluvioso 2018 se perdió mucho en floración y hubo ataques de mildiu y podredumbre. “En 2019 las maduraciones son fantásticas, no ha habido sequía y en agosto hemos tenido noches frescas”, señala la enóloga Paula Fernández. En la subzona de Amandi, Pedro Rodríguez de Adegas Guímaro estaca el ciclo largo y de maduraciones lentas desde la brotación a principios de marzo con el agosto más fresco de los últimos años, la excelente sanidad de la uva que no ha necesitado apenas selección y la forma cómoda y escalonada en la que se ha llevado a cabo la vendimia.

En Valdeorras, Rafael Palacios, quien la semana pasada aún tenía sus tres parcelas más tardías por vendimiar, también está contento con esta “añada ‘normal’ que vuelve a llenar la bodega, sana y con pocos problemas” tras la devastadora helada de 2017 (hizo un 60% menos en su blanco básico Louro) y el mildiu de 2018 (40% menos en el mismo vino). Palacios matiza las diferencias entre distintas zonas de Valdeorras. Aunque reconoce que Galicia se ha librado de las olas de calor de este verano, sus viñedos del Bibei (zona más fresca y elevada) evitaron las temperaturas elevadas de finales de agosto y principios de septiembre que se registraron en el valle del Sil. 

En el Bibei la brotación fue desigual y tardía, lo que situó el grueso central de la vendimia en la primera quincena de octubre. “Aunque me gusta más la vendimia de finales de octubre (en 2016 acabó el 4 de noviembre), este año nos ha llovido demasiado”, señala. “La godello es una variedad de piel dura, buena acidez y pulpa con mucha estructura vegetal. Todo lo que ha madurado despacio dará vinos interesantes y muy sabrosos”. Sepan los fans de su blanco parcelario O Soro que la viña se vendimió hacia el 10 de octubre y que la añada ha sido muy corta porque le tocó algo el granizo, pero Rafa anuncia que hay dos barricas y que hay muchas posibilidades de que llegue al mercado.

Pablo Eguzkiza, de la Cía de Vinos de Telmo Rodríguez, ratifica la cosecha abundante de godello y la rapidez con la que ha madurado la mencía (“tiene la piel tan sensible que a veces más que madurar se va ablandando”). La buena noticia es que las parcelas que embotellan por separado (Falcoeira, As Caborcas y O Diviso) han tenido rendimientos superiores a otros años. Dice que las perspectivas antes de maloláctica son muy buenas.
 
Monterrei. Siguiendo la tónica del resto de Galicia, José Luis Mateo (Quinta da Muradella) está contento con un año que considera bueno, fresco, con uva sana y una cosecha equilibrada. Como Palacios, distingue entre lo que se cogió antes de las lluvias (en su caso acompañadas de granizo) y el resto que tardó un poco en recuperarse. Pero ha tenido la tranquilidad necesaria para realizar muchas vinificaciones por separado y hacer pruebas de dona blanca en depósitos de cerámica. Tras las tres añadas anteriores que considera “terribles”, ha empezado a jugar con el momento de la poda para esquivar en lo posible los problemas en floración.

Cornisa cantábrica

En Cangas (Asturias), Beatriz Pérez de Bodegas Vidas comparte conclusiones similares a las de sus compañeros en Galicia oriental: mejor en cantidad (el año pasado también les afectó el mildiu) y muy buena calidad gracias a la ausencia de enfermedades por hongos y al buen tiempo en la última fase de maduración. De hecho, matiza que la vendimia venía ligeramente atrasada, pero se acabó precipitando para terminar el lunes 14 de octubre cuando normalmente el momento álgido se sitúa en el puente del Pilar. Están contentos con la carrasquín, la variedad de ciclo más largo, que “ha llegado muy bien a maduración”. En su caso hace ya unos años que disfrutan de octubres muy secos. “Nos beneficia el cambio climático”, señala. 

La enóloga Ana Martín Onzain, que asesora bodegas en Santander (Casona Micaela, Costa de Cantabria) y de txakoli en el País Vasco: (Hiruzta y Riscal en Gipuzkoa y Astobiza en Álava) considera que en términos globales 2019 es un año bueno y de perfil atlántico. Cuando hablamos la semana pasada, en Santander todavía se estaba vendimiando (“es siempre de los últimos de España en acabar”). En las zonas del txakoli “la uva ha sido más pequeña, hubo un poco de helada en Getaria y en Oñate en brotación y se ha perdido algo de cantidad. El cuajado fue mejor en Álava, no ha habido problemas de mildiu como el año pasado, hay buen grado y buena acidez”.

Garikoitz Ríos, de Itsasmendi (Bizkaiko Txakolina), que dio por terminada la vendimia el 21 de octubre, compartía las sensaciones de vendimia atlántica con niveles de acidez media-alta, pero habla de un año un tanto inestable. “La vendimia empezó muy bien y con buena maduración y luego se torció un poco. Ha sido un otoño gris, con poca luz, aunque sin lluvias fuertes. La uva se quedó parada y faltó esa segunda semana de madurez que aporta un poco más de complejidad y cuerpo para compensar la acidez”. Con las primeras fermentaciones a punto de acabar, lo importante ahora para él es “cómo se integra la acidez este año”. En la DO Getariako Txakolina, Aitor Txueka de Txomin Etxaniz hablaba de parámetros normales de alcohol y acidez para la zona, buena calidad, pero un 20% menos de cantidad por el mal tiempo en floración. 

Castilla y León

En Bierzo, la única región de esta comunidad que se integra en la cuenca hidrográfica del Sil y el Miño, Ricardo Pérez Palacios asegura tener “vinos increíbles, potentes y con mucha frescura” después un año que describe como húmedo y cambiante climáticamente, pero con una de las vendimias más secas que se recuerdan en la zona (solo 10 mm. de lluvia). La recogida de la uva se inició en fechas habituales, hacia el 6 de septiembre, pero el buen tiempo aceleró la maduración y concluyó antes de acabar el mes, cuando lo normal es que se prolongue hasta mediados de octubre. Frente a la cosecha 2018 (“añada atlántica de libro, de las más grandes del Bierzo y con gran finura”), Pérez Palacios ve en 2019 “una grandeza que se hará esperar” porque los vinos son más tánicos y menos aromáticos; más cercanos desde su punto de vista a 2010 y 2011. 

En las regiones del valle del Duero, la sequía y los bajos rendimientos fueron las notas dominantes. Las escasas lluvias que cayeron en vendimia ayudaron o marcaron diferencias. La calidad general es elevada y los niveles de concentración altos. 

En Toro “el año pintaba regular porque había sido muy seco, pero al final ha llovido en momentos clave, sobre todo los 15 litros a finales de septiembre y 10 a principios de octubre”, señala Gonzalo Iturriaga, director técnico del Grupo Vega Sicilia. En vendimia se registraron noches más frescas de lo habitual en la zona que ayudaron a conseguir una buena madurez polifenólica: “Siendo más pequeña, la uva ha madurado bien, se ha vendimiado con el grado adecuado y ha mantenido la acidez”. Para Iturriaga “no será como el 2018, que es brutal, pero vamos a tener mejor equilibrio que 2015 (potente), 2016 (liviana) y 2017 (faltó frescura)”. Le da un notable a la añada.

Pablo Eguzkiza ve muchas similitudes entre Toro, Ribera e incluso Rioja: grado bastante alto, pero buena acidez y pHs bajos. “Los granos son muy pequeños, lo que modifica la relación piel-mosto, hay mucho color y un componente ácido que te da una cierta agresividad en boca y que contribuye a marcar el tanino. La pregunta es por qué hay un pH tan bajo”, se plantea.

Eduardo García, de San Román, apuntó que al ser una cosecha más corta (unos 14 millones de kilos frente a la norma de 18-20 millones), la uva se había pagado más cara en Toro. 

En Rueda, Mariví Pariente, de Bodegas José Pariente, cita la sequía como factor clave aunque señala que la cantidad final no fue tan baja: “Un 15% menos que un año medio”). En cuanto a la calidad, “no hemos tenido enfermedades y daba gusto ver los racimos”, dice. “Hace ocho días que ha acabado la fermentación del último depósito; los aromas son muy frescos y las bocas muy buenas, aunque es mejor año para la verdejo que para la sauvignon”. Lauren Rosillo, de Finca Montepedroso (Familia Martínez Bujanda) ratifica la alta concentración y calidad de los vinos en la zona. 

En sus viñedos de secano de Cigales, Ignacio Príncipe de César Príncipe constató una vez más que las viñas viejas siempre se regulan mejor. En su caso, la lluvia que cayó antes de vendimia ayudó a madurar y equilibrar la planta. La sanidad fue muy buena y los racimos de grano pequeño en línea con otras zonas, lo que dará concentración. Para ellos, una cosecha levemente cálida, pero muy interesante.

Las sensaciones en Ribera del Duero son más variadas en función de los fenómenos climáticos que ha sufrido cada productor. Pablo Eguzkiza cita las heladas de primavera como un factor clave, aunque menos salvajes que las de 2017. “La vendimia venía adelantada, pero al final ha costado madurar. Había un poco de estrés hídrico que ha parado la madurez y hemos acabado vendimiando en octubre”. 

Gonzalo Iturriaga de Grupo Vega Sicilia distingue entre las uvas de la propiedad en Valladolid y las que compran en distintas zonas de la DO para Alión. “El 90% de las uvas que han entrado en Vega son muy buenas, con maduraciones lentas, pieles tersas, algo de grado y acidez similar a la del año pasado, pero mejor maduración de la piel y de la pepita”. Aunque aún están descubando, espera mucha concentración. “Tengo feeling de añada grande”, dice.

En otras zonas de Ribera considera que la calidad es superior a 2018 y 2017 porque ha madurado bastante bien (“puede que incluso mejor que 2016”, apunta). Está contento con las uvas de Roa (Burgos) y en especial las del páramo de Moradillo, que constituyen una buena base para Alión. En La Aguilera ve luces y sombras por las lluvias que han traído algo de dilución en algunas viñas. En general este año le han gustado menos los suelos de arcilla porque tenían menos intensidad, pero señala que los cascajos han funcionado muy bien. Nos contaba como novedad que han empezado a trabajar con uva de Peñaranda, “una zona alta al noreste de Aranda con muchas micro parcelas y suelos variados que da vinos frescos, elegantes y con acidez”. 

Para Eduardo García (Garmón en Ribera, Mauro en Tudela de Duero) la cosecha “podría haber sido de 10 si septiembre hubiera sido más fresco porque la maduración se aceleró y subió el grado”. Ve más equilibrio en 2018 (“rendimientos más altos y más acidez) mientras que en 2019 “hay más estructura, tanino y concentración”, pero considera que ambas serán añadas de guarda y su intención es embotellarlas más tarde. En elaboración, cree que habrá que aportar más oxígeno, ya sea usando barrica nueva, realizando más trasiegos o mediante crianzas más largas. “Toca ser más paciente”, concluye.

En Sardón de Duero, justo fuera de los límites de la DO, Ángel Anocíbar, enólogo de Abadía Retuerta, califica la añada de súper potente y la compara con 2011 o 2015. “Hace cuatro años estaríamos contentos, pero tal y como han evolucionado los estilos, no es lo mejor para elaborar vinos finos. En los 23 años que llevo en Abadía Retuerta nunca he tenido una uva de tamaño tan pequeño”, señala. Entre las causas: una brotación en una situación de déficit de agua en la capa freática, el golpe de calor de junio y un verano no muy caluroso, pero sin agua. “Al final de ciclo, cuando la uva gana peso, la planta se ha quedado bloqueada y hemos tenido la misma analítica durante varias semanas; luego subió el grado y la acidez por deshidratación”. Considera que la calidad es buena pero los vinos son “concentrados, aunque no hagas nada”.

El único que parece haber podido escapar de esta tendencia de alta concentración es Bertrand Sourdais (Antídoto y Dominio de Es) en la parte soriana de la Ribera. Cuenta que tras una helada de primavera que no generó estrés en la planta, la añada estuvo marcada por las contradicciones: buen crecimiento vegetativo de las viñas viejas pese a la sequía y las olas de calor (“quizás por la inercia de la añada 2018”); y rendimientos en mosto del 70% pese al tamaño pequeño de las bayas. Cree que una de las claves es que el final de madurez se benefició de la alternancia entre días soleados y las noches característicamente frías de la zona. Habla de un mosto de alta densidad rico en acidez y aromas, pero no necesariamente concentrado. Su resumen: vinos alcohólicos pero no excesivos, con pH más bajos, acideces normales y buen equilibrio. “Los colores son rojos, casi como en el Loira y eso quiere decir que el hollejo no estaba duro; este año los sombreros no se oxidan y estamos haciendo encubados más largos”. Para Sourdais hay más viveza que en 2017 y es comparable a 2005 o 2015. “Son vinos de mucha calidad, pero tímidos; necesitarán más tiempo para revelar las características de la añada”.

En Sierra de Salamanca, Agustín Maíllo, propietario de La Zorra y presidente de la DOP, habla de una sequía menos extrema que no obstante ha resultado en una cosecha más corta: “Es el primer año que no se superar al anterior en progresión”. En calidad, la considera fantástica y de perfil ligeramente cálido. Se preveía un año tardío, pero la maduración se aceleró en los últimos meses.

Gredos

Por su identidad geográfica dedicamos un epígrafe aparte a Gredos aunque la región se encuentra a caballo entre las provincias de Toledo (Castilla-La Mancha, DO Méntrida), Madrid (DO Vinos de Madrid) y Ávila (Castilla y León, DO Cebreros). En junio el fuego afectó a varios viñedos de Comando G en Cadalso de los Vidrios en el que Fernando García ha descrito como “el año más seco de la historia”. Nos hablaba de una pérdida del 40% en estos viñedos a causa de la sequía y el estrés que soportaron. Pero en general la producción ha caído entre un 30 y un 40% en las distintas zonas.

“Ha habido dos vendimias”, explicaba. “Una algo más temprana de lo normal en los valles que maduran antes; y una segunda tras las fuertes lluvias [60 litros por metro cuadrado] en casi todos nuestros viñedos de Rozas de Puerto Real y todas las viñas del Alto Alberche. El veranillo de San Miguel aceleró la maduración y provocó algunos focos de botrytis, de modo que la vendimia, que venía a ritmo normal en estos valles, empezó a correr y se solaparon varias viñas”. Ha sido una vendimia muy corta que ha exigido una selección exhaustiva para dejar fuera todas las uvas pasificadas o atacadas por la botrytis. Según Fernando García, el estilo es de una estructura tánica ligeramente superior, con un tanino más limoso, pero son vinos con jugo y muy aromáticos.

En Cebreros, donde Pablo Eguzkiza y Telmo Rodríguez firman la línea Pegaso, la cosecha también fue cortísima pero además costó madurar la uva. “Parecía que los compuestos fenólicos no se iban a concentrar y que íbamos a tener que hacer rosados en lugar de tintos, pero al final las garnachas entraron con mucho color y muy buena calidad. Creo que va a ser una gran añada”, concluye Eguzkiza. 

Rioja

Ambiente muy optimista también aquí para bodegas de distintos perfiles y tamaños. Rodolfo Bastida, de Ramón Bilbao, la bodega del grupo Zamora que recoge ya casi un millón de kilos de uva de sus viñedos propios, señala que 2019 ha sido, probablemente, de las mejores vendimias de los últimos 15 años. La considera una añada de perfil mediterráneo que dará vinos profundos, con más notas de fruta negra que roja; y más tánicos porque ha habido más alcohol y las maduraciones han sido bastantes veloces por las lluvias de septiembre y el calor de la primera semana de octubre. Con todos los vinos descubados asegura tener “bastantes cosas muy buenas”. Señala que “el tempranillo, siempre de racimo apretado, ha sido más suelto este año por el peor cuajado de la uva, lo que ha hecho que no hubiera enfermedades y haya madurado muy bien”. La contrapartida, según sus primeros cálculos, son producciones un 23% inferiores a las del año pasado y en torno al 12-13% respecto a un año normal.

Falta por ver la aptitud de guarda, pero Bastida cree que hay buenas posibilidades. En el caso de blancos y rosados, considera que al haberse adelantado un poco la vendimia, la acidez se ha mantenido bien. La principal dificultad desde su punto de vista es que “coincidieron muchas vendimias a la vez” al solaparse la recogida de uva de distintas zonas de la DO.

En la Sonsierra, Bodegas Benjamin de Rothschild & Vega Sicilia recogió 230.000 kilos en lugar de los 290.000 que esperaban. Pero Gonzalo Iturriaga está muy contento con la calidad. Comparando con 2018 “ha sido un año para disfrutar porque hemos hecho las cosas despacio y sin correr”. Los 80 litros que cayeron en septiembre no perjudicaron porque el buen tiempo lo secó todo y se han conseguido buenas maduraciones en pieles, muy buena acidez y menos grado que en Ribera.

En la parte central de la DOCa., Lauren Rosillo, enólogo de Finca Valpiedra y Viña Bujanda, asegura que 2019 es “de las buenas, buenas”, pero distingue entre una primera mitad fantástica y las partidas finales más maduras con graduaciones potenciales de 14% vol. “Esto hará que el perfil general sea algo más cálido, similar a 2005, pero las zonas tempranas han funcionado muy bien.”

Es una opinión que comparte Jorge Navascués en Contino. “Las lluvias hicieron que entrara cierto pánico porque subió la humedad y aparecieron problemas de botrytis. Las zonas más cálidas y tempranas han disfrutado de todas las maravillas de la añada. En las más frías ha habido algunos problemas de sanidad”.

El granizo tocó algunos de los viñedos de la Cía de Vinos Telmo Rodríguez, pero por suerte ninguno de sus parcelarios. Pablo Eguzkiza nos confirmó que los elaborarán todos en 2019 incluido el top Las Beatas. Lo más destacado para él en Rioja es la reducción notable de los rendimientos, lo que se traduce en una cosecha particularmente corta. Respecto a la calidad, cree que “va a ser una gran cosecha, pero todavía se está haciendo”. Su apuesta es no pasarse de extracción. “En 2019 no tienes que hacer nada; el vino sale solo. Es un año para sentarse y esperar”, señala.

Navarra

La línea es muy parecida a otras zonas con calidad muy destacada para las garnachas según confirman Gonzalo Celayeta en San Martín de Unx y Jorge Navascués desde Fitero donde se encuentran la mayor parte de los viñedos de esta variedad de Viña Zorzal. Mientras Celayeta destaca la escasa cantidad debido a la sequía, el mal cuajado y el clásico corrimiento de la variedad, Navascués cree que 2019 supera a la excelente 2018 que se caracterizó también por sus pHs bajos.  Las garnachas muestran “notas florales y de pimienta blanca que no había visto casi nunca en mostos”, explica “y las garnachas blancas y macabeos son también muy buenos”.

Aragón

La relación calidad-escasez se repite una vez más. En Calatayud, Norrel Robertson, el “escocés volante”, terminó la vendimia el 10 de octubre, aunque señala que se siguen recogiendo uvas en la zona. Calcula entre un 35-40% menos de cantidad respecto a un año normal a causa de la sequía, pero está muy satisfecho con la frescura de los vinos que se mueven entre los 14 y 14,5% vol. Su filosofía: “En este clima continental de contrastes, cosechamos parcelas por cata de uva sin fijarnos tanto en los números para buscar la tensión entre concentración y acidez”. Asegura que lo que está terminando de fermentar tiene muy buena pinta y que “hay calidad para hacer vinos top

Para Jorge Navascués, 2019 es la mejor añada en la corta historia de Mancuso, su proyecto personal con viñedos de la sierra de Algairén. Espera vinos profundos sin perder sutilidad y con medio grado menos de lo habitual. “La baya ha sido un 20% más pequeña y los rendimientos del mosto de un 58-60% frente al 70% habitual; en el campo, en el momento en que había buena madurez fenólica había que cortar”, explica. Piensa que la gestión de la concentración será clave: “Quien se pase, tendrá una mermelada muy interesante”, bromea.  

En Bodegas Frontonio (Valdejalón), el enólogo Mario López cree que 2019 será algo más cálida que 2018 y con buena acidez, aunque ligeramente inferior a la añada anterior. Por suerte, “para cuando empezó a hacer calor a mediados de septiembre ya teníamos el 70% vendimiado. Al haber menos cantidad, la maduración ha sido más rápida”, señala. Cuenta que el grano pequeño y suelto se ha traducido en muy buena calidad y que las fermentaciones, que realizan con levadura natural, se están llevando a cabo muy bien, incluso en la nueva bodega de Alpartir donde han elaborado por primera vez. La complejidad de la uva les ha permitido realizar maceraciones largas con raspón (“nos hemos dado cuenta de que el tanino polimeriza mejor así y de que el toque de astringencia del raspón se suaviza”). Los vinos, de perfil fresco, están marcados por notas de fruta roja y monte (romero, tomillo). 

En Cuevas de Arom, su proyecto de Campo de Borja, vendimiaron de los primeros en la zona ya que su trabajo está centrado en viñas viejas que completaron buenas maduraciones con relativa rapidez. “Había mucha superficie foliar para la poca cantidad de uva y hemos tenido muy poca pasificación”. 

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2 Comentario(s)
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Juan Quesada Huertas escribióViernes 01 de Noviembre del 2019 (07:11:59)Buenos días winelovers Me gustaría saber los nombres de los agraciad@s por entradas gratuitas del evento Spanish Wine Lover, del 8 de noviembre de 2019 en Lavinia. No lo he visto por ningún sitio. Muchas gracias por vuestra amabilidad Besos winelovers
Amaya Cervera escribióViernes 01 de Noviembre del 2019 (09:11:45)Hola Juan, Los nombres se han publicado en nuestras redes sociales (Facebook y Twitter) y en este artículo: https://www.spanishwinelover.com/disfruta-405-ven-a-nuestra-fiesta-en-lavinia-el-proximo-8-de-noviembre En cualquier caso y según aparece en nuestras bases legales, contactamos siempre con todos los ganadores antes de publicar los nombres. !Muchas gracias por participar en el sorteo! Para asistir a la fiesta, se pueden adquirir entradas en la web de Lavinia: https://www.lavinia.es/es/productos/fiesta-spanish-wine-lover-ortega-y-gasset-1
 
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