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1. Ambiente 2. Muebles reciclados 3. Artisan Wine Attraction 4. Rioja’n’Roll 5. Catando mandó 6. Centenario de Gramona 6. Fredi Torres y Marc Lecha (Off the Record) 7. Presentación libro sobre Juli Soler. Fotos: A.C., Y.O.A., Gramona, BWW

Catas

Crónica de BWW 2022 y otros eventos paralelos

Amaya Cervera y Yolanda Ortiz de Arri | Martes 12 de Abril del 2022

Tras el parón obligado en 2021, más de 650 expositores procedentes de todos los territorios vitícolas de España —un 20% más que en la edición anterior— y 18.000 visitantes llenaron el pabellón número 8 de la Fira de Montjuic para asistir a la segunda edición de Barcelona Wine Week (BWW)
 
Aunque el sector ha sido capaz de aguantar la complicada coyuntura creada por la pandemia, entre los asistentes se palpaban las ganas de recuperar el contacto, las reuniones y las actividades presenciales en una feria cuyo objetivo, según el presidente de la BWW y de la DO Cava, Javier Pagés, es que se convierta “en un verdadero escaparate del vino español de calidad para el mundo”.
 
Sin intención de competir con otras ferias internacionales ni de incluir expositores extranjeros, BWW apuesta por mostrar el potencial del vino español a profesionales, principalmente nacionales, pero también internacionales, que este año sumaron un 20% del total de visitantes. Todos ellos ya están emplazados para la tercera edición de la feria barcelonesa entre el 6 y el 8 de febrero de 2023. 

Mucho material reciclado y buen ambiente

Con el eje de la sostenibilidad como fondo, muchos stands y mobiliario se reutilizaron de la edición anterior y todos los materiales empleados en la feria eran reciclables. Para su primera feria juntos, los viticultores de Rioja’n’Roll optaron por unos originales muebles de cartón mientras que marcas con más poderío y presupuesto exhibían stands más sofisticados, pero siempre con el espacio máximo limitado. 
 
Se mantuvo la disposición en tres grandes bloques, igual que en la edición 2020: grandes marcas, bodegas adscritas a regiones vinícolas y pequeños productores. La idea, una vez más, es que todos los expositores tengan visibilidad en el recinto barcelonés independientemente de su tamaño. En este sentido, lo que más llamó la atención este año entre los grandes paneles que colgaban del techo fue la mención que hizo la DO Cava de Comtats de Barcelona, la zona que engloba a todos los productores catalanes de este espumoso.
 

 
Como en la edición anterior, los 83 productores agrupados en Artisan Wine Attraction pusieron la nota más distendida e informal de la feria sin dejar de lado la profesionalidad. Con su incombustible energía y sus mandiles negros bordados con letras rosas, son unos grandes abanderados de la enorme diversidad que existe hoy en día en el vino español. Orgullosos de sus terruños y decididos a darlos a conocer, aunque sea con pocas botellas, exhiben un compañerismo que les enriquece como grupo y unas ganas de disfrutar que contagiaban a todos los que tuvimos la oportunidad de acercarnos a sus mesas.
 
El buen ambiente general de la feria hasta nos permitió catar con dos elaboradores a la vez: Mireia Torres, directora de Jean Leon, y Enric Roca, enólogo de Avgvstvs. Las dos bodegas forman parte de Qalidès, la agrupación nacida en 2004 para defender la identidad de los vinos tranquilos del Penedès y tenían stands vecinos en la feria. La charla a tres bandas fue agradable y enriquecedora.
 
Este buen sabor de boca también se hizo patente a la hora del almuerzo. Aunque no se llegó al nivel de sofisticación del año inaugural, cuando chefs de renombre de la ciudad prepararon un generoso menú para todo el que quisiera reponer fuerzas en el restaurante de la feria, las tapas y los vinos por copas —diferentes cada día— siguen apostando por una gastronomía saludable y apetecible. “Take note, Prowein”, escribió la Master of Wine Sarah Jane Evans en su Instagram

Variedades menos conocidas y burbujas

El programa de catas y charlas fue extensísimo y giró en torno a dos grandes temas: las variedades autóctonas y la sostenibilidad. La organización de todos estos eventos corrió a cargo de la escuela de formación Enoaula, con Xavi Nolla al frente, que también ideó un espacio de libre degustación centrado en uvas españolas menos conocidas.
 
Bajo el título Wine tasting journey. Hidden grapes, se reunieron 53 vinos de otras tantas uvas elaborados por bodegas presentes en la feria. Desde la albillo mayor, la bobal o la brujidera pasando por distintos caíños, la embolicaire valenciana, la giró ros o la gorgollasa mallorquinas a la morenillo de Terra Alta, la rufete tinta de Sierra de Salamanca, la tinto velasco manchega o la xarel.lo vermell catalana. Un paraíso para curiosos y una excelente manera de descubrir a los visitantes internacionales que hay mucho más que tempranillo, garnacha, verdejo y albariño en España, además de ponerles sobre la pista del gran movimiento de recuperación de uvas autóctonas que se está llevando a cabo en una mayoría de regiones.

 

SWL asistió a la cata dedicada a la mandó. Moderada por Pedro Ballesteros MW, conectó a las dos bodegas que han liderado su recuperación en dos latitudes muy diferentes del Mediterráneo: Abadal en Pla de Bages (provincia de Barcelona) y Celler del Roure en Valencia. La mandó, que es la misma garró recuperada por Torres, ejemplifica todas esas variedades de ciclo largo y elevada acidez desplazadas en el pasado por castas que aportaban más color y grado. En el actual contexto de calentamiento global, están cobrando gran valor por su capacidad para traducirse en vinos frescos y muy bebibles. Además de las lógicas diferencias derivadas de los suelos y condiciones climáticas, pudimos comprobar su versatilidad para elaboraciones en tinto y rosado (hasta se presentó un blanc de noirs experimental por parte de Abadal), así como para funcionar en solitario o como parte de un ensamblaje.

Hubo más sesiones centradas en castas ancestrales, minoritarias o recuperadas de distintas regiones, se habló de la versatilidad de la garnacha y la monastrell frente al cambio climático, de las variedades resistentes y también se debatió en torno a uvas locales e internacionales y al mercado de lo autóctono. En el capítulo de la sostenibilidad se abordó la viticultura regenerativa, el desarrollo sostenible, la descarbonización del sector vinícola o el cultivo ecológico.
 
Estando en Barcelona, las burbujas tuvieron un papel destacado en las actividades de la feria. Se programó una mesa redonda con el equipo de expertos que asesoró en el desarrollo de la nueva reglamentación de la DO Cava: el coordinador del Sapiens del Vino de la Bullipedia Ferran Centelles y los Masters of Wine Sarah Jane Evans, Pedro Ballesteros y Fernando Mora; y una gran cata conducida por el periodista y colaborador de La Vanguardia Ramón Francàs que, bajo el título Los siete magníficos del cava, reunió una selección de etiquetas de 10 o más años de crianza. Aquí no solo se puso de manifiesto la capacidad de envejecimiento de los mejores espumosos de la DO, sino la diversidad de estilos que pueden alcanzar y superan esa frontera de edad.  


Actividades off 

Este año, la primera jornada de BWW tuvo que competir con un evento paralelo de gran peso. Inicialmente previsto para mayo, el anuncio de las nuevas fechas de Prowein obligó a adelantar la celebración del centenario de Gramona como elaboradores de espumosos y sus 140 años como bodegueros. 
 
Entre los 43 productores invitados a mostrar sus vinos en Sant Sadurní d’Anoia se encontraban nombres muy conocidos, todos ellos colegas que, como dijo Xavier Gramona, “han tejido parte de nuestra historia”: vecinos de la comarca como Llopart y Vins El Cep, amigos catalanes como Torres, Mas Martinet, Enric Soler o Scala Dei, nacionales como Alvear, Rafael Palacios, Puro Rofe, Frontonio o Roda e internacionales como Nieeport y varias casas de champagne, entre ellas la mítica Krug, cuyo Clos du Mesnil hizo emocionarse a más de uno de los pocos afortunados que lo probaron. 
 
El ambiente era tan bucólico que algunos de los asistentes se preguntaban en broma si el atrezzo se desmontaría al día siguiente: salón al aire libre en la granja bajo un sol primaveral, caballos labrando viñedos en pendiente, una huerta biodinámica con un espantapájaros impoluto y verdura en perfecto estado, y fardos de paja a modo de mesa y asiento para celebrar distintas catas entre viñas con los productores. Amaya Cervera moderó una interesante sesión con Roda y Artadi (más sobre esto en redes sociales) durante la que se pudo catar una mini vertical de Cirsion, tres parcelarios de Artadi de la cosecha 2016 y comparar dos 2001 de ambas bodegas (Roda I y un Grandes Añadas que se elaboró con la viña de El Carretil). También hubo catas de grandes blancos de España, espumosos o vinos de Priorat. El hecho es que los astros -y el gran trabajo y generosidad de la familia Gramona- se aliaron ese día para que todo saliera perfecto.


 
Fredi Torres y Marc Lecha (Lectores Vini) no tienen los medios para organizar su Off The Record en un entorno entre viñas, pero sin duda tienen la habilidad de encontrar espacios urbanos con encanto como Casa Rius en el Eixample barcelonés. Allí congregaron a pequeños productores independientes que dinamizan la escena nacional como Roberto Oliván (Tentenublo) y su idiosincrática visión de Rioja, Bibi García con su petit verdot adaptado a las Sierras de Málaga, Verónica Ortega con sus frescas mencías bercianas o Javi Revert y Pepe Mendoza, demostrando que en el Mediterráneo se pueden hacer tintos jugosos. El ambiente en Off the Record siempre es muy animado, con mucho sumiller joven, pero también pudimos ver a algunos productores como Ricardo P. Palacios o el chileno Marcelo Retamal (ex De Martino), que nos avanzó que va a elaborar vinos en la Sierra de Francia en Salamanca. A ambos se les puede ver en la foto inferior con Jorge Navascues (Mancuso, Contino).
 

 
Además de organizar un par de actividades dentro de BWW, la asociación Terra de Garnatxes, que agrupa a media docena de bodegas catalanas en torno a su variedad estrella, cerró los eventos off del martes con la G-Night. Instalada este año en los jardines del Palau Robert de Barcelona con música en directo y un ambiente festivo, pudimos catar algo del interesante trabajo que está haciendo Lagravera en la Serra Llarga (Lleida) con Pilar Salillas al frente. Ya de noche, nos fuimos a disfrutar de una deliciosa cena en Maitea donde compartimos botellas y buen ambiente con otras mesas de productores que también eligieron el local de aires vascos de Nico Montaner para seguir disfrutado de buenos vinos y viejas añadas.  
 
Increíblemente, Amaya se las arregló para asistir a la presentación del libro Juli Soler que estás en la sala, escrito por Óscar Caballero (más sobre esto pronto en redes), pero en el tintero se nos quedaron otras interesantes actividades off a las que no pudimos acudir: el salón de vinos naturales Vella Terra; Natrus, un evento con 15 productores organizado por Oriol Artigas en Vilassar de Dalt o la cata de Las Mujeres del Vino, que se celebró el día 6, una vez finalizada BWW. Y es que si ya es de por sí necesaria una buena planificación para sacar el máximo partido de la feria, la creciente cantidad de eventos paralelos hace que resulte incluso frustrante llevar a cabo una cobertura informativa en condiciones. 

Una pequeña selección de vinos

Es muy difícil quedarse solo con un puñado de vinos entre todo lo que catamos en la feria. De hecho, gran parte del trabajo de estos días nos servirá para recomendaciones y artículos futuros. Hemos intentado seleccionar proyectos que resulten nuevos para nuestros lectores y que representen las tres tipologías de bodegas que confluyen en BWW: grandes marcas, firmas de tamaño medio generalmente adscritas a una DO y los pequeños productores que confluyen en el espacio de Artisan Wine Attraction.   
 
Bernardo Ortega: algo se mueve en Castilla-La Mancha. Este joven enólogo que ha trabajado en lugares tan diversos como García Carrión o junto al gran Basilio Izquierdo, fue una de las sorpresas de la feria. Pese a sus pequeñas producciones de menos de 2.000 botellas por marca, aporta una nueva visión de la airén que se suma a la de otras bodegas de Castilla-La Mancha de las que hemos hablado en estas páginas como Verum, Garage Wine, Recuero o Más Que Vinos. Su Simbiosis Airén de Tinaja 2021 parte de una vendimia muy temprana a 10-11% vol. para conservar la acidez, fermenta con pieles y continúa con un original trabajo con velo. Más sorprendente aún fue el Flor de Airén Bota de Amontillado, una saca completa de 2017 con tres años bajo velo y otro más de crianza oxidativa en una bota que le proporcionó Gabriel A. Raya, de Bodegas Yuste y Herederos de Argüeso. Parte de la inspiración para el estilo de estos blancos vino de los consejos de Basilio Izquierdo, manchego de origen.
 

 
Aunque nació en Zaragoza, Bernardo Ortega tenía muy buenos recuerdos de infancia de las viñas familiares de Villarrobledo, de donde es oriundo su padre. Le gusta tanto el campo que aquí se siente muy a gusto y además se ha hecho con una buena colección de tinajas de Padilla, el famoso alfarero de esta localidad albaceteña, antes de que abandonara el oficio. “Tengo tierras y tinajas,” bromeaba Bernardo. Muy recomendable también es Simbiosis Bobal Sincero 2019 (unos 12 €), que cría parte en barrica y parte en tinaja y elabora a partir de una viña de Quintanar del Rey (en la zona de Manchuela) que iba a arrancarse, pero consiguió convencer al viticultor de conservarla para hacer este vino.
 
Los vinos de Anna Espelt en el Cap de Creus. Imposible resistirse a probar estos vinos que proceden del punto más oriental de la Península, un lugar con características únicas (suelos graníticos, pendientes que pueden alcanzar inclinaciones importantes, cercanía del mar) y donde Anna Espelt (Celler Espelt) firma un proyecto personal con criterios de sostenibilidad y enfocado en recuperar una tradición vitícola que, a diferencia de lo que ocurrió en la costa francesa, se perdió totalmente tras la filoxera. Las uvas que se cultivan en la finca Mas Marés se traducen en etiquetas evocadoras y con sello ecológico. 

Pla de Tudela 2019 es una picapoll elaborada en huevo de cemento que da curiosas notas ahumadas y una boca jugosa, con buena acidez y persistencia. Muy original el espumoso 2015 de método tradicional elaborado con monastrell al modo de un blanc de noirs, con 38 meses de crianza y notas amieladas y florales que le dan mucha personalidad. Por último, Cala Rostella 2018 es una lledoner negre (garnacha tinta) de perfil algo más rústico y tánico que las de la casa madre y que nos gustaría volver a probar en unos meses. Son vinos de producciones muy limitadas, de 1.500 a 3.000 botellas, con precios que rondan los 37 €. Se puede leer más sobre la filosofía del proyecto en el artículo que la propia Anna escribió para el blog de Vila Viniteca en febrero de 2021. 


 
Anónimas Viticultoras: mujeres valientes en Galicia. Detrás de este proyecto están la ingeniera agrónoma y enóloga madrileña Cristina Yagüe (en la foto) y María Falcón, su compañera gallega con larga experiencia de gestión en la bodega familiar Don Olegario. Arrancaron el proyecto en 2015 y elaboran en Rías Baixas, Ribeira Sacra y Valdeorras. Trabajan algunos de sus vinos en ánforas de cocciopesto, un material ya utilizado por los romanos que resulta de la mezcla de ladrillo triturado, arena, cemento y agua, pero que se seca al natural sin cocción. Según nos contaba Cristina, son recipientes más gruesos, de ocho centímetros de espesor, menos porosos que el barro y en los que no se producen mermas. Aquí crían el Pedra-Mogueira (30 €), un albariño con 15% de godello y una peculiar textura en boca pero que conserva mucho la acidez. 
 

 
En el albariño Tres Inviernos 2018 (22 €), con una muy buena combinación de toques cítricos y melosos, solo la utilizan durante unos pocos meses antes de envejecer en acero inoxidable. También nos encantó la definición frutal y buena textura del caíño tinto de Rías Baixas Os Dunares 2020 (unos 12 €), con el que practican una maceración semi-carbónica con grano entero y uva despalillada antes de criar en inoxidable y madera a partes iguales. Los vinos se pueden encontrar en Madrid a través de Reserva y Cata.
 
Garnachas del grupo Perelada. En la zona de grandes marcas disfrutamos de una cata de garnachas de distintos puntos de España junto a Delfí Sanahuja, director técnico del grupo Perelada. Empezamos con el carácter mediterráneo y maduro de Aires de Garbet (hierbas secas, piel de naranja), que nace en la finca del Empordá del mismo nombre con característicos suelos de pizarra y maravillosas vistas al mar. De ahí pasamos a dos perfiles más potentes que aún no están en el mercado. RCR es una garnacha de Finca Espolla plantada en suelos negros volcánicos que dan más madurez y un carácter firme y carnoso. El vino está dedicado al estudio de arquitectos RCR, ganadores del prestigioso premio Pritzker y autores de la nueva bodega de Perelada. El mineral Ex Ex 14 2019, la nueva propuesta de la gama experimental, es una garnacha que pone a prueba una conducción en doble espaldera para distribuir el vigor en Finca La Garriga (suelos de arena con gravas). En un segmento mucho más asequible (8 €) y con mayor disponibilidad (50.000 botellas) Només 2020 es un buen entrada de gama para conocer la variedad con rica fruta, sabrosidad y facilidad en el trago. 


 
Fuera de Empordà, probamos la garnacha de Priorat La Freddat 2019, que ha evolucionado a un perfil más redondo y amable, con abundantes notas de hierbas mediterráneas y cerezas. Y de Navarra, ahora que Chivite forma parte del grupo Perelada, el parcelario La Zorrera 2019, con estructura y carácter tenso y fresco a la vez. Lo que nos dejó un poco en shock fue el nuevo rosado Gran Feudo en versión pálida que convivirá con el de toda la vida, más subido de color. Un movimiento que parece ser fruto de la tiranía del mercado.
 
Los múltiples proyectos de Pepe Rodríguez de Vera. La familia Rodríguez de Vera lleva varios siglos cuidando viñedos en lo que hoy es parte de la DO Almansa, pero ha sido la séptima generación con Pepe (34 años) al frente quien ha dado el salto a la elaboración de vinos en la Finca Casalta en Villar de Chinchilla (Albacete) y en otras zonas como Jumilla, Méntrida, Rueda, Toro, Ribera del Duero y Rioja. Con más de 40 referencias, nos resultó imposible probar todo así que nos centramos en sus microproyectos Sopla Levante y Sopla Poniente, que gestiona con otros socios y que busca recuperar variedades, terruños y botas especiales.

El primero nace en el Parque Natural de la Mata en Alicante donde cuidan y recuperan viñedos de los que elaboran curiosidades como Matanilla, una merseguera criada con velo de flor en botas de Alvear de la que hacen sacas ocasionales de 180 botellas; La Horca, un fresco y sápido coupage de merseguera con 16 variedades locales criado cuatro meses en botas de licor alicantino Cantueso (2.500 botellas, 16,50 €) o el puro y fresco Lomas del Polo (300 botellas, 35 €) con una variedad antigua llamada parrel, envejecido con chips de las cepas muertas de ese mismo viñedo.


Por su parte, Sopla Poniente es un proyecto de négociant en el Marco de Jerez y Montilla-Moriles donde hacen sacas limitadas y ensamblajes de botas especiales en botellas de medio litro como el fino en rama Cerro de La Gineta (24,70 €) o el amontillado viejísimo San Roque (39,50 €). Desde 2021, Rodríguez de Vera y sus socios elaboran también vinos experimentales en Montilla-Moriles, principalmente vinos naranjas y espumosos ancestrales con variedades tradicionales, que saldrán al mercado en un futuro cercano.

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1 Comentario(s)
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Bernardo Ortega escribióLunes 18 de Abril del 2022 (07:04:33)Buenos días Amaya, Espero que hayas pasado una buena Semana Santa, te escribo por aquí porque no tenía tu contacto. :) Quería agradeceros vuestra visita al están en BWW, fue un placer conoceros, gracias también por el artículo dedicado a nuestros vinos y por vuestro gran trabajo de divulgación tan importante para los pequeños productores como yo. Espero vernos pronto en Fenavin y poder saludarnos. Un abrazo y feliz semana!!
 
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