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1. Rioja vista desde el puerto de Herrera. 2. Subzonas. 3. Contraetiquetas. 4. Páganos y Sierra Demanda al fondo. 5. Rioja occidental y los Obarenes. 6. Elvillar. 7. Yerga. 8. Remelluri. Fotos: Y.O.A. y A.C.

Regiones

Una guía para la Rioja del siglo XXI

Amaya Cervera | Miércoles 15 de Marzo del 2017

Desde que en la década de los noventa muchos productores que estaban revolucionando el panorama de los vinos riojanos como Artadi, la familia Eguren o Miguel Ángel de Gregorio decidieron abandonar los indicativos tradicionales de envejecimiento y utilizar la misma contraetiqueta que amparaba los vinos jóvenes, Rioja no ha dejado de evolucionar. Lo ha hecho especialmente en el capítulo de blancos, en el de vinos monovarietales más allá de la tempranillo y la viura, y a la hora de reflejar áreas más concretas de la denominación, ya se trate de un valle, una sierra, un municipio o un único viñedo. 

Porque pese a que el proceso de reconocimiento de vinos de municipio o de finca parece haberse detenido, esto no debería ser un impedimento para disfrutar de numerosos riojas que reflejan muy bien su terruño. Esperamos que la siguiente guía os sea de utilidad a la hora de comprar vuestro próximo rioja. En todos los casos damos ejemplos de bodegas y marcas de referencia en cada categoría, pero podéis consultar los más de 50 productores reseñados de la región en nuestra sección de bodegas

Los estilos de relación calidad-precio en Rioja

¿Dónde hay que mirar cuando no queremos gastar mucho dinero?

Vinos de cosechero. Son los tintos de maceración carbónica tradicionales en Rioja Alavesa. La versión riojana del Beaujolais no era sino el vino elaborado con racimos enteros por los viticultores en sus pequeñas bodegas y vendido en su entorno. Algunas firmas muy respetadas en Rioja como Artadi, Luis Cañas o Sierra Cantabria fueron cosecheros en su origen. Bodegas de fundación posterior como Remírez de Ganuza han querido elevar la categoría de este vino con una mayor selección de uva (las puntas de los racimos que dan menos estructura frente a los hombros) en el caso del Erre Punto. Otros productores favoritos en esta categoría son: Abel Mendoza, Artuke, Ostatu o Luberri. Rioja también se puede disfrutar sin que haya roble por medio.
 
Crianzas. El primer escalón de los indicativos de envejecimiento se corresponde a menudo con el tinto de entrada de gama de muchas bodegas riojanas. Es el vino que sirve a un profesional para juzgar la capacidad del productor para sacar el mejor partido posible a su materia prima ofreciendo la máxima relación calidad-precio. Los crianzas son vinos de cuerpo medio, muy versátiles en la mesa, idealmente con buena presencia de fruta y mayor o menor peso de madera dependiendo del estilo de cada bodega. Dejando de lado las ofertas del supermercado y los productores más masivos, los precios pueden ir de los 6 € de un Glorioso o un Beronia pasando por los 7,5 € de un Viña Real a los 9-9,5 € en que se sitúan marcas como Luis Cañas, Valserrano, Izadi o Finca La Emperatriz. Como siempre hay excepciones en precio y estilo. Los crianzas de Muga o Cosme Palacio en el entorno de los 15 € pueden medirse con vinos de perfil superior; y hay vinos de bodegas históricas que se comercializan como crianzas pero que por su envejecimiento podrían ser perfectamente reservas: Viña Alberdi de La Rioja Alta o Viña Cubillo de Tondonia (ambos en torno a 12 € en España).

Vinos innovadores. Responden al afán explorador de sus creadores o a la búsqueda de estilos diferentes. Están asociados a bodegas más pequeñas y proyectos más personales por lo que la disponibilidad es menor. La originalidad viene casi siempre de la combinación de variedades o de la introducción de cambios en la elaboración. Algunos ejemplos del primer caso son los nuevos coupages de tempranillo y garnacha al 50% utilizados en Ramón Bilbao Viñedos de Altura, el vino más fresco y original de su gama, o Gómez Cruzado Vendimia Seleccionada (ambos unos 12 €), o los de jóvenes productores del colectivo Rioja’n’ Roll como Exopto u Olivier Rivière que combinan cantidades relativamente altas de graciano y garnacha de Rioja Baja con tempranillos de Rioja Alavesa en Bozeto de Exopto (7 €) y Rayos Uva (9 €) respectivamente. 
En lo que se refiere a elaboración, el nuevo rioja del productor de Ribera del Duero y León, Germán Blanco, en la zona navarra de la DO, es un tempranillo con un porcentaje bastante elevado de viura criado en cemento, ánforas y recipientes de polímero Flextank que se llama La Bicicleta Voladora (7 €). Sandra Bravo de Sierra de Toloño también ha introducido ánforas en su bodega, aunque hay más posibilidades de que asistamos a una vuelta al cemento, que siempre ha estado en la zona, como recipiente para madurar tintos. La Cía de Vinos Telmo Rodríguez ya lo utiliza desde hace tiempo en combinación con foudres y barricas en su Corriente (9 €) que reivindica precisamente las formas de elaborar en el XIX.

Vinos de entrada de gama de productores de referencia. En algún caso se puede solapar con las categorías anteriores, pero normalmente son vinos que se comercializan como genéricos y que tienen un paso por madera inferior al de un crianza. La lista incluye entre otros Sierra Cantabria Selección (6,5 €) de la familia Eguren, LZ de Cía. de Vinos Telmo Rodríguez (8 €), Artadi Tempranillo (9 €) Hado de Pujanza (11 €), Cantos de Valpiedra (9 €) o Sela (14 €) de Roda en una línea de precio algo más elevada. Otra estrategia diferente es la de Miguel Ángel de Gregorio de Finca Allende, con una bodega independiente para trabajar la relación calidad-precio que arranca con un frutal y directo Finca Nueva Vendimia con tres meses de barrica (6 €).

Riojas que exploran el terruño

Pese a que el modelo que se ha impuesto en Rioja sea el de mezcla de vinos de distintas zonas que trajeron los négociants franceses y que muchos autores comparan con Champagne, la región también tiene numerosos rasgos borgoñones por el tamaño en general pequeño de sus parcelas y el importante número de productores, sobre todo en Rioja Alavesa, que trabaja exclusivamente con sus propios viñedos y que son herederos de la tradición de los cosecheros. 

En Rioja, la tradición vitivinícola de una localidad se mide por la existencia o no de un “barrio de bodegas” y habitualmente el estilo de los vinos se asociaba a los nombres de los pueblos. No hay duda de que municipios como Briones, Ábalos, San Vicente de la Sonsierra, Haro, Labastida o Laguardia tienen personalidades muy marcadas. En cierto modo, ese carácter se ha mantenido en las cooperativas donde se diluye la personalidad de los viñedos pero se mantiene la del pueblo. Muchos grandes productores de Rioja tienen acuerdos con cooperativas a las que compran una parte muy importante de su producción porque buscan el ingrediente con una característica muy determinada que ofrece ese pueblo o zona para su mezcla.

Si pensamos en grandes nombres, con excepción de Murrieta que se construye en torno a la finca de Ygay, la mayoría de bodegas que surgen en los XIX apuestan por el modelo del négociant. La llamada del terruño vuelve en los setenta con apuestas como Contino y Remelluri de elaborar a partir de una finca concreta. La revolución de los noventa que propugna una vuelta generalizada al viñedo y el desarrollo de esta nueva visión llevará a muchos productores a construir sus gamas a la borgoñona arrancando con un vino regional o de municipio y seleccionado sus mejores parcelas para construir vinos de paraje o destacar sus mejores pagos en vinos elaborados a partir de un único viñedo de especial singularidad como fue el caso de Viña El Pisón, Calvario, La Nieta o Finca El Bosque. Es significativo también el cambio más reciente que han experimentado firmas clásicas como Bilbaínas, el mayor propietario de viñedo en Haro, que liga en la actualidad la mayoría de sus vinos a viñedos y parcelas concretas de sus fincas.

Por otro lado, y fuera de las áreas de calidad más reconocidas en Rioja Alta y Rioja Alavesa, la extensión de la filosofía borgoñona también ha llevado a resaltar la personalidad de zonas que habitualmente no se elaboraban por separado. Sin duda, quedan infinidad de expresiones por descubrir en una denominación que se extiende a lo largo de 100 kilómetros a orillas del Ebro. Estas son algunas recomendaciones para terruñistas.

NUEVOS TERRUÑOS DE RIOJA POR DESCUBRIR

Rioja Occidental: Hacienda El Ternero, Alegre y Valgañón, Castillo de Sajazarra, Castillo de Cuzcurrita, Finca La Emperatriz. 

Alto Najerilla: Juan Carlos Sancha, Olivier Rivière (Ganko), Gómez Cruzado (Pancrudo).

Valle del Yregua y Sierra de Moncalvillo: Gregorio Martínez, Finca de los Arandinos, Ojuel.

Monte Yerga: Palacios Remondo, Arizcuren.

RIOJAS DE FINCA: Remelluri, Contino, Finca Valpiedra, Finca La Emperatriz, Marqués de Vargas, Marqués de Murrieta, Torre de Oña, la gama de Lan que procede de Viña Lanciano.

PRODUCTORES CON FILOSOFÍA BORGOÑONA

Alfaro: Palacios Remondo

Baños de Ebro: Artuke

Briones: Finca Allende

Elvillar: Bodegas Bhilar

Laguardia: Artadi, Pujanza, Viñedos de Páganos 

Lanciego: Cía de Vinos Telmo Rodríguez-Lanzaga, Tentenublo

San Vicente de la Sonsierra: Abel Mendoza, Contador, Viñedos de Sierra Cantabria, San Vicente, Pedro Balda

Grandes reservas, reducto de clasicismo

En un momento en el que el carácter diferencial es uno de los objetos de deseo más codiciados en el mundo del vino, la categoría más clásica de Rioja se ha visto notablemente reforzada. Esto no habría sido posible si muchas bodegas tradicionales no hubieran mantenido la personalidad de estos vinos, notablemente López de Heredia y otros vecinos del Barrio de la Estación de Haro como La Rioja Alta, Cvne o Muga con su Prado Enea; y Murrieta con la revitalización de Castillo de Ygay que vuelve a ser el gran vino de la casa. Esta misma bodega, por ejemplo, ha recuperado su Marqués de Murrieta Gran Reserva, al igual que lo ha hecho Riscal.

Muchos top de la categoría con Tondonia a la cabeza se someten a envejecimientos más largos que los mínimos exigidos (según la nueva normativa en vigor desde enero de este año 60 meses de los que 24 deben realizarse en barrica y otros 24 en botella) para crear ese estilo único de vino envejecido que ya no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. Prueba del éxito de la categoría es que hasta algunos “modernos” de Rioja como Contador, El Puntido o Remírez de Ganuza cuentan ahora con grandes reservas en su gama. 


¿INDICATIVO DE ENVEJECIMIENTO O GENÉRICO?

Muchos elaboradores riojanos que se han sentido encorsetados respecto al tiempo que el vino debería estar en madera para encajar en las categorías de crianza, reserva o gran reserva han preferido utilizar la contraetiqueta que ampara los vinos jóvenes. A estos vinos se les conoce como genéricos. Sus precios pueden ser más elevados que los de reservas o grandes reservas, pero no siempre la etiqueta ofrece información suficiente para que el consumidor entienda la filosofía o el estilo de vino que hay detrás. No queda más remedio que conocer marcas y productores.

Si los crianzas son claramente una puerta de entrada a la DO, en la categoría de reservas podemos encontrar prácticamente de todo, desde marcas que se venden a 5 € en el supermercado al top de una bodega. No es extraño que un importador británico nos dijera hace algunos días que uno de los problemas de Rioja es que vende reservas y grandes reservas baratos, elaborados con uvas que no son aptas para estos envejecimientos, lo que devalúa el prestigio de estas categorías. 

Durante un tiempo los genéricos fueron sinónimo de modernidad y de vocación por reflejar el terruño, pero en la actualidad, y salvo casas que mantienen una filosofía de elaboración muy tradicional, las líneas están más difuminadas. Aunque la mezcla de distintas zonas y viñedos sea más habitual en el reserva –el concepto originario que defienden bodegas como Roda es seleccionar uvas de alta calidad allí donde estén para realizar un envejecimiento más largo– existen numerosos ejemplos de reservas elaborados en terruños o fincas muy concretas (Contino, Remelluri, Finca Valpiedra, Viña Lanciano…). 


Monovarietales

Más allá de los vinos elaborados exclusivamente con tempranillo (tintos) o viura (blancos), estamos asistiendo a toda una eclosión de etiquetas que exploran el resto de variedades de la zona en solitario. Si la graciano fue de las primeras impulsada por Contino, Murrieta lanzó un mazuelo para celebrar su 150 aniversario y la garnacha es una tendencia bien clara hoy con ejemplos interesantes en zonas muy diferentes de la DO. Este trabajo está permitiendo a las bodegas conocer mucho mejor las posibilidades reales de cada una de estas uvas (hemos visto por ejemplo cómo la maturana entraba en el coupage de Barón de Ley Reserva e incluso sustituía a la cabernet en Finca Valpiedra) y que se conozcan las zonas con especial vocación para algunas de ellas. Si pensamos en garnacha, por ejemplo, el foco está el valle del Alto Najerilla en el extremo suroccidental de la denominación o zonas de mayor altitud de Rioja Baja como Tudelilla o el monte Yerga. Álvaro Palacios ha liderado la puesta en valor de esta última con el lanzamiento del top Quiñón de Valmira, que se ha vendido en torno a los 275 € en primeur.

Tras su trabajo en Ijalba, una de las firmas pioneras en trabajar variedades riojanas minoritarias por separado, Juan Carlos Sancha ha seguido en la brecha en su proyecto personal que incluye el único monastel de la denominación. Bodegas como Dinastía Vivanco, Bilbaínas o Barón de Ley (ésta última con unos precios bastante más asequibles que no son habituales en esta categoría) han creado colecciones de vinos monovarietales y numerosas firmas de la denominación incluyen algún monovarietal en su gama. La tendencia vale también para los blancos con especial interés por el tempranillo blanco cuyos ejemplos (aunque sin una definición de estilo muy clara aún) siguen creciendo en número. La propuesta de Abel Mendoza con monovarietales de viura, torrontés, garnacha blanca, malvasía y tempranillo blanco es única en la DO.

Imprescindibles riojas blancos

A pesar de la reciente –y triste– adopción de los monovarietales de chardonnay, verdejo y sauvignon blanc en la DOCa Rioja, y de la creciente presencia de estas variedades en blancos de alta producción que deben competir en el lineal con los verdejos de Rueda (en la cosecha 2015 de El Coto Mayor la sauvignon blanc es muy evidente en nariz), nunca ha habido tantos blancos interesantes que probar en Rioja. 

Por suerte muchos productores han pasado página respecto a aquellos aburridos blancos fermentados en barrica. Al final han sobrevivido los mejores, como el pionero de la categoría, el Conde de Valdemar Finca Alto Cantabria que ofrece muy buena relación calidad precio y evoluciona bien en botella. Ramón Bilbao, por ejemplo, dejó de producir blanco en Rioja para poner la vista en Rueda. Otro caso diferente es el de Remírez de Ganuza que elevó el nivel de su Erre Punto para transformarlo en un reserva más serio que se vende ahora con el nombre del productor.

Dejando de lado los monovarietales de los que hablábamos en el epígrafe anterior, la mayor fuente de entusiasmo es la propia viura, especialmente si procede de viñas viejas cultivadas a cierta altitud en suelos y con exposiciones adecuadas (tradicionalmente se plantaba en la parte alta o “cabezadas” de las viñas). El uso de otras variedades en el coupage como malvasía y garnacha blanca, y en menor medida torrontés, introduce variaciones de estilo, pero quizás no tanto como las que tienen que ver con la visión de cada productor. 

Los blancos gran reserva que hasta ahora defendía López de Heredia prácticamente en solitario, tienen nuevos seguidores. El más notable es el increíblemente joven Castillo Ygay de la cosecha 1986 que Murrieta lanzó al mercado a finales del año pasado.

Algunos de nuestros blancos favoritos de Rioja están firmados por Remelluri, Valenciso, Valserrano, Contino, Pujanza (Añadas Frías), Finca Allende (Finca Allende y el blanco de pago Mártires), Palacios Remondo (Plácet), Contador (Predicador y Qué Bonito Cacareaba), Luis Alegre (Finca La Reñana), Olivier Rivière (Jequitibá), Bodegas Bhilar (Thousand Mils, Terca), Basilio Izquierdo (B de Basilio), Exopto (Horizonte de Exopto) o Vinícola Real (200 Monges).

También nos gustaría destacar un par de guiños jerezanos en el Monopole Clásico de Cvne que se elabora recuperando la antigua tradición de la marca de incluir un pequeño porcentaje de manzanilla de Hidalgo en la mezcla, y en Mirando al Sur de Olivier Rivière, un blanco envejecido en botas de Jerez. Se destina mucha imaginación a los blancos riojanos.

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